sábado, 30 de abril de 2011

Para superar las taras del neoliberalismo, más neoliberalismo

Estamos ante una brutal arremetida del capital que busca incrementar sus tasas de ganancia a costas de una cada vez mayor explotación de la fuerza de trabajo.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

rafaelcuevasmolina@hotmail.com

El mundo con capitalismo sin contrapeso, que resultó a partir del derrumbe del socialismo “real” a inicios de la década del 90 del siglo pasado, se imaginó a sí mismo avanzando por todos los rincones de la tierra y transformando todo no en oro, como el mito griego de Midas, sino en pedestre mercancía.

Durante diez años, abatidos, ese parecía ser el destino que nos deparaba la historia. En América Latina, las reformas neoliberales avanzaron devorando las conquistas que los trabajadores de la ciudad y del campo habían logrado luchando a brazo partido por más de 50 años. En países que la estructura mundial capitalista ha condenado a tener a la industria extractivista como corazón de su aparato productivo, ésta se privatizó, al igual que servicios básicos como el suministro eléctrico y de agua.

Fueron años de debacle, de protestas sociales de los sectores medios y bajos de la población que, de pronto, se vieron acorralados contra la pared haciendo más ominosa las condiciones de vida ya de por sí precarias de amplios sectores de la población latinoamericana.

Como es ampliamente conocido, las reformas neoliberales, desbocadas, profundizaron la brecha social no solo al interior de cada uno de los países sino, también, entre los distintos países. La concentración de la riqueza alcanzó límites inimaginables, así como amplios espacios del planeta se vieron confinados a la más absoluta miseria.

En el 2008, sin embargo, el modelo neoliberal pareció tocar techo. Una crisis financiera sin precedentes resquebrajó algunos de sus pivotes centrales y, a contrapelo de sus postulados medulares, se llamó al Estado para que, cual caballería al rescate de película del lejano Oeste, acudiera en auxilio de los que se encontraban en inminente peligro de muerte. Luego fueron los estados mismos los que se vieron al borde del abismo: Grecia, Irlanda, Portugal y, tal vez, España y algunos otros que se encuentran en la cuerda floja. Al igual que la política que protagonizaron los estados con las grandes corporaciones bancarias, es decir, utilizando fondos públicos para salvar intereses privados de la bancarrota, en esta oportunidad también el peso de la crisis cayó sobre los hombros de “lo público”. Los españoles, por ejemplo, después de años de bonanza subsidiada por la Unión Europea, sufren ahora la resaca con niveles de paro sin precedentes en los últimos años, y reduciendo beneficios sociales a los sectores más débiles y desprotegidos.

Se trata, según dicen, de la segunda generación de reformas. Las consecuencias que desatan se dejan sentir no solo en los países que las llevan adelante sino en todo el mundo. Siguiendo con el ejemplo que hemos traído a colación, en España miles de inmigrantes latinoamericanos (colombianos, ecuatorianos, etc.), han tenido que regresar a sus países de origen ante la desolación laboral que impera en la península.

Grandes corporaciones internacionales, aprovechándose de la coyuntura, se reestructuran y despiden a miles de trabajadores a lo largo de todo el mundo. La Panasonic, por ejemplo, anunció el 29 de abril que despedirá a más de 30,000 de sus trabajadores. En otros lugares, en donde priman formas de producción “deslocalizadas” de las grandes transnacionales, se agudizan las formas de explotación, ya de por sí muy cercanas algunas a la misma esclavitud, con la amenaza de que, de no ser competitivas las usinas abiertas en el lugar en cuestión, deberán trasladare a otros sitios en donde las “ventajas comparativas” les sean más favorables.

Estamos ante una brutal arremetida del capital que busca incrementar sus tasas de ganancia a costas de una cada vez mayor explotación de la fuerza de trabajo. No les basta con incrementar la productividad del trabajo introduciendo los avances que pone a su disposición la revolución tecnológica de nuestro tiempo, sino que buscan que todos los factores de la producción sean exprimidos al máximo.

Según el mito antiguo, Midas pereció víctima de su propia codicia: al tocar la comida que le mantendría con vida, ésta se transformaba en oro y no podía alimentarse.

La codicia capitalista tampoco conoce límites. Sáquense las conclusiones pertinentes.

Costa Rica: ¿quién le pone el cascabel al poder?

El asunto de fondo es mucho más grave y complejo que las variaciones en los resultados de una encuesta, o las virtudes y defectos del liderazgo de la presidenta. El problema radica en la decisión de profundizar un modelo neoliberal agotado, desigual y excluyente.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

(Ilustración tomado de www.elpais.cr)

Al cumplirse un año desde que Laura Chinchilla asumió la Presidencia de la República, los distintos análisis sobre su administración son poco optimistas y coinciden en calificar el suyo como un gobierno que “no arranca”, con escasos logros para ofrecer a los ciudadanos –sobre todo por las expectativas que generó su contundente triunfo electoral- y con un incierto panorama para el resto de su mandato.

Algunos analistas, por ejemplo, acusan el débil liderazgo de la presidenta y sus ministros más cercanos, como el principal obstáculo para dialogar y forjar alianzas duraderas con los partidos representados en la Asamblea Legislativa. Así lo demuestra la fractura del llamado pacto de gobernabilidad entre el oficialista Partido Liberación Nacional (PLN) y el Movimiento Libertario (fuerza política de derecha), que en mayo de 2010 fue calificado de “maravilloso” para el futuro del país.

Otros, señalan debilidades en puestos claves de su gabinete, como el Ministerio de Seguridad y el Ministerio de la Presidencia (equivalente a un Ministerio del Interior), cuyos funcionarios, de entera confianza de la presidenta, abandonaron sus cargos en medio de polémicas y cuestionamientos.

Una tercera tendencia, es la de quienes ponen el acento en los enemigos internos de la presidenta, quien se ha visto enfrascada en estériles y tempranas disputas preelectorales con la cúpula del PLN, en particular, con sus mentores y padrinos políticos: los hermanos Oscar y Rodrigo Arias Sánchez, y el grupo de diputados que les rinde pleitesía en el parlamento.

Sobre esta contradicción en el grupo que detenta el poder, resultan esclarecedoras las palabras de Kevin Casas, el fugaz vicepresidente de la República entre 2006 y 2007, delfín político del expresidente Oscar Arias y coautor del recordado memorando del miedo durante la campaña del referéndum sobre el TLC con Estados Unidos. Casas lanzó fuertes críticas sobre la conducción de la presidenta Chinchilla, y afirmó que “el país está metido en una espiral descendente. Esta es la percepción desde afuera, que Costa Rica está paralizada y así lo ven los organismos internacionales. Tengo la impresión de que el poder anda suelto, nadie lo tiene, no lo tienen los actores políticos y tampoco el gobierno. El gobierno no tiene la iniciativa política en este momento, pero no tengo claro quién la tiene”[1].

Esa ausencia de iniciativa también parece ser percibida por la ciudadanía. La fotografía del “momento político” que ofrecen las encuestas de opinión, así lo sugiere: entre julio de 2010 y marzo de 2011, el porcentaje de personas que consideraba que la presidenta tenía el liderazgo necesario para dirigir el país pasó del 74% al 58%; y “casi el 60% de la población opina que Chinchilla no ha definido las principales áreas en que concentrará la labor de su gobierno”[2].

Con todo, el asunto de fondo es mucho más grave y complejo que las variaciones en los resultados de una encuesta o las virtudes y defectos del liderazgo de la presidenta. Chinchilla dio continuidad, en líneas generales, al entorno de gobierno (funcionarios, consejeros, programas) del expresidente Arias. Y por supuesto, no ha variado un ápice –ni pretende hacerlo- los principios ideológicos que sostienen la contrarreforma social, política y económica neoliberal –y ahora también, moralmente conservadora- que, desde mediados de la década de 1980, avanza en el país.

Enmarcado en ese contexto, el suyo es uno más de los gobiernos funcionales a ese largo proceso de desmantelamiento del tipo de Estado que, durante la segunda mitad del siglo XX, hizo de Costa Rica un caso particular en términos de desarrollo humano en América Latina. Ahí radica el problema: en la decisión de profundizar un modelo agotado, desigual y excluyente.

