sábado, 3 de mayo de 2014

El calvario de los trabajadores migrantes

Terminar con la vulnerabilidad de estos trabajadores internacionales y sus familias es también en las jornadas del primero de mayo y de todos los días, una demanda  necesaria y urgente de todos los pueblos latinoamericanos y de otros países de los diversos continentes por alcanzar un mundo más justo y más solidario.

Adalberto Santana* / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México

El primero de mayo tradicionalmente es una jornada en todo el mundo y en diversos escenarios en el que distintos contingentes de los trabajadores toman las calles en el mundo para conmemorar esa gesta histórica de la clase obrera. Es también un día en que el que los trabajadores elevan una serie de demandas para reivindicar mejores condiciones de trabajo, para protestar por la crisis o por el crecimiento del desempleo. Otros más reivindican los logros alcanzados por los gobiernos revolucionarios en América Latina y el Caribe y en otros países del orbe.  En otros escenarios también los trabajadores y otros movimientos  populares y sociales  (campesinos, estudiantes, desempleados, militantes sindicales o políticos) toman las calles para expresar su lucha anti-imperialista y anticapitalista. Es en general una jornada de lucha internacional de los trabajadores.

Sin embargo, hay también en nuestros países latinoamericanos y en el mundo, un gran número de trabajadores internacionales que en virtud de sus difíciles  condiciones sociales, de pauperización creciente, no tienen la oportunidad y capacidad de reivindicar organizadamente sus derechos.  Nos referimos a los trabajadores migrantes, sobre todo aquellos que por su enorme vulnerabilidad se ven precisados a migrar de sus lugares de origen. En su tránsito a los países desarrollados en búsqueda de mejores oportunidades de desarrollo social, lo que encuentran no es un camino fácil y seguro. Todo lo contrario, su vulnerabilidad y esfuerzo se ve mermado por las criticas adversidades que emergen en su camino rumbo al norte (EU, Canadá o países europeos).

En gran medida esos trabajadores que migran de economías como las de  México, Centro y Sudamérica o el Caribe, padecen cruentos sacrificios si llegan a su destino. Para estos trabajadores internacionales el transitar por territorios distintos a los de sus países ofrece grandes riesgos. Sus derechos como trabajadores no son reconocidos y más bien los agentes migratorios muchas veces en complicidad con actores del crimen organizado (sicarios, polleros, coyotes,  maras, etc.) los exponen a la explotación y a la trata de seres humanos.

Casi todos los días se puede encontrar en las informaciones cotidianas de los medios de información las crónicas que describen los padecimientos o el calvario de los migrantes. Sus derechos con conculcados y figuran al límite  de la degradación humana. Son trabajadores internacionales indocumentados, sin voz y seguramente si llegan a su destino se convertirán en los trabajadores globalmente más explotados.

En su tránsito salen por el mundo, ya sea en pateras que cruzan el Mediterráneo o en trenes de carga como la llamada “Bestia” que surca el territorio sur de México. Los trabajadores migrantes son víctimas del acoso permanente del crimen organizado. La fragilidad de su condición humana parece desaparecer frente a la adversidad de las economías de mercado.

Los relatos de la muerte de los migrantes se repiten incesantemente.  Incluso se incrementa el flujo de menores de edad. Algunas fuentes oficiales señalan que entre los años de 2007 y 2013, desde territorio estadounidense se deportaron aproximadamente  a más de 90 mil menores de edad. Todos ellos jóvenes menores de 18 años y niños de distintos países. Sin duda en ellos predominaban los centroamericanos. Estos infantes migran buscando la reintegración familiar. Es decir, sus padres son trabajadores internacionales en los EU. Estos jóvenes y niños de las clases más humildes huyen de los países centroamericanos o de México en busca de sus padres, pero también tratando de evadir la violencia y la pobreza. Se comenta en la prensa hondureña: “El niño, al igual que el resto de migrantes, se trasladaba en el tren por territorio mexicano con destino a la frontera de Estados Unidos, donde buscan el ‘sueño americano’ que para ellos es una ‘pesadilla’ porque se exponen a robos, asaltos, extorsiones, secuestros y hasta la muerte”.

Así, terminar con la vulnerabilidad de estos trabajadores internacionales y sus familias es también en las jornadas del primero de mayo y de todos los días, una demanda  necesaria y urgente de todos los pueblos latinoamericanos y de otros países de los diversos continentes por alcanzar un mundo más justo y más solidario.


* El Dr. Adalberto Santana es director e investigador del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), UNAM.

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