viernes, 9 de septiembre de 2011

¡Estudiantes de latinoamérica, uníos! La inconformidad desde Chile al Perú

Una suerte de “serendipity” entre juventudes peruanas y chilenas coincide históricamente. Ambas coyunturas estudiantiles, de carácter socio-educativa-cultural-política-económica, son la muestra de la enorme insatisfacción que existe frente a la soberbia, el pragmatismo y la caducidad de un sistema (entre ellos el del oficialismo católico) que hegemoniza el poder como instrumento de control y dominio.

José Toledo Alcalde / Especial para Con Nuestra América

Desde Lima, Perú

"No derrumben mi casa / vieja, había dicho. / No derrumben mi casa… / Es cierto, no lo niego, / las paredes se caían / y las puertas no cerraban totalmente. / Pero mataron mi casa, mi dormitorio con su / alta ventana mañanera. / Y no quedó nada / del granado, / las moras ya no / ensucian mis zapatos, / del manzano sólo veo / hoy día, /un triste tronco que / llora sus manzanas /y sus niños".

Javier Heraud (De: "El Viaje", 1961)

INTRODUCCIÓN

El tema de la cuestionada ordenanza del Vaticano sobre la anhelada reforma del Estatuto Universitario (en delante EU) de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) se da en un contexto de movilización social en el hermano país de Chile originado a raíz de malestares surgidos al interior del sector educación. Lo que empezó siendo una protesta del estudiantado chileno frente a las dramáticas desigualdades por la que atraviesa el sector educativo resulto siendo el alfiler que hizo explotar el globo ilusorio de un desarrollo económico sostenido como el modelo ideal del sistema filosófico y económico liberal en América Latina. El estudiantado chileno encendió la mecha de una cadena de frustraciones acumuladas en más de treinta años y allí vemos un pueblo exigiendo que la justicia se encarne en las necesidades profundas de Chile y deje de seguir privilegiando a un pequeño sector de la población.

Una suerte de serendipity entre juventudes peruanas y chilenas coincide históricamente. El sábado 3 de Septiembre de 2011, en horas de la mañana, las juventudes estudiantiles chilenas se reunieron en la Casa presidencial de la Moneda. El presidente Sebastián Piñera dialogó con los estudiantes los cuales exigen una presencia equitativa del Estado en la maltratada educación pública nacional. El próximo 23 de Septiembre – en Lima – se llevará a cabo la Asamblea Estudiantil de la PUCP en donde se señalarán los pasos a seguir en cuanto a el mandato de reforma estatutaria que plantea la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede. Ambas coyunturas estudiantiles de carácter socio-educativa-cultural-política-económica podrían parecer – a simple vista – de naturaleza diferente, pero, a la larga ambas son la muestra de la enorme insatisfacción que existe frente a la soberbia, el pragmatismo y la caducidad de un sistema (entre ellos el del oficialismo católico) que hegemoniza el poder como instrumento de control y dominio.

El caso peruano. En medio de una controversial proliferación de universidades en el Perú, una suerte de mercantilización del quehacer pedagógico, surgen individualistas preocupaciones de carácter político como los suscitados por el litigio entre la PUCP y la Santa Sede. En un estudio sobre la situación de la enseñanza superior en Perú el profesor de la Universidad Mayor de San Marcos Marcel Velázquez señalo que “el sistema universitario en Perú ha colapsado para convertirse en una “fábrica de títulos”, que se obtienen como en las tiendas departamentales, “a precios de liquidación”, mientras los alumnos poco se esfuerzan para titularse… En Perú hay 98 universidades (63 privadas y 35 públicas), de las cuales 38 están en la capital y 60 en provincias, en las que hay un universo de 700 mil alumnos matriculados en más de 600 facultades y en 400 escuelas de posgrado”.[1]

El problema PUCP y la Santa Sede pone al descubierto la crisis ético-institucional y la delicada fibra que sostiene la realidad universitaria en el Perú. Como bien lo señala Néstor Roque Solís:

La proliferación de universidades en el Perú, ha generado un canibalismo para quedarse con una porción del mercado de alumnos con una estrategia voraz y perversa, y compinches son los magistrados, parlamentarios y alcaldes…El deterioro de las universidades y sus carreras profesionales, es consecuencia inevitable del surgimiento de las economías basadas en el conocimiento. La innovación continua en la tecnología y en las organizaciones de negocios conduce inevitablemente a la progresiva destrucción creativa de muchas prácticas que antes se honraban, incluyendo aquellas que eran el centro de muchas carreras.[2]

En este preocupante contexto de orden ético-legal se levanta el litigio de estas dos prestigiosas instituciones las cuales centran la atención de las primeras planas de los medios. Desde hace algunos días, asistimos a la gran discusión entre representantes de la Santa Sede y la PUCP. Dicho sea de paso, son discusiones jurídicas, políticas y mediáticas que para el grueso de la población podría representar un asunto ajeno a sus intereses. Lo cual podría ser un error puesto que el problema de la PUCP es de interés nacional – atañe la educación de miles de estudiantes del territorio patrio – lo cual a la ciudadanía en su conjunto. La presente es solo la reacción reflexiva como testigo externo a la experiencia de la Comunidad Universitaria Católica. Lo interesante es ver como la mass media – a fines de los intereses del Vaticano – le dan un enfoque casi exclusivamente jurídico, a un asunto – que según nuestro parecer – es básicamente de índole político.[3]