Bajo la hegemonía de las reformas neoliberales, el país experimentó un importante deterioro de sus indicadores socioeconómicos. De acuerdo con estadísticas del Programa Estado de la Nación (www.estadonacion.or.cr), entre 1990 y 2009, el índice de desarrollo humano pasó de 0.916 a 0.854, o lo que es igual, del lugar 28 al 54 del escalafón mundial; la tasa de desempleo abierto creció del 4.6% al 7.8%; y la desigualdad en la distribución de los ingresos, medida por el coeficiente de Gini, registró un aumento del 0.374 al 0.437.

Si en la década de 1990, las elites políticas costarricenses, devotas del pensamiento único de la globalización unipolar, ofrecían para el consumo de las masas los discursos e imágenes de una sociedad de la abundancia, que llevaría riqueza a todos los estratos de la población, a cambio de sacrificar en el altar del mercado las conquistas del estilo nacional de desarrollo del período 1950-1980, lo cierto es que el neoliberalismo del siglo XXI se revela incapaz de concitar apoyos y movilizar voluntades –más allá de sus votantes cautivos por el clientelismo- en torno a una nueva utopía social, económica, política y cultural, que involucre al conjunto de la sociedad.

Evidentemente, esta incapacidad para proponer un horizonte utópico no se resuelve con apelaciones a la vieja ideología de la identidad nacional ni exaltando el nacionalismo acrítico y autocomplaciente, como lo ha hecho la presidenta Chinchilla, aprovechando el conflicto con Nicaragua para reforzar su imagen; tampoco se resuelve con más clientelismo para contener la pobreza y la desigualdad.

Lo que se requiere es un nuevo consenso general en torno a un proyecto nacional inclusivo, alternativo al rumbo neoliberal de las últimas décadas. En nuestra América Latina de hoy, abundan los ejemplos y experiencias que confirman que sí es posible avanzar en esa ruta. Pero, por supuesto, esto escapa a la vocación política del gobierno y a los apetitos del actual PLN.

La pregunta que permanece abierta es la que interroga sobre los nuevos sujetos sociales que puedan impulsar los cambios necesarios para las grandes mayorías (no solo para la minoría vinculada a la economía financiera y exportadora) y el proyecto alternativo que haga posible vislumbrar un golpe de timón en medio de la tormenta. Y eso es lo que debe definirse en los próximos años: ¿quién le pone el cascabel al poder?


NOTAS

[1] “Presidenta no puede dedicarse a ser popular” (Entrevista a Kevin Casas), en Diario Extra, 25 de abril de 2011. Disponible en: http://www.diarioextra.com/2011/abril/25/nacionales07.php

[2] “Imagen de liderazgo de la presidenta se diluye”, en La Nación, 3 de abril de 2011. Disponible en: http://www.nacion.com/2011-04-04/ElPais/NotasSecundarias/ElPais2733132.aspx

Perú: Indecencias periodísticas del fujimorismo

El despido de los periodistas Patricia Montero y José Jara, del Canal N de televisión, muestra cómo procede el poder mediático de la derecha peruana, ese poder que siempre dice defender la libertad de expresión, la democracia, el pluralismo político y los derechos humanos.

Abner Barrera Rivera / AUNA-Costa Rica

(Fotografía: los periodistas Patricia Montero y José Jara)

Una de las acusaciones infundadas que ha venido realizando la derecha peruana y sus publicistas contra el candidato Ollanta Humala de Gana Perú, es que éste es un peligro para la democracia, porque entre otras cosas, atentaría contra la libertad de prensa. Ese poder mediático limeño que cree controlar todo el territorio peruano, desde antes de la primera vuelta inició una guerra de miedo y terror, tratando de intimidar a la población de los riesgos que significa un candidato respaldado por la izquierda. Los resultados de la primera vuelta, fueron una respuesta contundente; el pueblo le dijo a la maquinaría derechista que sus calumnias no los amedrentaban.

Como sabemos, los ideólogos de la democracia liberal, sostienen que liberalismo y democracia son inseparables, entendiendo por democracia, las libertades públicas, el pluralismo político, elecciones libres, los derechos humanos garantizados, etc. Estas son banderas que hoy levantan los dos candidatos para la segunda vuelta presidencial. Pero la derecha peruana se presenta como la única defensora de los mismos. Curiosamente los últimos treinta años han sido los partidos de derecha quienes han gobernado Perú, con políticas que han dejado como resultado el empobrecimiento de la mayor parte de la población, permitiendo un mayor enriquecimiento de la clase alta y el saqueo de los recursos naturales del país por el capital trasnacional.

En el actual proceso electoral, la derecha fujimorista ha seguido insistiendo que Ollanta Humala pretende regular los medios de comunicación en caso de llegar a la presidencia. Se trata de la utilización del miedo a través de los distintos aparatos ideológicos que dispone (periódicos impresos y digitales, canales de televisión, radio, la iglesia católica romana y algunos sectores conservadores de la iglesia evangélica).

Pero recientemente -el 21 de abril-, aprovechando los días de Semana Santa, la derecha sacó sus garras en “defensa de la libertad”; el Canal N de televisión, perteneciente -como América Televisión- al Grupo El Comercio, uno de los diarios más antiguos de Perú y cuyas publicaciones siempre son de referencia ‘válida’ para medios internacionales como CNN, despidió a los periodistas Patricia Montero y José Jara (ambos productores con gran prestigio y experiencia profesionales) porque no apoyaron la candidatura de Keiko Fujimori. En declaraciones a la prensa internacional, los periodistas afirmaron que en las últimas semanas fueron presionados para “llevar una línea editorial de apoyar a Keiko Fujimori” y Final del formulario“para ser anti-Humala y no dar información sobre ese candidato”. Declara la periodista que cada vez que entrevistaban a Humala o a uno de los candidatos de su partido al Congreso, los dueños del Canal les “llamaban inmediatamente por teléfono para no darle tanto tiempo al aire” y “cuando entrevistábamos a alguien de Fujimori nunca nos llamaban. Quieren tener el control de los dos canales con el fin de asegurarse de que no gane Humala”.

Evidentemente estamos ante un hecho que muestra cómo procede el poder mediático de la derecha peruana, ese poder que siempre dice defender la libertad de expresión, la democracia, el pluralismo político y los derechos humanos. El resto de la prensa fujimorista, se olvidó ahora de defender la libertad de expresión; no han dicho nada contra estos abusos.

A estas alturas la derecha fujimorista tambalea en la utilización del miedo contra Ollanta Humala, porque son ellos mismos quienes con estos despidos, acaban de decirles a los peruanos, que no aceptan la libertad de expresión, que no toleran a periodistas independientes, que no respetan al pluralismo informativo y la libertad de información veraz e imparcial. Hoy los peruanos saben que el peligro no es Ollanta Humala, sino la derecha fujimorista, representada entre otros actores por ese consorcio mediático llamado Grupo El Comercio.

Chávez, democracia o dictadura

Chávez y sus seguidores se han impuesto a través de medios democráticos derrotando a la derecha en procesos electorales y referéndums. ¿Democracia o dictadura? Habrá que definir qué tipo de democracia se está construyendo en Venezuela.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América

Desde Puebla, México

El ataque más frecuente al gobierno de Chávez en Venezuela es el de que es un gobierno dictatorial. La derecha y los distintos portavoces de la Casa Blanca han sido adalides en la propagación de dicha imagen. Por supuesto los grandes medios de comunicación y la Sociedad Interamericana de Prensa han sido entusiastas propaladores de esta visión. Varios argumentos se dan para construir la imagen del Chávez dictador. Uno de ellos ha sido la cancelación de la concesión para televisión abierta de Radio Caracas Televisión (RCTV). Otro ejemplo más lo ha sido el que pese a los resultados del referéndum de 2007, Chávez volverá a contender para la presidencia en 2012. Otro más es el de la Ley Habilitante que da facultad a Chávez para emitir leyes.

