sábado, 2 de septiembre de 2017

Guatemala: la derecha corrupta se prepara para la guerra

La derecha corrupta guatemalteca puesta en pie de guerra, ha encontrado en el actual presidente, don Jimmy Morales, a su mascarón de proa. Éste, cuya vocación de cómico de segunda categoría no le había permitido asumir efectivamente la gobernanza del país, de pronto ha encontrado su segunda vocación, la de portaestandarte de los grupos sociales más cuestionados.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

El presidente Jimmy Morales y el alcalde Alvaro Arzú.
En Guatemala, los acontecimientos desencadenados por el desatino del presidente Jimmy Morales al declarar non grato al comisionado Iván Velásquez de la CICIG, están evidenciando cada vez con mayor claridad lo que a veces se encontraba entre brumas.

Lo primero que se ha perfilado nítidamente es que la derecha corrupta, esa que hizo de la guerra de treinta años que asoló el país un negocio, está terriblemente asustada. Y no es para menos, poco a poco las acciones de la CICIG y el Ministerio Público de Guatemala se les han ido aproximando, y algunos de sus más conspicuos representantes si no han caído, sienten que les pisan los talones.

En segundo lugar, ha salido con evidencia que esas fuerzas mafiosas han estado agazapadas y atentas, prestas a defender a dentelladas los privilegios a los que se sienten predestinados. En la semana que termina, han salido a dar muestras que la bestia herida se retuerce pero está dispuesta a hacer uso de todos los medios antes de sucumbir.

Para ello se aglutinan y sacan a relucir los fantoches del pasado, los de la violencia y la guerra, en la que son tan hábiles y en los que se sienten tan a gusto.

El martes pasado, en un acto organizado expresamente para apoyar la decisión del presidente Morales al que asistió alrededor de la tercera parte de los alcaldes del país, el alcalde de Ciudad de Guatemala, Álvaro Arzú, quien era presidente de Guatemala cuando en 1996 se firmó la paz tras 36 años de guerra, dijo: “Yo firmé la paz pero también puedo hacer la guerra”.

Es decir, han puesto a redoblar los tambores y están desempolvando sus antiguos pendones.

La derecha corrupta guatemalteca puesta en pie de guerra, ha encontrado en el actual presidente, don Jimmy Morales, a su mascarón de proa. Éste, cuya vocación de cómico de segunda categoría no le había permitido asumir efectivamente la gobernanza del país, de pronto ha encontrado su segunda vocación, la de portaestandarte de los grupos sociales más cuestionados.

En esas está don Jimmy, empujando contra viento y marea, asumiendo la vanguardia de la escoria. Sin embargo, y para ser francos, al señor presidente no le quedaban muchas alternativas. Incluso, uno podría llegar a pensar que tal papel de líder pazguato no lo hace sino por conveniencia propia. En otras palabras, para salvar su propio pellejo.

Ubicado, pues, en el bando de las fuerzas oscuras, el presidente de Guatemala se lio a golpes con quienes están colaborando para poner a trabajar el país como un país normal. Piensa que descabezando a la CICIG las aguas volverán a los cauces que le convienen, es decir, los de la impunidad. Es posible que hasta entienda la suya como una misión cristiana: si no juzgan ni condenan a su hijo, a su hermano y a él, su familia permanecerá unida. Amén.

La Comisión contra la Impunidad en Guatemala ha realizado una excelente labor, especialmente desde que es dirigida por el comisionado Iván Velásquez. Juicios históricos contra criminales de guerra y políticos corruptos han estado sobre la palestra y han conmocionado al país. Se le achaca, y hay razón en ello, de haberse hecho de la vista gorda de los crímenes de ciertos sectores de empresarios. Hay también suspicacia, en un país que ha sufrido durante toda su historia moderna la intromisión de los Estados Unidos, del apoyo que brinda esa potencia a su accionar.

Nada de eso es óbice para no apoyar lo que hace la Comisión hoy en día. La derecha corrupta muestra la capacidad que tiene para unirse y sacar a relucir los sables del enfrentamiento sin pestañear. Del otro lado debe existir la misma unidad, la misma iniciativa sin vacilaciones, para hacer avanzar poco a poco el cambio hacia algo diferente que no sea esa hedentina. Y presionar para que el afilado ojo de la ley abarque el espectro completo de la descomposición.


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