De esta manera, señalamos que la presente no tiene como objetivo orientarse a los pormenores del litigio sobre la pertenencia de la PUCP y las indicaciones señaladas en el testamento de José de la Riva-Agüero y Osma; existen especialistas en la materia que están investigando sobre el particular, más aún que el caso ya está en manos del Poder Judicial. Hemos revisado el Documento pontificio Ex Corde Ecclesiae – al cual haremos alusión más adelante – y nos llama fuertemente la atención las partes omisas en las discusiones advenidas al respecto del litigio. Consideramos que existen dos preocupaciones de fondo: 1.- Quién o quiénes son los propietarios de la PUCP y 2.- La legalidad o legitimidad de atribuirle la responsabilidad al Gran Canciller de elegir quienes serían los candidatos idóneos para el rectorado a ser evaluados por la Santa Sede. Nosotros nos avocaremos a comentar y citar referencias sobre el segundo punto.

Estudiantes de la PUCP: Una herejía llamada criticidad

En el intento de encontrar alguna manifestación de insatisfacción o desgarro estudiantil que confronten la dogmaticidad con la cual está siendo llevado el asunto nos encontramos con www.cerocontenido.com. Por las insatisfacciones puestas en evidencia - por el estudiantado - habría que realizar un censo al interior de la PUCP y tener claro cuántos de sus estudiantes y demás miembros comulgan con la línea sectariamente conservadora del actual pontífice y sus representantes. Ojo! No estamos hablando de cuestiones de fe o religiosidad. De nuestra parte, no creemos que el grueso de las juventudes – y, no solo católica – haga eco de Martín Santivañez cuando sostiene - muy fiel al espíritu del Concilio Vaticano I (1869):

Por eso, la catalepsia prolongada de la PUCP terminará cuando recupere su espíritu fundacional y sea exorcizada del demonio sectario que ahora pontifica desde Pando con ropas de querubín…Es inimaginable sostener que se puede ser católico en contra de la Iglesia. Detrás de una afirmación de ese calado hay ignorancia o mala fe…Benedicto XVI acaba de recordarnos en Madrid, hace una semana, durante la Jornada Mundial de la Juventud, que "no se puede seguir a Jesús fuera de la Iglesia". Para estar dentro de la Iglesia hay que vivir en comunión con Roma.[4]

El editorial del blog cerocontenido.com plantea como problema la posibilidad de acceder a las modificaciones del EU propuestas por la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede, que entre otras, daría “soberanas” facultades al Gran Canciller sobre la elección del rectorado universitario en relación directa con el parecer del alto funcionario de la Iglesia Católica Romana, Benedicto XVI.

Cerocontenido.com señala: “El verdadero problema es cuando se habla de darle la autoridad a Cipriani de controlar la selección de rectores, profesores y financiamiento a investigaciones, adecuándolas a una doctrina cristiano romana. Fuera de que despidan a los profes de gay (¿chau facultad de Humanidades?) y nos hagan rezar el rosario o cosas por el estilo, el problema fundamental cuya importancia rebalsa los lloriqueos contenidos por los muros de la Católica es la posibilidad de que corten financiamiento a grupos e investigaciones que se preocupan por el desarrollo de temas con los que Cipriani y el Opus Dei están en desacuerdo y con los que la Iglesia Católica probablemente no se sienta cómoda tampoco”.

Es en esa línea de incertidumbre donde dicho blog lanza que podría estarse formulando en este momento cualquier estudiante: “¿Qué pasaría con la Diplomatura de Posgrado en Estudios de Género? ¿Los talleres de estudio de género? ¿Ven a Cipriani apoyando al Grupo de Estudio de Teoría Feminista? ¿O dando espacio público para la discusión sobre la adopción de niños realizada por parejas homosexuales? Y no sólo las lesbianas deberían estar preocupados por la posible disolución de financiamiento o apoyo, sino también cualquier persona preocupada por temas relevantes como por ejemplo la Democracia y Derechos Humanos”. En la preocupación planteada - a través del blog – percibimos que el malestar del estudiantado de la PUCP se encuentra lejos de ser de interés en la agenda de prioridades del Gran Canciller peruano.

Para muestra un par de “herejías”: Javier Albán (22), presidente de la Federación de Estudiantes de la PUCP (FEPUCP) sostuvo: “si entra el cardenal Cipriani se acabaría el pluralismo, la posibilidad de escuchar distintas ideas y de debatir entre nosotros”. Adrian Lengua (20), uno de 26 representantes en la Asamblea Universitaria de la PUCP señaló de igual forma: “se perdería la libertad de cátedra y, además, se afectarían los valores democráticos, que nos permiten elegir a nuestros representantes y a nuestras autoridades”.[5]

Para el estudiantado no existen problemas que giren en torno a lo establecido por José de La Riva-Agüero y Osma en cuanto al beneficiario del Fundo Pando. Para los estudiantes lo que está claro es que “las correcciones a los estatutos establece que son atribuciones del gran canciller proponer a la Congregación para la Educación Católica el nombre del rector, el que será nombrado por este a partir de los tres candidatos elegidos por la asamblea universitaria…”.[6] Así lo confirma el mismo portal del Arzobispado de Lima: “Las correcciones a los estatutos establece que son atribuciones del Gran Canciller proponer a la Congregación para la Educación Católica el nombre del rector, el que será nombrado por el Gran Canciller a partir de los tres candidatos elegidos por la Asamblea Universitaria”. [7]

Los viejos y los jóvenes a la obra. Acuerdos Universitarios.

Ante un aparente silencio monacal del estudiantado notamos una movilización político-estudiantil llevada adelante con la seriedad que la coyuntura requiere. El pasado lunes 29/08/11 La Oficina de promoción social y actividades culturales de EE.GG.LL. (Estudios Generales Letras-PUCP) organizaron la mesa redonda: “El rol de los estudiantes en el contexto actual de la PUCP. Hablan los representantes” en la búsqueda de soluciones ante la inminente amenaza contra la autonomía universitaria por parte de la Santa Sede. Estas reuniones se dan en el contexto de una serie de manifestaciones estudiantiles como el Acuerdo de la Asamblea Universitaria de la PUCP realizada el 19 de agosto de 2011 teniendo como único tema de agenda tomar acuerdos respecto a la reforma del Estatuto de la Universidad propuesta por la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede ad portas de la próxima sesión de la Asamblea a celebrarse el 23 de Septiembre. A continuación algunos énfasis sobre los acuerdos emitidos por la Secretaria General:

“1. Expresar su respaldo al modelo actual de la PUCP plasmado en su Estatuto…; 2. Expresar un voto de reafirmación en la identidad católica de nuestra casa de estudios, comprometida con el Perú y su sociedad; 3. Manifestar su voluntad de preservar la autonomía universitaria y el derecho a la propiedad privada de sus bienes, de acuerdo con la Constitución y la legislación peruana; 4. Declarar que los bienes de la Universidad no son eclesiásticos ni regidos en tal condición por el Derecho Canónico, sino…por las leyes peruanas. 5. Expresar un voto de respaldo a la conducción que viene dando el Rectorado a las relaciones que mantiene, de un lado, con el Arzobispo de Lima y, de otro lado, con la Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede y otras instancias de la Iglesia Católica….;6.Conformar una comisión al interior de la Asamblea Universitaria para que estudie la propuesta de reforma y elabore un informe a partir del cual la Asamblea Universitaria adoptará una decisión institucional en una próxima sesión…”.[8]

La posición estudiantil – que seguramente será ratificada el próximo 23 de Septiembre – es el signo con el cual se vienen entretejiendo los guiones políticos de esta tensa situación que lleva más de 4 años en vilo. Por lo visto, la coyuntura histórica estudiantil de hace 100 años fue diferente. Percibimos que en general las juventudes del siglo XXI rechazan seguir siendo manejados por dogmas y verdades absolutas. El fundamentalismo, venga de donde venga, corroe las bases de los mínimos éticos indispensables como la justicia, el derecho y la equidad que aseguran los niveles de alteridad social que no solo la PUCP necesita. Las bulas papales en las cuales se repartió el mundo y distribuyó poderes en complicidad con los imperios de la época parecieran no haber llegado a su fin. Lamentablemente hasta que no se someta a discusión la vigencia o no del Concordato entre la Santa Sede y la República del Perú (1980) seguirán existiendo conflictos de adaptación de una religiosidad oficial desfasada en el tiempo.

La fiesta endemoniada por el Fundo Pando. Las amistades de Cardenal.

El atrincheramiento ultra liberal de la actual línea política de la Iglesia Católica trasciende los linderos de la fe a-política atribuida como distingo principal de la religiosidad popular. Las posiciones políticas a fines del cardenalicio Cipriani no se han dejado esperar. La comunicadora social María Cecilia Villegas señala: “Si a Marcial Rubio y sus amigos no les gusta, muy fácil formen otra universidad, pero dejen a la PUCP en manos de su legítima dueña: La Iglesia Católica”.[9] El representante legal del Arzobispado Natale Amprimo Pla confirma la versión de Villegas: “Si la universidad no acata las decisiones del Sumo Pontífice, la Iglesia tomará acciones en defensa de sus derechos y de su patrimonio”.[10] Por otro lado la campaña ideológica de desestabilización de la PUCP fueron asumidas –entre otros - por un importante miembro del Opus Dei, Rafael Rey Rey y ex candidato a la vicepresidencia de la república por las filas partidaristas del fujimorosmo: “Lamentablemente, desde hace muchos años la Universidad Católica ha permitido que en sus claustros, de diferentes facultades, se originen personas que empiezan a actuar como marxistas y comunistas. Eso no me parece (...). Lo que no puede pasar es que la universidad forme en doctrina marxista y origine a marxistas y comunistas”.[11]¿Por qué no le parece al Sr. Rey que en la universidad se ventilen teorías marxistas?¿ Qué tipo de universidad es su modelo de excelencia, donde se editen, fiscalicen y satanicen bibliografías como otrora se hizo a través de inquisitorias bulas papales?[12]

Amprimo señaló que no están bien entendidas – de parte del Rector Marcial Rubio - las exigencias del Santo Padre. El Cardenal Cipriani no tiene facultad para elegir a Rector alguno, el responsable de dicha designación es el mismo pontífice: “Lo que se plantea es que la asamblea proponga una terna, que el gran canciller elija a una persona y esta sea sometida a Roma para que sea el Papa el que designe. No es el cardenal el que elige, es el Papa. Aquí lo que se está cuestionando es la autoridad del Sumo Pontífice, lo cual es muy grave, porque todos los católicos le debemos obediencia al Papa”.[13]

