sábado, 16 de julio de 2016

Imperio desgarrado y enfermo

Toda esta locura acontece en un país donde se pueden comprar armas de grueso calibre en un supermercado. Donde en Texas ya es posible para cualquier ciudadano, exhibir públicamente el armamento que fácilmente ha podido comprar. Y donde perturbados con armas entran a escuelas, centros comerciales, trenes del metro y conjuran sus frustraciones matando a discreción.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

La imagen que los Estados Unidos de América proyectan al mundo podría condensarse acaso en dos ideas básicas: es un país libre y democrático y el sueño americano está al alcance de los que trabajan duro. Imagen autocomplaciente que no se condice con la vida cotidiana en el imperio. Hace unos días, un afroamericano enloquecido por la rabia que le provocó el asesinato de dos afroamericanos por policías en Luisiana y Minnesota, tomó un fusil de asalto mató a cinco de ellos y dejó heridos a otros seis. El racismo ha provocado una ola de asesinatos de negros a manos de policías. Un veterano de la guerra de Afganistán tomó venganza en una marcha de protesta contra los execrables crímenes.
Ya es un tema común en las ciencias sociales analizar la decadencia estadounidense. Agobiado por sus necesidades militares, endeudamiento, estancamiento productivo, crisis provocadas por el capital ficticio (financiero), el imperio ve crecer a China, a la Unión Europea (Alemania particularmente) y cada vez más parece ser un gigante enfermo. Pero su decadencia también se expresa en sus entrañas. Estados Unidos de América es el país con el mercado para la droga más grande del mundo. Eso arrastra al abismo a México, al triangulo norte de Centroamérica y otros países en Sudamérica. En 2010 se calculaba que el 6.3% (aproximadamente 19 millones) de la población mayor de 12 años,  consumía opioides, tranquilizantes y estimulantes y 78 millones aceptaban haber fumado mariguana alguna vez. Días atrás  en Ottawa, Obama le pidió a Peña Nieto que redoblara el combate contra la producción de Amapola.  Peña Nieto seguramente no le dijo a Obama que combatiera el creciente consumo de heroína en su país: 11 mil estadounidenses murieron por sobredosis de heroína en 2014 en comparación de  los 3 mil en 2010 y 1,842 en 2000. La causa de ello es la creciente prescripción de opiáceos a pacientes con dolor,  lo cual constituye un negocio notable para las empresas farmacéuticas.

Micah Johnson, el desquiciado veterano que mató a los cinco policías en Dallas no es un caso aislado. Más de 8 mil veteranos de guerra se suicidan anualmente en los Estados Unidos de América: 22 al día. Estos se suman a los que se han suicidado en la misma guerra en Irak o Afganistán. 900 mil veteranos se encuentran desempleados y 75 mil son indigentes callejeros. El Departamento de Veteranos recibió en 2014, 849 mil llamadas telefónicas de veteranos desesperados y en el umbral del suicidio. Triste fin de aquellos y aquellas a los que les dijeron que viajarían miles de kilómetros para defender la democracia y la libertad en su país. Y toda esta locura acontece en un país donde se pueden comprar armas de grueso calibre en un supermercado. Donde en Texas ya es posible para cualquier ciudadano, exhibir públicamente el armamento que fácilmente ha podido comprar. Y donde perturbados con armas entran a escuelas, centros comerciales, trenes del metro y conjuran sus frustraciones matando a discreción.

No cabe duda, es un imperio enfermo y desgarrado.

No hay comentarios: