sábado, 28 de marzo de 2015

Ecocidio

El ecocidio se puede definir como la aplicación sistemática de medidas encaminadas a destruir un ecosistema y la vida humana. Se ha acelerado a causa de la globalización del capital. Desde el punto de vista de la bioética, se podría tipificar como un crimen.

Fander Falconi / El Telégrafo (Ecuador)

La guerra de Vietnam es el origen del ecocidio, como se desprende del libro del historiador norteamericano David Zierler The Invention of Ecocide: Agent Orange, Vietnam, and the Scientists Who Changed the Way We Think About the Environment (La invención del ecocidio, el agente naranja, Vietnam, y los científicos que cambiaron nuestra forma de pensar acerca del medio ambiente, University of Georgia Press, 2011).

El ‘agente naranja’, un poderoso herbicida y defoliante, fue utilizado por Estados Unidos durante la guerra de Vietnam. Su uso provocó la pérdida de miles de vidas humanas, deformaciones genéticas y una irreparable destrucción de ecosistemas. Otros ejemplos de ecocidio podrían ser: los derrames petroleros persistentes y encubiertos en zonas con alta diversidad cultural y biológica provocados por las empresas transnacionales, como Chevron-Texaco en el caso de la Amazonía ecuatoriana, la deforestación masiva, la pérdida de especies.

En tiempos más recientes, Polly Higgins (una abogada de Londres) impulsa un tratado internacional sobre el tema. Higgings explica el ecocidio como: “el daño extenso, la destrucción o pérdida de los ecosistemas de un territorio determinado, ya sea por la acción humana o por otras causas, a tal punto que el disfrute pacífico de los habitantes de ese territorio ha sido o se verá seriamente disminuido”. Higgins es autora de varios libros importantes, como Eradicating Ecocide y I Dare You To Be Great (Te desafío a ser grande).

¿Estamos frente a un ecocidio global? La civilización occidental capitalista, extendida a todo el planeta en el momento histórico de la globalización neoliberal, nos está conduciendo a un evento de extinción masiva. Lo peculiar de la crisis reinante es su dimensión planetaria; su síntoma más evidente se encuentra en el cambio climático y en el calentamiento global, que es una amenaza común a todas las civilizaciones que habitan en el mundo actual.

En 2007, Edward O. Wilson, biólogo y entomólogo estadounidense y uno de los más grandes científicos actuales, afirmó, durante una rueda de prensa, que la creciente e insostenible actividad del ser humano ha desencadenado un nuevo ‘cataclismo’ que, de no poner remedio, provocará la extinción de gran parte de la megafauna del mundo. Solo el calentamiento global, alerta el profesor Wilson, podría causar la extinción de una cuarta parte de las especies animales y vegetales de la Tierra hacia mediados del siglo XXI.

¿Nos encaminamos inexorablemente hacia la destrucción? Podría haber otros modelos de civilización armoniosos y respetuosos de la naturaleza, capaces de evitar, sistemáticamente, la aceleración antrópica de la extinción. Hoy por hoy, parecería una utopía. En todo caso, lo que necesitamos es, además de un cambio de conducta, modificar la lógica de la acumulación capitalista. Esto constituiría un real freno al ecocidio.

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