El representante legal del Arzobispado sostuvo que en las condiciones jurídicas en la cual se constituyó a la creación de la PUCP le otorga todas las potestades sobre la PUCP al Vaticano: “Cuando se fundó, en 1917, estaba vigente en el Perú la Constitución de 1860, que establecía que la nación estaba entregada a la religión católica. La universidad se fundó con previa autorización de Roma, del episcopado peruano y del arzobispo de Lima, y de acuerdo con las normas canónicas de aquel momento, que establecían que cuando eso ocurría la institución se consideraba una persona jurídica de derecho público eclesiástico, cuyos bienes pertenecen a la Iglesia.[14]

Para la vicerrectora de la PUCP, Pepi Patrón, “El tema es que la pluralidad que nosotros defendemos es que también hayan judíos, protestantes, ateos, gays, cosa que no sucede en las otras universidades pontificias como en Chile y Argentina. Ahí se ha botado a los divorciados, a los judíos, a los gays… Estamos hablando de una idea de ser católico (la del Opus Dei) que nosotros no compartimos. Nosotros creemos que nuestro estatuto está adaptado a la constitución ‘Ex corde ecclesiae’ tal y como está”.[15]

Ernesto De la Jara sostiene: “Limpiemos de polvo y paja lo que viene ocurriendo con la Universidad Católica: desde hace años el Arzobispo quiere apropiarse de dicha universidad, tanto para poder manejar a su antojo la gran cantidad de bienes que tiene, como para determinar su orientación académica”.[16] Hay otros como Javier Torres que piensan que el problema de la PUCP y el Arzobispado debería ser trascendido por una macro visión acerca la mercantilización de la educación universitaria como se viene dando hoy en el Perú: “pareciera que para los miembros de la comunidad PUCP el mundo comienza y termina en el Fundo Pando. Y lo digo con cierta decepción porque más allá de la nostalgia que algunos podamos tener de lo que fue la universidad en la que estudiamos, no me parece percibir en quienes la defienden de la intromisión cardenalicia, una mayor preocupación por la pobreza de la educación superior en el Perú”.[17]

Para José Godoy: “En el fondo, se enfrentan dos visiones sobre la formación universitaria: quienes quieren un centro de adoctrinamiento casi inquisitorial y quienes procuran una enseñanza plural y de calidad… En un país donde Gustavo Gutiérrez demostró que se puede reflexionar sobre la creencia a partir de textos laicos, el oscurantismo termina haciéndole mucho daño a la Iglesia Católica y a su relación con la sociedad.[18] Contrariamente la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) sostiene: “[debe procederse] conforme al ordenamiento legal vigente, no hay impedimento para que en los Estatutos de la PUCP se incorporen los cambios dispuestos por la Santa Sede”.[19]

Lejos de la disputa sobre lo que dijo o dejo de decir el testamento de Riva Agüero; sobre la vigencia de la Constitución de 1860 hasta el día de hoy, sobre las intimidaciones que ejerce el Gran Canciller sobre todo aquello que no comulgue con sus ideas, la Federación de Estudiantes de la PUCP tienen claro que les interesa muy poco “perder” la titulación de Universidad Pontificia Católica si en última instancia hay que decidir entre la autonomía o el sometimiento a lo dicho por los representantes del Vaticano en el Perú. Javier Albán sostuvo: “En el caso extremo en el que las dos opciones sean 'o te quedas con el título de pontificia y entra Cipriani, o te sacas el titulo y te quedas con tu autonomía', vamos a preferir lo segundo".[20]

Frente a la reacción del estudiantado existen versiones que insisten en atribuirle al colectivo estudiantil ignorancia o ingenuidad a cada una de sus intervenciones : “… los alumnos de la PUCP, bien despistados y engañados. ¿Por qué no leen el testamento de Riva Agüero, que se encuentra en la página web del Arzobispado? ¿Por qué no se informan en el Arzobispado de qué se está hablando? Muchos repiten como loros: “que habrá un index”, “que no podrán leer a Marx, Engels o Nietzsche”, “que las alumnas de teatro no podrán desnudarse”, “que los alumnos tendrán que tener el pelo corto y las alumnas llevarán su falda hasta el tobillo” y que debido a todo ello harán marchas o se atrincherarán ¿se creen la CGTP?[21]

Ex Corde Ecclesiae. ¿“Bula Pontificia Universitas”?

Cuando escuchamos a la vicerrectora de la PUCP Pepi Patrón señalar: “Estamos hablando de una idea de ser católico (la del Opus Dei) que nosotros no compartimos. Nosotros creemos que nuestro estatuto está adaptado a la constitución ‘Ex corde ecclesiae’ tal y como está”, no nos queda otra que entrever el extenso texto presentado por el Beato Juan Pablo II el 15 de Agosto de 1990 intitulado: “Ex Corde Ecclesiae. Sulle Universitá Cattoliche” (Desde el corazón de la iglesia. Sobre la Universidad Católica) en su calidad de Constitución Apostólica.

Movidos por la dogmaticidad con la cual Vaticano trabaja sobre los documentos de la Iglesia, así como en la tradición de la misma, nos llama seriamente la atención ver como se conservan – a pesar del tiempo transcurrido – apegos doctrinales y políticos que al día de hoy resultan anacrónicos y por su alto grado de inhumanidad son considerados anti- éticos e inmorales. Sería demasiado extenso citar la totalidad de bulas papales; nos limitamos a aproximar a 109 la cantidad de bulas elaboradas entre el siglo XII y el XX. Lo que si señalamos es la cantidad de ordenanzas que fueron promulgadas en las cuales se contrariaba los principios de amor y justicia como pilares fundantes del ministerio de Jesús de Nazaret. El apego de las autoridades eclesiásticas a las bulas y documentos de la iglesia es mucho más fiel y leal que al mismo Jesús.

