sábado, 3 de mayo de 2014

Panamá: “Hay que echar a Alí Baba de la cueva”

“Es evidente que hay un crecimiento espectacular de la economía y de la desigualdad”, afirma el intelectual panameño Nils Castro, analizando la situación del país. Pero “es un crecimiento malvado, muy concentrado en una élite muy estrecha”.

Gilberto Lopes / Semanario Universidad
En Panamá 

Nils Castro, intelectual panameño.
Fue asesor del canciller Samuel Lewis Navarro  y del presidente Martín Torrijos (2004-2009). Autor de Las izquierdas latinoamericanas en tiempo de crear, está terminando América Latina y el Caribe: integración emancipadora o neocolonial.

Faltan pocos días para las elecciones y Nils Castro es un hombre del Partido Revolucionario Democrático (PRD). Recibe a “Universidad” en las oficinas que Torrijos mantiene en un edificio del centro financiero de Panamá.

“La característica peculiar de esta elección es que no se dirimen posiciones político-ideológicas. Todos los candidatos principales son de centro-derecha, con muy buenas relaciones con Washington”, afirma. Se refiere a los tres candidatos con opción al triunfo en las elecciones del próximo domingo: el oficialista José Domingo Arias (Mimito), de “Cambio Democrático”; y los opositores Juan Carlos Navarro, del Partido Revolucionario Democrático (PRD) y el “panameñista” Juan Carlos Varela, de la alianza “El Pueblo Primero”.

Habla de los cambios económicos y nos cuenta el secreto de las altas tasas de crecimiento de la economía panameña en la última década.

Crecimiento malvado

“Es evidente que hay un crecimiento espectacular de la economía y de la desigualdad”, afirma Castro, analizando la situación del país. Pero “es un crecimiento malvado, muy concentrado en una élite muy estrecha”.

“Ha habido una transformación enorme de la economía de la nación por efecto de los tratados del Canal. Los panameños veían pasar los barcos, pero el canal aportaba relativamente poco a la economía nacional; no teníamos participación en la economía del canal”.

Los tratados Torrijos-Carter cambiaron esa situación. No solo el canal pasó a ser panameño, sino que desapareció la Zona del Canal y las bases militares norteamericanas, dice Castro.

“Habían creado un mito de que si las bases cerraban se iba a perder empleo. Pero las bases eran improductivas, estériles y  peligrosas, y ocupaban la riberas del canal. Su desaparición permitió la aparición de varios puertos modernos, que son panameños. Es cierto que están concesionados, pero las compañías que operan a ambas orillas no solo ofrecen muchos empleos bien pagados, sino que pagan impuestos cuantiosos. Y Panamá, que antes solo lo veía pasar los navíos, ahora tiene buena participación en el negocio marítimo global. Los ingresos de la nación, por efectos de los tratados del canal, se han multiplicado en muchas veces”.

Para Castro, el crecimiento de la economía panameña tiene su origen reciente en ese cambio y si bien estuvo “bastante mal administrada en la época de la presidente Mireya Moscoso (1999-2004), a partir de la racionalización del manejo, en el gobierno de Martín Torrijos, empezó a crecer al 7, 8 y 9% anual. El 2006 los ingresos nacionales ya eran enormes y siguieron creciendo. El actual gobierno heredó una máquina que producía riqueza, se montó en un tren que ya venía en marcha”.

Oligarquía desgarrada

Esto produce un impacto muy especial entre los distintos sectores del la población, explica Castro. “Eso no se metaboliza fácilmente en ningún sector, pero ha desgarrado a la antigua oligarquía, que vendía productos y servicios a la Zona del Canal. Hay en el país y en esa élite, en particular, un conflicto muy serio”.

“El 76% del PIB viene de los servicios internacionales, pero estos tampoco son los mismos de hace 20 años. En poco tiempo surgió una industria marítima, portuaria, de telecomunicaciones, de aeronáutica, un negocio bancario y financiero que rápidamente se multiplicó. Este país no tenía un solo puerto, ahora tiene seis de los más eficientes de América Latina.

“Lo de menos es cobrar el peaje del canal. El negocio principal es el intercambio de contenedores entre buques que operan diferentes rutas marítimas; los servicios de reparación y mantenimiento de barcos, recambio de tripulaciones, abastecimiento; se venden e hipotecan cargas, navíos, se abanderan barcos. Hay un conjunto de negocios vinculados al tema marítimo mercantil muy próspero”, asegura Castro.

“Eso es una enorme máquina de producir divisas que es asimilada por poca gente. Hay un sector tradicional de la burguesía, vinculado a los viejos negocios, que está desapareciendo. Los que producían cemento, cerveza, galletas, han vendido sus empresas a los colombianos, o a los mexicanos. Ese sector ha pasado de vivir de sus rentas”.

Pero hay otro sector de la burguesía que se ha modernizado mucho, asociado a nuevos socios transnacionales, agrega. Es el segmento que ya no trabaja para le capital internacional de aquella época, sino en los negocios de tecnología avanzada, en el naviero, el logístico y el financiero. “Esa burguesía se está enriqueciendo con mucha rapidez. Eso implica nuevos socios, nuevos mecanismos de inserción internacional. Pero gran parte de la burguesía panameña no ha podido asimilar esa nueva cultura”.

