sábado, 8 de agosto de 2015

México: No hay muerte casual

La muerte menos casual en México, como en gran parte del mundo, es la que provoca el sistema que nos rige; vivir en el capitalismo es una constante contradicción, desvalorizados de lo que tradicionalmente ha definido al ser humano nos vemos enfrentados los unos con los otros, y peor aún, nos quieren hacer indiferentes al dolor de los demás.

Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Yucatán, México

Resulta un tanto complejo escribir sobre la muerte, y más, cuando de una u otra forma se conocía a quien ha fallecido, todavía más liado si el deceso es provocado. El anuncio del asesinato de cuatro mujeres y un reportero ha consternado al país, y de nueva cuenta son hechos violentos los que nos arrebatan la tranquilidad enajenada a la que la mayoría está acostumbrada. El anuncio es claro, evidencias de tortura y de abuso sexual están presentes en los cuerpos ahora inertes, cinco vidas segadas por la innegable realidad mexicana: pensar críticamente es un peligro de muerte.

Rubén Espinosa, fotoreportero gráfico de Veracruz, quien había denunciado en el pasado amenazas de muerte fue asesinado junto a Nadia Vera, una destacada activista de la Universidad Veracruzana en Xalapa y otras tres mujeres. Ninguna muerte es casual, estas mucho menos, un reportero crítico y una activista asesinados el mismo día y en el mismo lugar, no hay que ser perito para saber que nada de casual tiene este crimen. Pero además la perversidad con que fue ejecutado es de llamar la atención, pues la evidencia de violación en los cuerpos de las cuatro mujeres nos habla de un feminicidio artero, alevoso, y que para colmo de cinismo es callado por la mayoría de los medios de comunicación al denunciar únicamente el asesinato de Rubén.

Es importante recordar que una de las características del feminicidio es precisamente otorgarle al crimen un rasgo mayor, pues la violencia de la que son objeto los cuerpos de las mujeres antes de ser asesinadas, busca provocar un impacto mayor. Inculcar temor a toda aquella mujer que se atreva a levantar la voz en contra de este sistema patriarcal que día a día reproducimos de muy diversas maneras.

Otro rasgo importante a tomar en cuenta es el simple hecho de que al no reconocerse el carácter de feminicidio por parte de las autoridades en estos cuatro asesinatos, dificulta aún más el combate a esta particular forma de mantener la dominación de un género sobre otro. El silencio cómplice engrandece el delito, y se pretende negar la realidad por demás demostrada, en México el feminicidio están común como ver niños hambrientos en las calles o escuchar algún caso de corrupción realizado por un político sin importar partido o rango.

Decíamos que la muerte no es casual, claro que no, estos cinco asesinatos se suman a una larga lista, tan sólo recordemos que hace menos de dos semanas el ejecito atacó abiertamente a pobladores indígenas de Santa María Ostula, Michoacán, resultando asesinado el niño Heriberto Reyes García de 12 años, víctima del autoritarismo y la represión permanente que en nuestro país se práctica contra quienes de una u otra forma deciden dejar de aceptar los mandatos de arriba y comienzan a organizarse de manera popular y horizontal. La agresión contra los comuneros de Santa María Osutla y la detención de Semeí Verdía Zepeda forman parte de la guerra sucia del Estado con el fin de derrotar al movimiento de autodefensas, el cual, representa un ejemplo de organización y de lucha en el campo y la ciudad.

Reiteramos: casual no es la muerte, hemos cumplido diez meses del asesinato de tres estudiantes y la desaparición de cuarenta y tres normalista de Ayotzinapa, el mes once corre y seguimos empantanados en la mentira y la cerrazón oficial, que en realidad no es otra cosa que la comprobación de la abierta participación del Estado en estos hechos, la guerra contra la educación pública y contra todo quien la defienda es clara, nadie desaparece por casualidad. El sello de la guerra sucia está presente, un crimen de Estado que ha conmocionado nuestro país, y generó un importante movimiento de protesta que va dando luces a nuevas organizaciones y despertares sociales. Ayotzinapa es la herida más profunda de nuestra historia reciente.

La muerte menos casual en México, como en gran parte del mundo, es la que provoca el sistema que nos rige; vivir en el capitalismo es una constante contradicción, desvalorizados de lo que tradicionalmente ha definido al ser humano nos vemos enfrentados los unos con los otros, y peor aún, nos quieren hacer indiferentes al dolor de los demás, las divisiones de género solo sirven para justificar crímenes como el feminicidio. Cada día cientos de muertos por la pobreza extrema, por alguna enfermedad curable, por algún crimen llamado común, por el olvido y la desmemoria, muertos de un sistema que irónicamente va gestando en su seno a su propio sepulturero.

En medio de toda esta muerte sin casualidad actúan los “intelectuales” de crítica por encargo que no sirven más que para rellenar planas de periódicos y revistas a modo para el sistema, y desde luego, los medios de comunicación masiva que nos conducen a celebraciones nacionales por triunfos fraudulentos en el futbol, y nos hablan en horario estelar de todo lo que lo que no nos sirve para nada.

Iniciamos hablando de lo complejo que es la muerte, la muerte provocada y cínica que se esconde tras el mando de un sistema. Estas letras tampoco son casuales, el dolor que nos embarga es profundo y la indignación nos mueve evadir el silencio. 

2 comentarios:

Unknown dijo...

Favor enviarme información. Saludos desde Nicaragua.

Con Nuestra América dijo...

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Saludos!