Entre ellas podemos encontrar la creación de la inquisición (Licet ad capiendos, de Gregorio IX, 1233); la bula que legitima la tortura como medio de confesión de los heréticos (Ad extirpanda, Inocencio IV, 1252), la que reconoció el patronazgo de la Santa Sede sobre la Universidad de Oxford ( Querentes in agro, 1254), la que autorizó a Alfonso V de Portugal esclavizar a los infieles de áfrica Occidental ( Dum diversas, 1452, Nicolás V), la que concedió a Castilla los territorios descubiertos en Asia ( Dudum siquidem, Alejandro VI, 1493), la que excomulgo a Martín Lutero (Decet Romanum Pontificem, 1521), la que fundó la primera Universidad de América en santo Domingo (In Apostolatus Culmine, 1538), la que estableció el índice de los libros prohibidos (Index librorum prohibitorum, 1564), la que definió el dogma de la infalibilidad papal (Munificentissimus Deus, Pío XII, 1950) y la Incarnationis Mysterium de Juan Pablo II, 1998, entre muchas más.

Atención que la PUCP al atentar contra la Bula Papal Ex Corde Ecclesiae se enlista con todos aquellos que terminaron o en la esclavitud o en la hoguera abrazadora de la Santa Inquisición. La desobediencia que atente contra la infalibilidad papal (1950) sigue siendo severamente bizantinamente punida. Recordemos el último párrafo de la bula emitida por Alejandro VI (1493) en la cual se dividieron los territorios del Atlántico entre Castilla y Portugal: “Nadie pues se atreva [en modo alguno] a infringir [o a contrariar con ánimo temerario este documento] de nuestra exhortación, requerimiento, donación, concesión, asignación, investidura, acción, constitución, deputación, mandato, inhibición, indulto, extensión, ampliación, voluntad y decreto. Si alguien pues [se atreviese atentar esto sepa que incurre en la ira de Dios omnipotente y de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo]”.[22]

¿Una bula éticamente ecuménica? La consonancia con el actual Estatuto Universitario de la PUCP

La primera impresión que recibimos al acercarnos a la Constitución Ex Corde Ecclesiae es su carácter socialmente ético e inclusivo. La apertura de Juan Pablo II hacia la prioridad del aspecto ético sobre el técnico nos servirá de hilo conductor en la reflexión sobre cuatro acápites del documento. “Es esencial que nos convenzamos de la prioridad de lo ético sobre lo técnico, de la primacía de la persona humana sobre las cosas, de la superioridad del espíritu sobre la materia” (Naturaleza y Objetivos, N°18).[23] El documento considera que la investigación se sostiene sobre cuatro pilares: a) a) la consecución de una integración del saber; b) el diálogo entre fe y razón; c) una preocupación ética y d) una perspectiva teológica (N°15).

Con esta premisa valorativa comenzamos a percibir el perfil de la dimensión integral que el documento se empeña en señalar. Si bien es cierto desde sus primeros párrafos el énfasis que define la identidad de la Universidad Católica es cristocéntrica y antropocéntrica la consideración del plano ético como prioritario al pragmatismo del aspecto técnico da la posibilidad para pensar que el documento puede ser sujeto a revisión desde una perspectiva de principios y no desde la rigurosa ortodoxia del tan aludido Derecho Canónico.

Dentro de las preocupaciones más visibles sobre la propuesta de reforma del EU se encuentra la amenaza que pueden sufrir minorías sociales como el colectivo de gays y lesbianas (estudiantes y docentes) o los espacios de programas sobre Derechos Humanos y Género y todo aquello que conlleve la sensibilidad que desde una perspectiva conservadora afectaría la posición doctrinal y política de la Iglesia Católica. El plano ético planteado - al inicio del documento pontificio - encuentra su contraparte complementaria en la alusión que se realiza a dos encíclicas (N°34): Carta Encíclica Sollicitudo rei sociales (Juan Pablo II, 1988) y la Carta Encíclica Populorum progressio (Pablo VI, 1967).

Sollicitudo rei sociales aborda el tema de justicia social, el cual se insta a ser “compartido por los profesores y fomentado entre los estudiantes” como una exigencia a que la Iglesia se empeñe “en el crecimiento integral de todo hombre y toda mujer”.[24]

Populorum progressio hace un llamado a la promoción del “desarrollo de los pueblos, que luchan por liberarse del yugo del hambre, de la miseria, de las enfermedades endémicas y de la ignorancia; de aquellos que buscan una participación más amplia en los frutos de la civilización y una valoración más activa de sus cualidades humanas; que se mueven con decisión hacia la meta de su plena realización”.[25] Es interesante que la cita de ambas encíclicas sirva de base para abordar el tema del “progreso de la sociedad…especialmente a los pobres o los miembros de grupos minoritarios, que tradicionalmente se han visto privados de ellas”.

No obstante el documento insiste en la catolicidad institucional (Comunidad Universitaria, Art. 4°, 4b) con una clara apertura a otras comunidades eclesiales, religiones, e “incluso personas que no profesan ningún credo religioso” dando incluso la posibilidad a que el aporte de dichos miembros - de la comunidad universitaria – influyan más allá del quehacer meramente académico (Comunidad Universitaria, 26). Evidentemente el documento sostiene que se evite “que los profesores no católicos constituyan una componente mayoritaria en el interior de la Institución, la cual es y debe permanecer católica” por cuestiones de salvaguardar la identidad católica de la institución (Comunidad Universitaria, 4b).