En la primera aseveración se pasa por alto el que la referida empresa televisiva fue un actor central en el derrocamiento de Chávez por 48 horas. Sus emisiones fueron decisivas en la creación de una imagen caótica del país y un golpe de estado victorioso que lo conduciría al orden. RCTV fue parte del entramado golpista de 2002 no sólo en abril de 2002 sino también en el contexto del paro petrolero con el cual se quiso reventar al gobierno de Chávez a fines de ese año y principios de 2003. La respuesta lógica, que hubiera dado cualquier gobierno, incluido el de los Estados Unidos de América si se hubiese encontrado en una similar situación, fue simplemente no renovar la concesión a la referida empresa cuando ésta expiró en 2007. En ese mismo año, el oficialismo chavista fue derrotado en el referéndum sobre una reforma constitucional que entre sus 69 propuestas incluía la propuesta de revocar la limitación a dos mandatos para la presidencia contenida en la actual Constitución, permitiendo una nueva candidatura tras dos períodos presidenciales consecutivos. Fue equivocada la interpretación de medios y analistas internacionales que vieron en este punto una causa principal para la derrota de la reforma. En el debate público en Venezuela la cuestión no tuvo mucha importancia y en febrero de 2009, las fuerzas de gobierno ganaron con un 55% de los votos otro referéndum para revocar la limitación a dos mandatos para la presidencia, gobernadores y alcaldes.

La Ley Habilitante comenzó en el 2000 cuando con un 66% de los diputados de la Asamblea Nacional favorables al gobierno, ésta le otorgó poderes especiales a Chávez para emitir 49 leyes entre las cuales estaba el aumento en un 30% a los impuestos a las transnacionales que participaban en actividades relativas al petróleo y una ley de reforma agraria que permitió expropiar latifundios y repartir tierras entre los campesinos. Las 49 leyes fueron un factor clave en la intentona golpista de 2002. Las posibilidades de la Ley Habilitante están dadas por el grado de influencia en la Asamblea Nacional que pueda tener el oficialismo en Venezuela. En las elecciones parlamentarias de 2005, la derecha venezolana cometió la tontería de no participar y le dejó la mesa servida a Chávez en la Asamblea. En las elecciones parlamentarias de 2010 la derecha no repitió el mismo error y consiguió el 40% de las curules de la nueva Asamblea por lo que Chávez verá limitadas las posibilidades de la Ley Habilitante pues no posee las dos terceras partes de los diputados que es lo que necesitaría para emitir leyes sustanciales.

Chávez y sus seguidores se han impuesto a través de medios democráticos derrotando a la derecha en procesos electorales y referéndums. El chavismo triunfó en las elecciones presidenciales de 1998, 2000, 2006, en las elecciones regionales de 2004 y 2008, en el referéndum revocatorio de 2004, en las elecciones parlamentarias de 2005. Ha sido derrotado de manera apretada en el referéndum de 2007 y en las elecciones parlamentarias de 2010. Todos estos procesos electorales han sido rigurosamente vigilados por organismos internacionales.

Más allá de la democracia electoral, en Venezuela existen más de 30 mil Consejos Comunales, órganos de participación popular en los cuales intervienen millones de venezolanos en temas locales y deliberaciones nacionales. Las diferentes “misiones” como se llaman a los programas sociales del gobierno, han logrado abatir la pobreza y miseria de de 75.5% en 1998 a 29% en la actualidad. En los noventa el índice de Gini, que mide la desigualdad social, era de los peores del continente. Hoy es el mejor con 0.393. Antes el 20% de la población más rica se apropiaba del 53% del ingreso nacional, hoy lo hace en 45%.

¿Democracia o dictadura? Habrá que definir qué tipo de democracia se está construyendo en Venezuela. Y si ese proceso no implica riesgos autoritarios.

Pero hoy, no existe dictadura en Venezuela.

Así no, compañero Chávez

Lo que por lógica no tenía que ocurrir, ocurrió: Joaquín Pérez, excelente periodista de la agencia alternativa ANNCOL, de la que nos nutrimos quienes a diario practicamos el periodismo que no se vende ni se alquila, fue deportado por el gobierno venezolano para que lo juzgue y lo maltrate el gobierno fascista de Juan Manuel Santos.

