sábado, 27 de julio de 2013

Guatemala: Del terrorismo de estado al terrorismo psicológico

La Fundación contra el Terrorismo expresa la cultura del terror que hizo posible el genocidio en Guatemala. Esta cultura del terror tiene raíces coloniales en la construcción de la otredad negativa del “indio”, en el hábito explotador de la fuerza de trabajo y en el oscurantismo reaccionario.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

En un lapso de tiempo relativamente corto, la autodenominada Fundación contra el Terrorismo ha logrado  colocarse en la vida política  de Guatemala  en una posición relevante. Los motivos son fáciles  de encontrar. Cuenta con un apoyo financiero notable que procede  probablemente de un sector empresarial que comparte con Ricardo Méndez Ruiz Valdés y su grupo  su paranoia anticomunista, su extremismo reaccionario y su vocación terrorista.  Expresa además una línea de pensamiento que resulta cara a un sector importante de la sociedad guatemalteca y que tiene profundas raíces en la historia del país.

En efecto, lo que no puede negársele a la Fundación contra el Terrorismo, es que a diferencia de los partidos políticos de la derecha neoliberal, como bien lo dijo Irma Alicia Velázquez Nimatuj, cuenta con una ideología definida  la cual es heredera de lo más extremista del mal llamado Movimiento de Liberación Nacional encabezado por el histórico Mario Sandoval Alarcón. En ese sentido la Fundación contra el Terrorismo  cuenta con una ideología, con una identidad y con una solidaridad entre sus militantes y adherentes. En palabras del politólogo italiano Angelo Panebianco, la referida fundación  esta agrupada primeramente  en torno a “incentivos colectivos” lo cual la diferenciaría del resto de partidos derechistas que estarían articulados, como la inmensa mayoría de los partidos  políticos en Guatemala, en torno a los “incentivos selectivos”: poder, status y bienes materiales.

La Fundación contra el Terrorismo expresa la cultura del terror que hizo posible el genocidio en Guatemala. Esta cultura del terror tiene raíces coloniales en la construcción de la otredad negativa del “indio”, en el hábito explotador de la fuerza de trabajo y en el oscurantismo reaccionario. En el siglo XIX se nutrió  con el culto a la figura dictatorial y en el siglo XX, desde la insurrección en El Salvador de 1932, se articuló con el anticomunismo y la construcción de una nueva otredad negativa: “el comunista”. Racismo, clasismo y oscurantismo fueron  componentes indispensables para legitimar la represión a cualquier forma de disidencia y conforme se fue agudizando el conflicto interno en el país, para legitimar las acciones de terror estatal  hasta culminar en la legitimación del genocidio.

Hasta el momento la Fundación contra el Terrorismo y sus sostenedores en los medios empresariales y medios de comunicación, tienen las manos atadas para efectuar acciones de eliminación física a todos los que considera sus enemigos. En lugar de ello como también lo señaló Irma Alicia, procede a efectuar acciones de terror psicológico elaborando listas de supuestos terroristas. Y aun cuando  la referida fundación no suscribió el documento que se llama “Los Rostros de la Infamia”, tal pasquín refleja un punto en común con Méndez Ruiz y su grupo: considerar como enemigos desde la  Fiscal General Claudia Paz y Paz hasta el embajador estadounidense Arnold Chacón. Los documentos que ha producido la Fundación contra el Terrorismo recuerdan a los que publicaba “La Mano Blanca” en los sesentas del siglo pasado y a las listas de muerte que publicó “El Ejército Secreto Anticomunista” en los setentas y ochentas de la misma centuria.

Como por el momento no se puede aterrorizar matando, la Fundación contra el Terrorismo procede a la difamación  como lo hizo con Irma Alicia. No hay ahora una dictadura militar que haga sistemático terror estatal selectivo y masivo. En lugar de ello, la referida fundación se encarga de recordarnos a todos los que disentimos del extremismo reaccionario, que cualquiera de nuestras opiniones pueden ser castigadas con un difamatorio  campo o suplemento pagado. Que tales difamaciones pueden ser la antesala de algo peor.

El fantasma del terror recorre a Guatemala. La Fundación contra el Terrorismo, en sentido contrario a su nombre, lo está propalando. 

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