A estos dos sectores, Castro agrega un tercero: el sector en el poder, “los filibusteros, que han llegado a asaltar la cueva de Ali Babá”.

El actual presidente, Ricardo Martinelli “nunca produjo nada –asegura– pero tiene una larga historia de saquear lo que ya exista. Hace cinco años había la preocupación de que ese millonario, dueño de la mayor cadena de supermercados del país, podía venir a gobernar en interés de la burguesía. Pero ¡no! Él quiere el Estado para extorsionar y expropiar al resto de su propia clase, no para gobernar para ella”.

Eso ha generado un movimiento orientado a “echar a Alí Baba de la cueva”. Oligarcas e intelectuales que son nemigos tradicionales del PRD están llamando a votar por ese partido, lo que es asombroso”, dice Castro.

Solo derecha

En cuanto a los comicios de este domingo, asegura que “su característica es que no se dirimen posiciones político-ideológicas. Todos los candidatos importantes son de centro-derecha, con muy buenas relaciones con Washington”.

“La tónica aquí la da el hecho de que un sector importante de la burguesía, sobre todo el sector más ilustrado, está dispuesto a  apoyar cualquier alternativa para que Martinelli no siga en el poder”.

Por el lado de la oposición “eso no pudo traducirse en un candidato unitario. Las simpatías por Varela y por el candidato del PRD, Navarro, suman más de 60% de la población. Pero ellos están divididos. Aquí entran factores subjetivos que explican la situación. Navarro aspiró a la candidatura de su partido en las elecciones pasadas y perdió. A Varela le pasó lo mismo, tuvo que ir de vicepresidente de Martinelli (aunque luego se separó del presidente). Los dos candidatos vienen de una frustrada candidatura anterior y ninguno aceptó volver a “bajarse” en estas elecciones. De modo de que vamos a llegar al 4 de mayo con la oposición dividida”. En todo caso, “no se trata, en estas elecciones, de una decisión programática. Se espera ver quién pude golpear mejor a Martinelli”.

“Aunque tiene una estructura más sólida, el PRD ya no es lo que fue en tiempos del nacionalismo revolucionario. Ahora es un partido del establishment, que ha pasado, como todo el país, por esa secuela originada en el hecho de que, cada vez que se acerca una elección, el elector tiene que escoger el mal menor, no al candidato y el programa de su preferencia. Al final, la repetición de este proceso en tres o cuatro elecciones no suma nada bueno. Es siempre un conteo negativo”.

Para la salud de la República, insiste Castro, “se ha vuelto muy importante que gane Navarro. El partido de Varela es un partido ‘paleolítico’, fuerte en los 30, 40, o principios de los 50. Pero, de ahí para acá, es un animal moribundo, que hace tres años era cómplice de Martinelli. El partido de Martinelli es muy grande, pero no existe programáticamente. Está conformado por una gran colección de tránsfugas de todo pelaje. Tenía una pequeña fracción de diputados, pero Martinelli luego cooptó a muchos y hoy tiene la mayoría absoluta en el Congreso. La intimidación y el soborno fueron sus instrumentos. Es el partido de la inmoralidad, de los tránsfugas. Una vez que él pierda poder, eso vuela como castillo de naipes”.

La fortaleza de Navarro está en su promesa de llevar a Martinelli y sus cómplices ante los tribunales.

La izquierda

La izquierda, en su opinión, “está pasando por un trauma muy grande. El disgusto entre la población es enorme, por muchas razones. La mayoría de las protestas sociales no están ideologizadas, no están vinculadas a un programa político. Hay protestas todos los días, pero muy atomizadas, por motivos muy locales”.

A eso contribuye, agrega, “que la izquierda del PRD perdió el control del partido. Hoy, está en sus casas, está dispersa. Ya no tiene posiciones relevantes dentro del partido, cuyo programa, aún muy progresista, actualmente es pura retórica. Aun así, en el último mes y medio ha empezado a movilizarse en apoyo a Navarro, en función del imperativo de derrotar a Martinelli. Pero los torrijistas están en una coyuntura que se dirimirá más adelante, en el futuro, a mediano plazo”.

El otro grupo que logró inscribir un partido nominalmente de izquierda, el Frente Amplio por la Democracia (FAD), “tiene una actitud extremadamente sectaria. Da por sentado de que todo el que haya estado en el PRD es un enemigo. Es muy antitorrijista, lo cual excluye de antemano el sector más numeroso de la izquierda del país”.

En cuanto a Juan Jované, candidato independiente de izquierda, estima que “es lo más gris del mundo. Incluso algunas personas que apoyaron su candidatura se han ido. Fue director del Seguro Social, en el gobierno de Mireya Moscoso, con tal de sumarse a un gobierno anti PRD. Se sumó a la derecha, hasta que la propia Moscoso lo echó”.

De acuerdo con las encuestas, estos dos candidatos probablemente sumarán menos de 5% de los votos.

Lo cierto, concluye Castro, “es que el ducto está cerrado por la izquierda; el 4 de mayo las aguas solo van a tener salida por la derecha. Hay gente que vota por las obras de Martinelli –sus espectaculares obras de cemento- pero, para otros, el componente moral es importante en la decisión del voto. En todo caso, por ahora este tren no tiene andenes a la izquierda”.


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