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Vivir en un país que intenta hacer la revolución no es cosa sencilla, de Carola Chávez

Carlos Aznárez / Rebelion

Este lunes 25 de abril pasará a la historia de las luchas revolucionarias como el día en que se tiraron a la basura los principios más elementales de solidaridad internacionalista. No es posible callarse, ni mirar a un costado, cuando un hermano, un colega, un compañero, un revolucionario, es enviado a la tortura y a la cárcel en Colombia, por culpa de acuerdos espúreos (casi siempre económicos, porque el maldito dinero, usted lo sabe, huele a azufre compañero Chávez).

Lo que por lógica no tenía que ocurrir, ocurrió: Joaquín Pérez, excelente periodista de la agencia alternativa ANNCOL, de la que nos nutrimos quien a diario practicamos el periodismo que no se vende ni se alquila, fue deportado por su gobierno revolucionario para que lo juzgue y lo maltrate el gobierno fascista de Juan Manuel Santos.

Esto, compañero Chávez, su (nuestra) admirada Cuba no lo hubiera hecho, y nos consta que no lo hizo en sus 52 años de existencia rebelde. Jamás hubiera cedido un milímetro (y vaya si estuvo y está presionada) a los enemigos de los pueblos latinoamericanos. Sin embargo no podemos decir lo mismo de su gestión, a pesar de lo cual, y usted bien lo sabe, hemos puesto el cuerpo para respaldarlo a Usted al frente de su pueblo. Somos de los que no enmudecemos cuando vemos que algo anda mal, pero también somos de los que no ponemos palos en la rueda ni le hacemos el juego al enemigo, conspirando estúpidamente al primer yerro de un proceso revolucionario. Por eso, porque esto que ahora ha ocurrido no es poca cosa, le decimos compañero Chávez: este grueso error, lamentablemente va a dejar huella. Lea el artículo completo aquí…

No hay 1º de Mayo en Washington

El Partido Demócrata norteamericano se oponía al Tratado de Libre Comercio por el creciente abuso de los gobiernos panameños frente a los derechos de los trabajadores organizados de Panamá. El presidente Obama puso todas las justas demandas laborales a un lado y se alió con la actual mayoría republicana para enviar el proyecto al Congreso.

Marco A. Gandásegui, h. / ALAI

El presidente panameño, Ricardo Martinelli, entró por fin el 28 de abril a la Casa Blanca para reunirse con el mandatario norteamericano, Barack Obama. Juntos aparentemente anunciarán que el Ejecutivo de EEUU está enviando al Congreso el proyecto de Tratado de Libre Comercio (TLC/TPC). El expresidente Bush nunca lo había enviado porque un Congreso controlado por el Partido Demócrata lo rechazaría. Cuando Obama llegó a la Presidencia no envió el tratado con Panamá por las mismas razones. Ahora que el Congreso está en manos del Partido Republicano, el presidente demócrata le envía el proyecto con la seguridad de que será aprobado. Lea el artículo completo aquí…

El Salvador y el FMLN: En el camino, pero falta mucho por andar…

Norma Guevara, una de las principales dirigentas del FMLN, actualmente jefa de la fracción legislativa del partido de gobierno, explica en esta entrevista cuál ha sido la trayectoria de su partido, así como el modelo que en perspectiva impulsa y defiende.

Juan José Dalton / Revista ContraPunto

El derrumbe del sistema socialista en Europa, con la Unión Soviética a la cabeza, hizo creer que el movimiento izquierdista mundial había quedado en la total orfandad y debilidad, difícil de sobrevivir y superar.

Sin embargo, tras la caída del Muro de Berlín, el triunfalismo de la corriente neoliberal y el supuesto “fin de la Historia”, las izquierdas latinoamericanas comienzan a andar sin mayor “tutelaje”: los comunistas habían perdido a la URSS; los guevaristas y guerrilleristas habían perdido a la Nicaragua sandinista y Cuba iniciaba una crisis de “Padre y señor mío” que aún subsiste.

El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) fue una fuerza que sobrevivió al embate de la derrota global. Desde su fundación en 1980 lleva en su seno sectores de todo el abanico de la izquierda contemporánea: marxistas-leninistas, marxistas católicos, socialdemócratas, socialcristianos y algunos sectores de iglesias protestantes. Lea la entrevista completa aquí…

Honduras: ¿Un pueblo enfermo?

