sábado, 30 de marzo de 2013

Ternura revolucionaria

El desafío para todo latinoamericano es y será defender la revolución bolivariana, el ALBA, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador; la paz y la justicia en Centroamérica; prevenir las guerras y las violaciones a la autodeterminación y derechos de la Madre Tierra y lograr la ansiada unidad y dignidad históricas de nuestros pueblos.

Juan Almendares / Especial para Con Nuestra América
Desde Tegucigalpa, Honduras

"...Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor... Hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de sentido de la justicia y de la verdad, para no caer en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas... Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario"
Ernesto Che Guevara

Los procesos de colonización, recolonización y neocoloniaje tienen raíces profundamente violentas: históricas estructurales o simbólicas que se expresan en la reproducción y expansión del sistema capitalista. Son cinco siglos de dolor y sufrimiento caracterizados por la desigualdad social, la injusticia, el racismo, el sexismo, el autoritarismo patriarcal, la invasión y el saqueo de los bienes naturales, además de la expropiación de los territorios y de la cultura.

Son quinientos años de invasión tecnológica que han aplastado el saber de los pueblos y colonizado la vida y la naturaleza. Los avances técnicos y científicos han servido a la lógica del crecimiento del capital para desarrollar los agronegocios, la industria extractiva, la biotecnología y la informática con el menoscabo de la cultura y la apropiación de la propiedad intelectual. Son herramientas utilizadas para encarcelar y envenenar las aguas, los aires y los suelos con plaguicidas, semimetales y metales pesados liberados por la extracción minera. Son instrumentos de violación de la soberanía alimentaria al crear las semillas híbridas, los agrocombustibles y los productos transgénicos que dañan la biodiversidad y la salud integral.

Son cinco centurias de guerra imperialista, acompañadas de la manipulación perversa de la falsa historia que crea la imagen de la “guerra entre nosotros o nosotras”. El campo bélico, ideológico, económico y político en América Latina tiene diversas formas de expresión que se articulan para constituir una verdadera unidad de producción de violencia cuyos objetivos son dominar, controlar y aniquilar toda fuerza opositora y de liberación. Las formas de guerra, son diversas e inseparables en sus objetivos de dominación y control, y su desarrollo articulado depende del contexto, la coyuntura histórica, los planes estratégicos y la respuesta de los pueblos sometidos.

Las guerras puede ser tradicionales, irregulares, económicas; de conflictos, de baja intensidad, psicológica. Y los brazos guerreristas que se articulan a estos procesos están en el marco de las estrategias mediática, jurídica, ideológica, política y teológica. La guerra tradicional es la que ocurre con la invasión de marines o tropas foráneas aliadas con los ejércitos locales. Es evidente la ocupación del territorio y la participación de soldados extranjeros y mercenarios; tal como ha ocurrido en América Latina, Irak, Filipinas Afganistán, Vietnam y Libia.

La guerra no convencional (algunos le llaman irregular), donde las tropas invasoras y sus bases militares, no obstante estar presentes y activas, imponen en el imaginario social la imagen de que no participan en los procesos violentos y que son las propias poblaciones de los Estados subalternos las responsables de su propio aniquilamiento, creando así la macro idea de que la “guerra es entre nosotros y nosotras” cuando en realidad es el sistema imperialista el que crea “la guerra contra nosotros y nosotras” al promover la militarización, la formación de torturadores, los gastos en armas; además de que responsabilizan a los pueblos del tráfico de drogan cuando son los países neocoloniales los que tienen el mayor consumo y producción de tales drogas, del alcohol y del tabaco.

Según Mary Kaldor, “las Nuevas Guerras son guerras libradas por redes de actores estatales, y no estatales, a menudo sin uniforme… Son guerras en las que son raras las batallas, donde la mayor violencia se dirige contra la población civil… Son guerras donde la distinción entre combatiente y excombatiente o entre violencia legítima y criminal se difuminan…” Desde luego, a nuestro juicio estas guerras, como antaño, son el pretexto para intervenir los pueblos o bien ocupar los territorios tal como ocurrió con la “guerra del opio” en China y el “Plan Mérida” en Mesoamérica.

La guerra económica se realiza mediante el reajuste estructural de la economía en función del control del mercado, la globalización del capital financiero, la privatización de la salud, la educación, la vivienda; la eficacia y eficiencia del mercado garantizada por la militarización y la imposición de los Estados policiales y militares y los golpes de Estado. Los bloqueos económicos a los países que no se someten -tal es el caso de Cuba y ahora Venezuela, Bolivia y Ecuador-. Se imponen los derechos humanos en función del mercado y en consecuencia la defensa de los derechos de la propiedad de la globalización capitalista con menoscabo de los derechos de la clase obrera y campesina.

La guerra de Conflictos de Baja Intensidad es un proceso a largo plazo y trata de controlar a la población, más que al territorio, para lo cual es inseparable de lo ideológico, de lo político mediático y psicológico y su propósito es desgastar y aislar a las fuerzas opositoras.

La guerra psicológica, al igual que la mediática, es parte tanto de la guerra convencional, de la no tradicional y de la de los conflictos de baja intensidad; por lo tanto siempre esta ligada al componente militar, mediático y de contrainsurgencia. La misión de esta guerra es la de destruir la moral y la voluntad de los pueblos sometidos; aislarlos de sus potenciales aliados, dividir a las organizaciones opositoras y hacer creer que es imposible cambiar la realidad política de dominación.

La guerra mediática se caracteriza por manipular, ocultar, distorsionar la verdad y responder a los planes de contrainsurgencia o de creación de mecanismos que debiliten las fuerzas contrahegemónicas. Se ha observado en la situación actual de Venezuela donde las campañas han presentado al hermano país como el proceso más antidemocrático, cuando realmente ocurre lo contrario.

