sábado, 6 de julio de 2013

Un nuevo “¿por qué no te callas?” nos llega desde Europa

Como a niños respondones a quienes hay que disciplinar: así trata Europa a los países latinoamericanos que tratan de encontrar vías nuevas de desarrollo, distintas a las que estructuralmente hemos estado destinados a través de nuestra historia republicana producto de la herencia colonial que nos legó Europa.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

Los tratan como a díscolos maleducados que se salen de la horma y arruinan el coro mundial que dirigen, sin miramientos en usar la faja, levantar la voz y fruncir el ceño. Esa es la actitud que trasciende con los acontecimiento que han rodeado al vuelo del presidente de Bolivia, Evo Morales, quien, al retornar de una reunión internacional en Rusia, ha sido impedido de sobrevolar o aterrizar el territorio de España, Francia, Italia o Portugal.

Es la actitud de siempre, que sale a flote y se evidencia cuando hay situaciones especiales, pero que está latente en la mentalidad racista, con resabios coloniales, que prevalece no solo en los gobiernos, sino en buena parte de la población de los países que colonizaron el mundo. Basta con leer en los periódicos digitales los comentarios que ciudadanos de esos países hacen a las noticias que sobre este caso se publican, para darse cuenta que, escondidos tras el anonimato de la red, hay una exacerbada mentalidad colonial.

Mientras seamos mansos proveedores de materias primas, no hay problema; entonces, nos sonríen y echan al viento sus discursos que acentúan en que somos una comunidad (cultural, de intereses), y solo falta que nos pidan nuevamente lealtad al rey, ese señor que caza elefantes en África mientras en su país más de la mitad de los más jóvenes no tiene en dónde caerse muertos.

Mientras aceptemos que sus transnacionales se apoderen de nuestras telecomunicaciones, de la explotación de nuestro petróleo o la administración del agua, todo marcha bien; aunque la administración que hagan sea un desastre que deje a Buenos Aires o a Managua sin agua o sin luz, o desmantele empresas como la línea aérea argentina o la infraestructura petrolera de ese mismo país.

Por eso, les parece insólito que, cuando sucede un incidente como el que le ocurrió al presidente Evo Morales, exijamos que se nos pidan disculpas. No hay que disculparse de nada, dice el canciller español, nosotros creímos que en ese avión venía Edward Snowden y lo único anormal fue que hubo una mala información. Es decir, creyeron que venía un ciudadano que no tiene orden de aprehensión en un avión que tiene inmunidad diplomática. El señor canciller del reino de España se caracteriza por ese tipo de respuestas prepotentes. Recuérdense, solo a manera de ejemplo, las que hizo cuando Argentina volvió a nacionalizar su petróleo, el tono altisonante y amenazador que utilizó.

Toda actitud colonial tiene, como una de sus contrapartes, la actitud colonizada; es decir, la introyección de la subyugación y el vasallaje. Frantz Fanon analizó magistralmente esto en los años treinta del siglo XX cuando acuñó el concepto de negritud. El negro, dijo, ha hecho suya la discriminación de la que ha sido objeto y se avergüenza de ser negro: piel negra, máscaras blancas.

En América Latina hay muchas máscaras blancas. El gobierno de Panamá caracterizó todo el incidente con el presidente Evo como “un malentendido”. Mejor no hubieran dicho nada. Otros no abrieron la boca, se quedaron calladitos.

El “por qué no te callas” de su majestad coja, fue la primera insolencia pública que una autoridad española hizo a un mandatario latinoamericano en tiempos recientes. Ésta es la segunda y, si nos dejamos, vendrán más.

Hay que ponerles un alto.

2 comentarios:

Leda Mendez dijo...

Todo el que cree ser superior actúa así. Ese no es el problema. El problema es que uno lo permita. Con Latinoamérica ya están empezando a respetar límites porque nosotros ya se los estamos poniendo y muy claros. En C.R le estamos poniendo límites a su empresa depredadora de telefonía que pretende mandar a callar la empresa nacional pero no ha podido.

Ana dijo...

Me permití poner un link en mi blog, La columna de Ana, a tu artículo. Ana María Rodas.