Este pueblo enfermo y postrado se levanta sacudiéndose las cenizas de su sufrimiento, dispuesto a recorrer las rutas de su autoliberación interna y externa, mediante un proceso refundacional por un nuevo amanecer postergado por esta larga y radiante oscuridad de más de cinco siglos.

Ollantay Itzmaná / Alterinfos

Conversando con un joven padre de familia, sobre el incierto futuro de Honduras, le pregunté ¿cuál creía que era la solución para el país? La respuesta inmediata fue, “que los EEUU nos anexe como su territorio”. En otra oportunidad, en una plática sobre la cuestionada identidad nacional, un funcionario del Estado, casi a punto de graduarse de la universidad, me sorprendió con sus afirmaciones: “No somos nada los hondureños”, “por más esfuerzo que hagamos sólo desprecio recibimos”.

Este desgano, resignación e incluso avergonzamiento de “ser hondureño” es producto de la ausencia de un proyecto de nación serio y permanente en el país. Pareciera que un o una hondureña ya nace derrotada. Sin ningún amor propio por los suyos, carente de un referente de comunidad política y cultural. Sin una identidad nacional. Esta anomia colectiva, que por momentos es apaciguada con refugios en las iglesias, con adhesiones ciegas en los caudillos o con el espectáculo del fútbol, tiene sus causas en las recurrentes historias inconclusas de Honduras como nación. Lea el artículo completo aquí…

Cuba: otros apuntes del Congreso

La celebración del congreso ha marcado un hito pero por sí misma no implica la solución automática de todos los problemas de la sociedad cubana, que exigen, en primer lugar de la escrupulosa aplicación de sus resoluciones, mucho trabajo y creatividad.

Ángel Guerra Cabrera / Cubadebate y La Jornada

En mi entrega anterior (21/4) abordé el ambiente de democracia popular, que hizo del Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba un congreso de la nación cubana. En esta sintetizaré la política decidida en la reunión partidista, centrada en la “actualización” del modelo económico. Consiste en la erradicación del paternalismo, el igualitarismo y las concepciones idealistas en la organización de la sociedad. En cambios estratégicos en la economía, la política y la sociedad que permitan sostener y desarrollar la justicia social, la equidad y las libertades conquistadas por la Revolución. Ello exige un modelo económico y social más solvente, eminentemente cubano, fuerte institucionalmente, adecuado a las necesidades, tradiciones y experiencias de la nación y a un entorno internacional extremadamente competitivo y volátil. El objetivo es fortalecer y perfeccionar el socialismo, decisión inequívoca del pueblo cubano. Los cambios están pensados para consolidar la economía, haciéndola mucho más eficiente y capaz de sacudirse de los embates de la crisis capitalista, con o sin bloqueo estadunidense. Lea el artículo completo aquí…

México: La guerra perdida contra los narcos y las otras guerras

La guerra contra los narcos y contra el crimen organizado es una guerra perdida. Su saldo serán enormes ganancias económicas, miles de muertos y una nación rota. Para agravarlo más, el gobierno mexicano ha aprovechado su guerra nacional contra los narcos para aplastar con una guerra local a los zapatistas. Esa “otra guerra” no se limita a Chiapas. Se expresa con crudeza en todo el país contra las comunidades indígenas que defienden sus territorios del Estado y del Mercado.

Jorge Alonso / Revista Envío (Nicaragua)

(Ilustración: "Prioridades de Calderón", de Fisgón. Tomada de La Jornada)

Según el censo de 2010 hay en México 112 millones 336 mil 238 habitantes. Ocupamos el undécimo lugar entre las naciones más pobladas del planeta. La pirámide poblacional se estrecha en la base y se ensancha en el medio, pues la proporción de niños y niñas ha disminuido. 



Otro dato destacable de este censo es la gran desigualdad existente. Esto se comprueba también con las cifras que en marzo dio a conocer la revista “Forbes”. El hombre más rico del mundo es Carlos Slim, un empresario mexicano que posee una fortuna personal de 74 mil millones de dólares, incrementada en un solo año en 38%. Lea el artículo completo aquí…

34 años de las Madres de Plaza de Mayo: La Revolución es una mujer

Si alguien quiere comprender el por qué intransigente y conmovedor de las Madres, que indague a fondo dos de sus proposiciones esenciales: ‘El otro soy yo’ y ‘Para nosotras no queremos nada’.

