sábado, 29 de marzo de 2014

La industria mediática y la exdiputada Machado

María Corina Machado siempre ha estado vinculada a personajes injerencistas, violadores de derechos humanos y promotores del terror. La amistad con George W. Bush data desde el 2005, cuando el entonces presidente la recibió en la Oficina Oval.

Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América

María Corina Machado y Georg W. Bush
en la Casa Blanca, en el año 2005.
En los últimos tres lustros, desde que Hugo Chávez alcanzara el poder en Venezuela, y seguidamente el “fantasma” revolucionario recorriera América del Sur y parte de Centroamérica, las grandes corporaciones mediáticas defensoras del sistema capitalista, pasaron de tener un papel “discreto” a uno abiertamente partidarizado con los intereses de Washington en la región. Fueron decisivos en varios procesos electorales, satanizando y/o santificando personajes políticos. Y como si no fuera suficiente, contaron con el papel muy activo de los sectores más conservadores de la iglesia católica, que acuerparon y defendieron a gobiernos violadores de derechos humanos, incluyendo asesinatos y desapariciones. Los ejemplos más cercanos son las del cardenal Juan Luis Cipriani a la dictadura de Alberto Fujimori en Perú y la del cardenal Oscar Andrés Rodríguez involucrado en el golpe de Estado de Roberto Micheletti al presidente Manuel Zelaya en Honduras. A propósito, el flamante y “reformador” Jorge Mario Bergoglio, con más de un año en el papado, nada ha dicho de la participación de los lobos de su rebaño a favor de esos y de otros gobiernos.

Existe una industria mediática encargada de fabricar candidatos políticos, donde el más ignorante es presentado como el más capaz, y el más corrupto como el más honesto; es el mundo al revés diría Eduardo Galeano. Dicha industria promueve actores con rostros nuevos quienes presumen de atractivos e imprescindibles; les dan toda la cobertura necesaria para llevarlos a la presidencia. Aunque la industria fracasa, no se da por vencida, no aprende la lección; cada vez que apuesta a esos “nuevos” actores, naufraga; en los últimos años sus candidatos perdedores han sido: Luis Alberto Lacalle en Uruguay (2009), Keiko Fujimori en Perú (2011), Guillermo Lasso en Ecuador (2013), Henrique Capriles en Venezuela (2013), Evelyn Matthei en Chile (2013) y Norman Quijano en El Salvador (2014). Apuestan por ellos, derrochando dinero, publicidad, activismo y les va mal.

Pero la industria no actúa de manera independiente, sino que responde a las directrices de Washington; América Latina no puede terminar de escapársele de las manos. Para Estados Unidos, los países claves en la región –por sus  recursos, dimensiones geográficas y economías- son Brasil, México, Argentina y Venezuela, y este último es el que posee las mayores reservas de crudo del mundo. El ascenso de Hugo Chávez al poder en 1999 y el gobierno que ejerció hasta el 2013 se constituyó en un gran revés para los intereses norteamericanos. Hoy es de conocimiento mundial que el líder bolivariano con sus reiteradas victorias electorales enterró todas las esperanzas de la burguesía venezolana de volver al poder. Era evidente que mientras hubiera elecciones y viviera Hugo Chávez, los venezolanos de a pie y los ninguneados siempre estarían representados en Miraflores. Por eso el 05 de marzo, cuando el líder bolivariano falleció, la burguesía desalmada venezolana que escapó con sus capitales de Venezuela, estalló en jolgorio en distintas ciudades de América.

En el nuevo escenario, sin la presencia de Hugo Chávez, la derecha cavernícola se sintió ganadora, y creyó llevarse fácil las elecciones presidenciales el 2013; esta vez el pueblo bolivariano encabezados por Nicolás Maduro le propinó otra derrota. Los “maestros” de la democracia, no quisieron reconocer los resultados electorales. En las elecciones municipales de ese mismo año el PSUV volvió a ganar, obteniendo la mayoría de los consejos.

La derecha no soportó que aún “ausente”, Chávez les siga ganando. Nunca lograron entender cuando el comandante le dijo al indígena, al estudiante, al campesino, al ama de casa, al obrero, al pueblo trabajador: “¡Chávez eres tú!” Para la burguesía la única forma de poner fin al chavismo, es promoviendo un golpe de Estado, con el apoyo de la Casa Blanca y de la tiranía mediática. La carta que siguieron usando fue la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que nació para morir tempranamente.

Henrique Capriles, hasta ayer, “glorioso” candidato demócrata, experto en asaltar Embajadas, hoy es un apestado, y tildado de cobarde por la MUD. El otro, “valiente” y “heroico” combatiente Leopoldo López, está preso desde hace más de un mes por actos terrorista, los cuales provocaron la muerte de treinta y cinco personas. Pero la industria comercial dice que es inocente.

El último personaje visible y nefasto que todavía le queda a la MUD es María Corina Machado, con su nuevo estatus de ex diputada, por neófita, prepotente e ignorante. Al igual que sus antecesores, ella también es marioneta de Washington. Aunque se atraganta hablando de democracia, paz, libertad y derechos humanos, se caracteriza por ser agitadora de la violencia, el terror y la subversión. Su dependencia del Norte no solamente evidencia los intereses imperialistas sobre Venezuela, sino la incapacidad de generar una propuesta alternativa al chavismo que sea propia y auténtica. Machado es más de lo mismo, es el pasado.

Su reciente actitud apátrida, tratando de representar a Panamá en la OEA, para continuar agrediendo al pueblo venezolano la pinta de cuerpo entero. Machado cree estar por encima de la ley. Es un personajillo fabricado por la gran industria, sin ninguna posibilidad política de dirigir Venezuela.

María Corina Machado siempre ha estado vinculada a personajes injerencistas, violadores de derechos humanos y promotores del terror. La amistad con George W. Bush data desde el 2005, cuando el entonces presidente la recibió en la Oficina Oval. En Venezuela es conocida las relaciones políticas que tiene con Juan José Rendón en los planes de subversión y desestabilización del país. Dice el dicho popular que “la mona aunque se vista de seda, mona se queda”. La “ingenua” no se ha dado cuenta que la industria mediática le hace el favor de presentarla acuerpada de dos famosos ampones ligados al terrorismo en América Latina, ellos son Álvaro Uribe y Carlos Alberto Montaner.

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