sábado, 20 de septiembre de 2014

La guerra se globaliza

Las grandes conflagraciones, que se constituyen en vuelta sin retorno de página en el libro de la historia universal, no se originan en última instancia en el afán de los imperios por explotar las materias primas (minerales o agrícolas) o humanas (mano de obra esclava) sino por el control de las vías (sobre todo marítimas) de comercio. La explicación de tal hecho la encontramos en la economía política. 

Arnoldo Mora Rodríguez* / Especial para Con Nuestra América

El contraste no podía ser mayor. Los tambores de guerra aterrorizan hoy al mundo haciendo que el clamor de la gente sensata  y la voz del Papa y de otras voces sensatas pidiendo una salida negociada a los conflictos en el Medio Oriente  y en Ucrania, no hayan tenido como   respuesta sino la intensificación de los operativos que podrían provocar una conflagración que amenazaría, no solo la paz mundial, sino la existencia misma de la humanidad si se atreven a recurrir al armamento nuclear. Si las cosas siguen en este nivel de insensatez, el siglo XXI podría convertirse en la tumba de nuestra especie.

Actualmente las mayores  amenazas a la paz mundial provienen de los conflictos del Medio Oriente y de Ucrania. Su  causa es, en ambos casos, la misma: el control de las vías marítimas de comercio por parte de las potencias occidentales, sumidas hoy en la peor crisis sistémica desde 1929 y  carentes de materias primas estratégicas, como son  las fuentes de energía para su industria (gas y petróleo). A lo anterior se añade el factor geopolítico pues no por casualidad, ambos conflictos se dan en las fronteras mismas de las dos  grandes potencias reemergentes : La Rusia de Putin y la Alemania de Merkel, que hegemoniza la Europa Occidental. Lo anterior hace temer a los yanquis que su dominio sobre Europa después de la II Guerra Mundial pueda entrar en crisis, si la diplomacia de Putin logra convencer a Merkel de llegar a un acuerdo (cosa que el Kremlin  no ha logrado hasta el presente ni mucho menos).

La pérdida, paulatina pero inexorable, de la hegemonía mundial por parte del Imperio Norteamericano, y el surgimiento de nuevos bloques de poder económico y político, tales como el BRICS (conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), demuestra que el Imperio yanqui está debilitado y no puede ya ejercer como gendarme del mundo al servicio de sus trasnacionales; por lo que como instancia desesperada, necesita formar un bloque a todo “Occidente” uniendo a su hegemonía a Europa Occidental, Japón, Australia, a paises árabes como las monarquías del Golfo, Turquia y Egipto, lo mismo qu a países de Europa del Este. Pero esto no es fácil, pues no todos responden a los mismos intereses, ni las poblaciones, comenzando por la norteamericana, están dispuestos a acrecentar las tensiones políticas que podrían desembocar en una conflagración mundial de imprevisibles consecuencias.

 A esto hay que añadir la creciente presencia china en el Ocèano Pacífico, que amenaza con acabar con el mayor logro político-militar del general norteamericano y gran  triunfador contra los japoneses en la II Guerra Mundial, Douglas  Mac Arthur, de convertir ese inmenso océano en un lago americano. Mac Arthur como represaría, muy merecida, contra el fanatismo nacionalista del imperio nipón, impuso a ese derrotado imperio una constitución pacifista. Japón trasformó su economía y se dedicó a la industria ligera, dando origen a la actual sociedad de consumo con lo que se convirtió en la tercera potencia económica mundial. Hoy la política norteamericana, siente que su hegemonía sobre el Asia-Pacifico se ve amenazada por el auge económico y la influencia política incontenibles de la China postmaoista, razón por la cual impulsa a Japón a convetirse de nuevo  en una potencia militar siempre, pr su puesto, bajo la hegemonía y control del Pentágono; todo ello  alegando que Washington apoya las pretensiones japonesas en contra de China por el conflicto de la soberanía de algunas islas; lo cual, insisto,  ha llevado a los norteamericanos a impulsar  el rearmamentismo del Japón.

Lo dicho explica por qué los líderes chino y ruso lo primero que hacen es multiplicar sus encuentros y firmar acuerdos, tanto en el campo militar como económico y tecnológico, siendo la construcción de un gigantesco gasoducto el resultado inmediato mas espectacular, todo llevado a cabo en ceremonias donde brilla el fausto de una corte imperial, jurándose ante el mundo entero amor eterno.

 Las grandes conflagraciones, que se constituyen en vuelta sin retorno de página en el libro de la historia universal, no se originan en última instancia en el afán de los imperios por explotar las materias primas (minerales o agrícolas) o humanas (mano de obra esclava) sino por el control de las vías (sobre todo marítimas) de comercio. La explicación de tal hecho la encontramos en la economía política.  La extracción de productos primarios mediante el trabajo humano responde al intento de las sociedades, organizadas en un sistema político, de  satisfacer sus necesidades elementales como  seres vivientes, lo que se califica como  “valor de uso”. Pero al ser transportados a los mercados externos, esos productos del trabajo humano se convierten en mercancías, esto es, en “valor de cambio”.

En conclusión, tanto Ucrania en el Este de Europa, como los países musulmanes en el Medio Oriente y la dos Coreas en Asia, o los conflictos entre Japón y China  no son mas que expresión  la mas dramática de estos reacomodos de la geopolítica mundial.

*Filósofo costarricense, ex Ministro de Cultura y miembro de la Academia Costarricense de la Lengua.

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