Como comprenderán el documento pontificio es mucho más extenso como para sacar conclusiones de unos cuantos acápites. Esta somera revisión de la Constitución papal nos provoca aventuramos a revisar el Estatuto Universitario (EU) de la PUCP y observar las afinidades que existen entre ambas. Las autoridades de la PUCP han señalado repetidas veces que el EU tal como se encuentra respeta la autonomía de la Universidad en pleno respeto a las leyes peruanas y a la constitución ‘Ex corde ecclesiae’.

El Estatuto Universitario. Desde el preámbulo histórico se evidencia el reconocimiento de filiación a la Iglesia Católica como ente promotor y gestor de la constitución de la PUCP. Hemos visto que existen posiciones – a favor de la reforma del actual EU – quienes hablan de la vigencia de la Constitución de 1860 y de la prevalencia de las leyes que regían la relación del Estado Peruano con la Iglesia Católica. El EU expresa el reconocimiento de parte del Estado peruano en 1917 y la creación de la persona jurídica de derecho privado sin fines de lucro inscrito en el Registro de Asociaciones de los Registros Públicos en 1937.

Es sesgada y mal intencionada la afirmación del editorialista Aldo Mariátegui cuando sostiene que es una “falacia” afirmar que los bienes de la PUCP son privados: “La PUCP es una persona jurídica de derecho canónico público desde su fundación en 1917, tal como lo disponía el Código Canónico que regía en aquella época, por lo que los bienes le pertenecen a la Iglesia (no es válido ese argumento caviar de que nació como asociación civil. Esa figura no existía en aquella época)”. [26] El Estatuto señala a la letra: “La Universidad Católica del Perú es civilmente una persona jurídica de derecho privado inscrita como asociación civil sin fines de lucro en el Registro de Asociaciones de los Registros Públicos de Lima desde mil novecientos treinta y siete (1937). Y, solo la PUCP es reconocida “persona de derecho eclesiástico” según documentos de 1942: “La Pontificia Universidad Católica del Perú es también persona de derecho eclesiástico, erigida canónicamente por el Santo Padre Pio XII, mediante rescripto de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades del treinta de setiembre de mil novecientos cuarenta y dos”.

El Estatuto Universitario vigente señala la autonomía académica, económica, normativa y administrativa de la institución (Titulo I, Art. 3°). De igual forma el mismo artículo sostiene que la PUCP: “Está regida por la Constitución Política del Perú, la Ley Universitaria y demás normas del Estado que le son aplicables, por el presente Estatuto que contiene las normas de la Iglesia aplicables, y por sus reglamentos internos dentro de la autonomía propia de la Universidad”.

El Cardenal Cipriani desdice lo sostenido por el actual Estatuto Universitario remitiéndose al Estatuto de 1956: “Cuando la PUCP, en la década del cuarenta e inicios del cincuenta del siglo pasado, se consolida en su régimen jurídico civil, como universidad de ámbito nacional, no se diluye en absoluto su vinculación con la Iglesia; prueba de ello es que el artículo cuarto de su Estatuto de 1956 ‘La Universidad Católica del Perú se rige por los presentes Estatutos, en entera conformidad con las leyes de la Iglesia y las del Estado Peruano, con absoluto acatamiento de las resoluciones de la Santa Sede, de la cual depende’” . La Asamblea Universitaria tendrá que aclarar si en la actualidad la PUCP se rige de acuerdo al Estatuto de 1956 o al Estatuto aprobado el 30 de Marzo de 2009 con vigencia en el periodo rectoral hasta el 2014 independiente de la aprobación de la Sansa Sede. Cabe señalar que el texto integro del Estatuto (2009-2014) fue aprobado en sesión de la Asamblea Universitaria de la PUCP celebrada el 25 de Julio de 2011. También es justo señalar que dicho Estatuto Universitario (2009) aún no ha recibido la aprobación de la Santa Sede como lo observa el Gran Canciller Cipriani en la carta remitida al Rector Marcial Rubio:

El documento actual que se viene aplicando como Estatuto, que usted me hizo llegar con su carta de Protocolo N. 378/2009.R, del 09 de noviembre de 2009, en la que me “solicita la opinión sobre el texto del Estatuto de la Pontificia Universidad Católica del Perú que elevará a la Sagrada Congregación para la Educación Católica con la finalidad que ella le dé su aprobación”, no ha sido aprobado por la Santa Sede, requisito ineludible para su eficacia”.[27]

La Ilógica de la prensa conspiradora

Una vez más el editorialista Mariátegui – en su habitual actitud desinformadora – asevera que es una falacia sostener que la “orden [del Vaticano] va en contra la ley peruana, Mariátegui sostiene: Precisamente existe una cláusula en la ley local de universidades que plantea esta excepción para las católicas. Por eso ya 9 universidades católicas peruanas se rigen por lo que dispone el Vaticano (tal como sucede en Chile, EE.UU., etc.) y la PUCP es la única que falta”.

La orden del Vaticano atenta contra la Ley de Universidad en el Perú. Nosotros encontramos en el Estatuto Universitario de la PUCP la clausula que señala como una de las atribuciones del Gran Canciller “nombrar al Director del Centro de Asesoría Pastoral Universitaria, ponderado el parecer del Consejo Universitario”. No se le entrega atribuciones ajenas a las leyes peruanas las cuales en ningún momento le facultan responsabilidad alguna sobre el designio de candidatos para el rectorado. Eso iría en contra de lo establecido por ley.

