sábado, 9 de junio de 2012

Europa neoliberal

Mientras Europa (y España) se pone en la ruta del neoliberalismo más arrogante y agresivo, buena parte de los países de América Latina ya pasamos por semejante experiencia.

Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)

Escribo desde España. Aquí me ha llamado la atención (hace poco no era así) la generalizada opinión de que este país “anda mal”. Observo a cada paso que en la gente hay una amplia sensación de crisis, que en las conversaciones se advierte que el camino que se viene probablemente sea peor y que las medidas que se están tomando son inconcebibles.

A España se la presiona para que ajuste su economía con disminución del gasto público, recortes de pensiones, flexibilidad laboral, privatizaciones y “salvataje” bancario. El Gobierno ha propuesto, incluso, que los bancos privados puedan acudir directamente al financiamiento europeo sin pasar por la intermediación del Estado. Y en la televisión he visto las declaraciones de funcionarios estatales que apuntalan y defienden el nuevo esquema con una “solvencia” que impresiona.

En contraste, hay gran interés por lo que pasa en América Latina, y particularmente en Ecuador. Se advierte que hay cambios trascendentes en la región. Y en el medio académico universitario en el que me encuentro, Ecuador atrae por el impulso económico, el mejoramiento sistemático de la situación social y el fortalecimiento institucional y democrático actuales.

He sostenido que mientras Europa (y España) se pone en la ruta del neoliberalismo más arrogante y agresivo, buena parte de los países de América Latina ya pasamos por semejante experiencia. A partir de la crisis de la deuda externa que estalló en 1982, la región fue sometida por la conjunción del recetario aperturista del Fondo Monetario Internacional, los intereses del alto empresariado y las políticas neoliberales de los sucesivos gobiernos.

A consecuencia de semejante “modelo” en América Latina el deterioro social y laboral fue constante, a pesar de la promoción empresarial, el consumismo y la imparable concentración de la riqueza en una poderosa élite, a la que se enajenó la irresponsable clase política tradicional.

Ahora, gracias a los gobiernos de la nueva izquierda latinoamericana, en buena parte de los países ese perverso modelo económico revirtió. Desde 2007 Ecuador abandonó el “recetario” neoliberal que Europa traza para su futuro como algo “técnico” e “inexorable”; y, además, cambió la orientación del poder en el Estado, donde los empresarios y banqueros dejaron de ser los determinantes absolutos de las políticas económicas.

En consecuencia, América Latina y particularmente Ecuador tienen mucho por ilustrar a los grandes países capitalistas centrales.

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