sábado, 14 de noviembre de 2015

¿Están desapareciendo las naciones?

Si están desapareciendo las naciones, no son aquellas en donde se asientan las grandes potencias mundiales.  Son las del antaño llamado tercer mundo.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

Desde que la última fase de la globalización comenzó a hacerse evidente, una de las ideas sobre las que más se insiste es que el Estado nacional está desapareciendo. Con razón se dice que en la periferia capitalista, los pequeños países cada vez están más subordinados a los designios de los grandes centros de poder  político (Washington, Londres, Bonn, Beijing, Moscú) y a los del poder financiero (FMI, Banco Mundial, OCDE). En efecto, ¿qué podemos decir de Haití en donde una ONG puede tener un presupuesto mayor que un ministerio de su gobierno? ¿En dónde las intervenciones externas de distinto tipo rigen su vida cada vez que hay un desastre natural o uno político? Y acaso no podamos decir  algo muy distinto de los países centroamericanos, pese a que  dos de ellos acaso le apuesten al multipolarismo.

Pero lo que se dice de los países de la periferia capitalista, también se ha dicho con respecto a buena parte de los países centrales. La Unión Europea ha emergido como un poder supranacional que ejerce su poder globalizante sobre los distintos países que la integran. Y de acuerdo a lo  que  nos dice Wim Dierckxsens en sus estupendos libros  que analizan el capitalismo mundial, ha estado emergiendo un Estado Global que se encarna en Wall Street y la City, representaciones de grandes capitales que cada vez menos se identifican con los Estados Unidos de América y con el Reino Unido. Desde que en el ámbito académico he leído y escuchado esta interpretación,  algo me ha estado diciendo que no es totalmente cierta. Mi reciente visita a Rusia me hizo evidente que el liderazgo de Putin está asentado en una reivindicación de Rusia como gran potencia que de nuevo hace valer sus intereses frente a Washington y la Unión Europea. Y veo  también una agenda hegemonista asentada en el Estado nacional en la actuación de China. La misma Unión Europea es un proyecto integracionista que gira alrededor del poderío de Alemania, país que está consiguiendo hoy a través de su poderío económico lo que los nazis no lograron a través de sus conquistas militares.

Hace unos días, el Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron defendió una  agenda nacional en un foro organizado por la Confederación de la Industria Británica. El Reino Unido no puede quedarse en la Unión Europea a toda costa ha dicho Cameron.  La Unión Europea debe efectuar reformas tales como quitarle poder a la UE frente a los parlamentos nacionales, restringir el número y los derechos de los migrantes europeos en el país, reconocer  a la City como principal centro financiero de Europa y  anular el tratado que compromete a los países de la UE a una mayor integración política. Con el anuncio, Cameron busca neutralizar la fuerza creciente de un partido otrora marginal, el antieuropeo Partido Independiente del Reino Unido (UKIP),  hoy con el 13% de los votos.

Si están desapareciendo las naciones, no son aquellas en donde se asientan las grandes potencias mundiales.  Son las del antaño llamado tercer mundo

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