Según la Constitución de 1993, por la cual Mariátegui se desvive, otorga plenas facultades a las universidades para ejercer su autonomía: “Cada Universidad es autónoma en su régimen normativo, de gobierno, académico, administrativo y económico. Las universidades se rigen por sus propios estatutos en el marco de la Constitución y de las leyes” (Art.18°.- Educación Universitaria).[28] Es más, es la propia ley de universidades que reconoce por sus cuatro lados a la Asamblea Universitaria como el único ente responsable de “elegir al Rector, al o a los Vicerrectores y declarar la vacancia de sus cargos” (Ley Universitaria N° 23733, Art. N°29). ¿Donde ostias entra el Gran Canciller en esta historia?

Está claro que el Gran Canciller le cuesta admitir que la línea ortodoxa que prodiga seguir es parte de la ideología del pensamiento único al cual incesantemente ataca. La uniformización de las líneas de conducta y creencia impuestas por la Santa Sede a través de sus bulas pontificias es pensamiento hegemónicamente único y no lo contrario. Uniformizar los criterios estatutarios de las Universidades Pontificias Católicas – cual franquicias – es pensamiento único.

Al revisar el Estatuto Universitario de la Pontificia Universidad Católica de Chile encontramos dos artículos que hacen alusión a las atribuciones del Gran Canciller que la Sansa Sede insiste en imponer en la experiencia peruana: Art. 20°, f) Nombrar, con arreglo a las disposiciones estatutarias y reglamentarias de la Universidad, al Prorrector, Secretario General, Vicerrectores, Directores de los Centros Teológicos y todos los docentes que enseñan teología a cualquier nivel en la Universidad y el Art. 35 : El Rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile será nombrado por la competente Autoridad eclesiástica, según las normas que para ello dará la Santa Sede.[29]

La prepotencia inquisitoria de los medioevales defensores de las bulas pontificias nos hacen recordar la soberbia con la cual defienden actualmente la orden papal como la irrefutable última palabra. En plena sintonía con esta arbitrariedad Mariátegui hace eco de lo dicho por San Agustín: “‘Roma locuta, causa finita’ (es decir, toda discusión se acaba cuando el Vaticano se pronuncia sobre un tema clerical). Eso es lo que acaba de suceder con la PUCP: ya el Papa dio una orden sobre una sucursal educativa católica que le pertenece a la Iglesia y tan sólo queda acatar eso nomás”.[30]

Juzguen ustedes cuando el periodista Mariátegui califica como falacia cuando se sostiene que los estudiantes no permitirán la intromisión del Vaticano: “Éste es un asunto legal de propiedad y administración que no les incumbe [a los estudiantes]. Existen muchas universidades en el Perú donde se pueden trasladar aquellos [estudiantes] que se sientan disconformes”. [31]

Ligerezas como la del periodista – supuestamente comunicadores sociales – contribuye al clima de ambigüedad e inestabilidad en la opinión pública la cual sitúa a la Iglesia en una difícil situación ético-moral de cara a su misión en el mundo estudiantil. Estamos de acuerdo con lo señalado por el profesor de la PUCP José I. Távara: “El largo conflicto que se avecina traerá costos elevados para todos: la PUCP distraerá valiosos recursos en defenderse, y la Iglesia podría perder no solo su relación con una Universidad de prestigio, sino también la autoridad moral requerida para anunciar el evangelio en el mundo universitario peruano”.[32]

A modo de conclusión. Al Gran Canciller

Hacemos eco de lo dicho por el periodista y Director del Diario La Primera, César Lévano: “La Asamblea Universitaria ha respaldado a su Rector y expresado su decisión de defender la autonomía universitaria y el patrimonio de la institución. En más de una oportunidad, los estudiantes han manifestado su rechazo a los manejos de Cipriani”.[33]

Estamos habituados a escuchar decir al sector conservador de la sociedad: “la iglesia no debe meterse en política” o “los pastores o sacerdotes no deben hablar de política”. Para nosotros nada más absurdo y farisaicamente falso. La praxis política es parte constitutiva de la naturaleza y el desarrollo de las sociedades. Jesús defendió la casa de su padre – en alusión al templo en Jerusalén – de aquellos que especulaban económicamente con la fe del pueblo, consecuencia, desalojo a los mercaderes del Templo. ¿Cómo calificaríamos a esta práctica de Jesús?

El litigio entre la Santa Sede y la PUCP si bien es cierto su matiz es de naturaleza legal, el aspecto eclesiástico forma parte ineludible. Se lanzan toda clase de epítetos como “herejes”, “sacrílegos”, “querubines”, “demonios”, “irreverentes”, etc. Pareciera que el hecho de no estar de acuerdo con la “orden” impuesta por la Congregación para la Educación Católica es ponerse en contra del mismísimo Dios y la corte de santidades que lo acompañan.

Estamos de acuerdo con el Gran Canciller Cipriani cuando sostiene que el instrumento clave para la resolución del conflicto es la oración: “Para el buen cristiano, la oración es un instrumento válido para pedir a Dios que ilumine a todos los protagonistas de esa gesta académica que es la PUCP, con el fin de que las cosas se hagan como se debe y las aguas vuelvan a su cauce, sin prejuicios y sin intolerancias”.[34] Pues, mucha gente que conocemos, de confesión cristiana, católica, protestante y sin institución alguna que respalde su profesión de fe piensan de forma distinta a usted Gran Canciller Cipriani. Muchos de ellos coinciden que “la oración sin acción es evasión” o “a Dios rogando y con el mazo dando”.