Uno de los aspectos poco señalados tanto de la guerra mediática como de la psicológica es la creación de enfermedades en la persona, la familia y la colectividad. Esta guerra produce terror, estrés intenso, a tal grado que vulnera el aparato psicoinmunoneurológico hormonal lo cual genera estados depresivos y cambios de conducta; debilita el sistema inmunológico, nervioso y hormonal lo cual hace que el organismo se torne más susceptible a las infecciones y tumores.

Durante toda esta historia de tortura y terror del capitalismo no ha existido el amor y la ternura con respecto a nuestros pueblos. Las únicas palabras son: ¡Guerra! ¡Violencia! Estas palabras son los recuerdos hirientes que vulneran la vida y la dignidad histórica de los pueblos.

Como se observa, cualesquiera que sea la forma de lucha y aun la mínima protesta la respuesta del sistema es siempre violenta. El sabio Martí lo decía: “Los pueblos viven de la levadura heroica. El mucho heroísmo ha de sanear el mucho crimen”. Simón Bolívar decía: “El amor a la paz, tan propio de los que defienden la causa de la justicia, no será jamás ahogado por los dolientes clamores de la humanidad, antes inmolada en el transcurso de tantos dolores.” Y con sabia clarividencia pronosticaba: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miseria a nombre de la libertad”. El otro héroe del amor a la libertad Francisco Morazán expresó: “Declaro que mi amor a Centroamérica muere conmigo”. De allí el ejemplo de nuestras heroínas de América Latina: Micaela Bastidas, Manuela Sáenz, Juana Azurduy, Francisca de Zubiaga; y en Honduras Josefa Lastiri Lozano, Visitación Padilla, Lolita Caballero y decenas de mujeres campesinas, indígenas y garífunas: El amor y la ternura de las mujeres ha sido esencial en los procesos de liberación y justicia.

Para el sistema capitalista la revolución es un concepto que despierta esencialmente la idea de violencia. Sin embargo dos de sus grandes teóricos y prácticos: Che Guevara y Fidel Castro lo asociaron al amor, la ternura y la injusticia. Fidel considera que “la revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado… es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos… es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio… es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y de las ideas… es luchar por nuestros sueños de justicia, para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”.

El sistema capitalista ha tratado en forma violenta a quienes predican “la lucha no violenta”. Gandhi, quien abrazó la causa de la verdad y el no hacer daño al contribuir a la liberación de la India del Imperio Británico fue asesinado. El Mahatma expresó: “El amor es la fuerza más humilde, pero la más poderosa”. Martín Luther King, partidario de la no violencia y Premio Nobel de la Paz, al luchar contra el racismo y contra la guerra de Vietnam fue también inmolado por soñar: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojala ya no tuviera necesidad de soñarlas”.

En los procesos de dominación y liberación de los pueblos oprimidos la teología ha sido un componente fundamental. Es histórica colonizadora y neocolonizadora con una función teocrática, defensora de las ideas capitalistas. Sin embargo en oposición a esta filosofía han surgido movimientos en el seno de las iglesias que en el siglo XX y en este inicio del XXI se han identificado con la opción preferencial de los pobres y la Teología de la Liberación. Consecuentes con el amor hacia los pobres varios sacerdotes, monjas, celebradores y celebradoras de la palabra, pastores y pastoras han sido torturados , asesinados: Monseñor Romero y el padre Guadalupe Carney. El fraile y teólogo de la liberación Frei Betto en su encuentro con Fidel dijo:”La Revolución cubana es una obra Evangélica… ¿Qué significa evangelismo de Jesús? Significa dar comida a quien pasa hambre, salud a quien está enfermo, amparo a quien está desamparado, ocupación a quien está desocupado…”

Frente a las “Nuevas guerras del siglo XXI” surgió el proyecto histórico del socialismo del Siglo XXI, impulsado desde Venezuela por Hugo Chávez quien, Inspirado por Bolívar, Martí, Fidel, el Che Guevara, la Teología de la Liberación, el marxismo y el feminismo (“un verdadero socialista tiene que ser feminista”) realizó profundas transformaciones en su país, e influyó poderosamente en los procesos de liberación de América Latina. Desde la perspectiva de Chávez, Venezuela vive en un Estado de transición (“Democracia revolucionaria“) para después llegar al socialismo. El proyecto tiene cuatro principios:

MORAL (luchar contra los demonios del capitalismo: el individualismo, el egoísmo, el odio y los privilegios).

DEMOCRACIA PARTICIPATIVA (el poder debe estar subordinado al pueblo).

IGUALDAD CONJUGADA CON LIBERTAD (una sociedad de incluidos, sin desiguales, sin privilegios.

POLÍTICAS ECONÓMICAS (promoción del cooperativismo, la propiedad colectiva, la banca popular, la autogestión, la cogestión, las empresas de producción social y la estatización del petróleo).

Por su talla de líder revolucionario, de corazón tierno y generoso, amado por su pueblo y los pueblos oprimidos de América Latina y el mundo, los intereses imperialistas desataron las “nuevas guerras”, la guerra mediática, las operaciones psicológicas y teológicas contra Venezuela y la Revolución Bolivariana; contra el ALBA, y específicamente contra la persona de Hugo Chávez a quien enfermaron su cuerpo pero jamás lograron destruir su amor y su ternura revolucionaria por América Latina.

Después de su muerte, el desafío para todo latinoamericano es y será defender la revolución bolivariana, el ALBA, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, El Salvador; la paz y la justicia en Centroamérica; prevenir las guerras y las violaciones a la autodeterminación y derechos de la Madre Tierra y lograr la ansiada unidad y dignidad históricas de nuestros pueblos.

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