Nosotros coincidimos con estos dichos proverbiales y además queremos hacer eco de un ex estudiante y profesor de teología de la PUCP, así como ex estudiante de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y de la facultad de teología de Lyon (Francia), de igual manera – como usted lo sabe - fue asesor de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), nos referimos al sacerdote Hugo Echegaray, el cual desde un espíritu cristiano – seguramente objetado por muchos de sus amigos - señaló:

Jesús actúa desde dentro del campo de fuerzas encontradas que oponen a la suntuosidad del templo el hambre de las masas, al engreimiento de una minoría privilegiada el abandono flagrante de las mayorías que son víctimas de injusticias y enfermedad, que sufren mil sinsabores no pudiendo hacer valer sus derechos en este mundo. Jesús no rehuye (sic) una toma clara de posición. Su práctica será una réplica a la ambición de hegemonía de los sacerdotes y una respuesta original a las expectativas mesiánicas de los pobres; será una denuncia de la corrupción y de la hipocresía, pero también será elaboración positiva de las aspiraciones hondas a vivir de un modo diferente, en un mundo más justo y humano.[35]

Me pregunto al día de hoy: ¿De qué lado lo hubiésemos tenido a Hugo Echegaray? Difícil saberlo ahora. Lo que si estamos seguros es que no hubiese optado por la sola intercepción para encontrar la lucidez que el caso requiere y más aún, no creemos que la lógica de su praxis se hubiese orientado de espaldas a los ideales del Reino de Dios promovido y defendido por la práctica de Jesús el galileo. No es la idea concluir esta reflexión evangelizando a nadie, menos a ustedes. La complejidad del tema nos exige reconocer que es un asunto que merece ser tratado por expertos en materia legal y constitucional. De existir algunos pareceres teológicos- eclesiásticos sobre este penoso incidente nos parece sería saludable para toda esa opinión pública que observa absorta la calidad ético-moral de la alta jerarquía eclesiástica.

Finalmente, consideramos que la magna Asamblea Universitaria – el próximo 23 de Septiembre - tiene la última palabra – desde el canon jurídico universitario del Perú – si la ordenanza de la Santa Sede es superior a las leyes peruanas eso es materia jurídica que tendrá que ser dilucidada por las instancias jurídicas correspondientes. Lo único que deseamos es que no se repita lo del templo en Jerusalén. Mercaderes negociando con la buena voluntad del pueblo. En este caso comerciando con la educación y haciendo que la PUCP se convierta en una sombría cueva de ladrones o en la amada vieja casa ahora destruida de Javier Heraud.

Eso es todo.


[2] Roque Solís, Néstor. Crisis de Universidades y de Carreras en Agencia de Publicidad y Noticias de la Región Lima, 26 de Enero de 2010. Fuente: http://www.peruenlinea.pe/2010/01/26/crisis-de-universidades-y-de-carreras/. Revisado: 02/09/11.

[3] Cf. El Dossier elaborado por el Arzobispado de Lima: “En defensa de la verdad”, Mayo de 2010. Fuente:http://www.arzobispadodelima.org/notas/2010/mayo/en_defensa_de_la_verdad.pdf.Revisado: 01/09/11.

[9]Villegas, María Cecilia. “La Pontificia Universidad ‘caviar’ del Perú” en el Diario El Correo, 27/08/11.Fuente:http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=AME&pagina=http://www.correoperu.com.pe. Revisado: 30/08/11.

[12]¿Pretende Rey Rey continuar tratando de minusvalía a las sociedades ajenas al quehacer católicamente institucionalizado? ¿Que pretende, incluir al himno universitario – por no decir nacional – la devoción al Index librorum prohibitorum et expurgatorum propuesto por el papa Pablo IV (1559) con la finalidad registrar libros o escritos “peligrosos a la fe” y que sea el Sumo Pontífice el destinado a “indultar” autores o añadir los de su aceptación?

[21] Brousek, Daniel. “Bien caraduras lo de la católica” en Diario La Razón, 24 de Agosto de 2011. Fuente: http://www.larazon.com.pe/online/indice.asp?tfi=LROpinion02&td=24&tm=08&ta=2011. Revisado: 01/09/11. Sig. CGTP, Confederación de Trabajadores del Perú.

[23] Transcribimos las citas a pie de página del mismo documento: Juan Pablo II, Discurso a la UNESCO el 2-VI-1980, n. 22: AAS 72 (1980), p. 750. La última parte de la cita recoge mis palabras (Pablo II) dirigidas a la Pontificia Academia de las Ciencias, el 10-XI-1979: Insegnamenti di Giovanni Paolo II, vol. II/2 (1979), p. 1109.

[24] Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Sollicitudo rei socialis, nn. 27-34: AAS 80 (1988), pp. 547-560.

[25] Pablo VI, Carta Encíclica Populorum progressio, n. 1: AAS 59 (1967), p. 257.

[32] Távara, José I. “Libertad académica y autonomía en las universidades católicas” en Diario La República,01/09/11.Fuente:http://www.prensaescrita.com/adiario.php?codigo=AME&pagina=http://www.larepublica.pe. Revisado: 03/09/11.

[35] Echegaray, Hugo. La práctica de Jesús. Lima: Centro de Estudios y Publicaciones (CEP) 1986, pág.24.


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