Demetrio Iramain / Tiempo Argentino

El próximo 30 de abril, sábado y otoño de vientos y amarillos en el sur, las Madres de Plaza de Mayo cumplirán 34 años de lucha. El pañuelo blanco, emblema de libertad reconocido en el mundo entero, supera en cantidad de años la edad promedio de los hijos de las Madres al momento de desaparecer.


Algunas Madres han pasado los 90 en su reloj biológico, y sin embargo siguen en la pelea como si fuera la primera vez. O la última. Asisten a ella con sorpresa y asombro. Humildes y sabias. Siempre. Ninguna baja de los 70, y no obstante ello, muy frecuentemente descubren un nuevo misterio en su pueblo, que las maravilla.

Es raro, pero son sus familiares más íntimos, largamente más jóvenes que ellas, desde nietos a sobrinos, quienes se preocupan por sus horarios. Las Madres saben a qué hora salen de su hogar para ir a la militancia, pero desconocen cuándo regresarán. Quizás la toma sorpresiva de la Catedral, resuelta de improviso en la reunión de la mañana, o la entrega de una carta a Vargas Llosa, las demoren por demás. O las intimen a pasar la noche fuera de casa, en cuyo caso todo se trastoca: los que no pegan un ojo son sus sobrinos o nietos, y ellas las adolescentes. Lea el artículo completo aquí…

América Latina: Los gastos militares

Brasil, Colombia, Chile, México y Venezuela son, en ese orden, los países con mayores gastos militares en la región. Pero, como afirma el autor de este artículo, “ustedes no han visto nunca a un jefe del Comando Sur de las Fuerzas Militares de EE.UU advirtiendo sobre tan desproporcionado gasto militar chileno”.

Eleazar Díaz Rangel / Patria Grande (Venezuela)

El Instituto Internacional de Estudios para la Paz (Sipri), con sede en Estocolmo, es seguramente el organismo más acreditado de investigación sobre el gasto militar en el mundo y cuestiones vinculadas.

Anualmente publica un libro con el resultado de sus estudios y las más completas y confiables estadísticas. Lo está haciendo desde 1969, tres años después de su fundación el 1º de julio de 1966, con motivo de los 150 años de paz de Suecia. Acaba de aparecer el correspondiente al 2010, con algunos vacíos de países como Cuba y Corea del Norte.

En el anuario del año pasado, los gastos militares en el mundo crecieron 1,3% respecto a 2009, “la menor subida en una década, desde la oleada de crecimiento mundial en gasto militar que comenzó en 2001. Aparece América del Sur como la región de mayor alza en el gasto militar en 2010, pues subió 5,8%, por encima de África (5,2%), Medio Oriente (2,5%) y Asia y Oceanía (1,4% cada uno). Según el Sipri, esos 63 mil 300 millones en 2010 se deben “al crecimiento económico registrado en la región, que resultó menos afectada por la crisis mundial de 2008. Lea el artículo completo…

sábado, 23 de abril de 2011

La “buena” y la “mala” izquierda en América Latina

Independientemente del nivel de radicalidad que tengan los cambios que se están llevando a cabo en cada uno de los países latinoamericanos, existen percepciones comunes que los han llevado a adelantar iniciativas históricas, que deben asociarse con la desiderata de encontrar caminos inéditos para construir sociedades más justas.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

rafaelcuevasmolina@hotmail.com

Ollanta Humala está a un paso de ganar las elecciones en Perú. Algo similar le sucedió hace cinco años cuando, enfrentado en una segunda ronda con el candidato del APRA, Allan García, mordió el polvo de la derrota porque, según analistas con criterio, no supo deslindarse de la sombra que proyectaba sobre él el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Esta vez, precavido, desde el principio de su campaña bajó el tono de su discurso, cambió de ropas e hizo que sus propuestas programáticas se parecieran a las que impulsó Lula. A Chávez le mandó un recado público haciéndole saber que se mantuviera alejado y, para rematar, se hizo rodear de asesores del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil.

Retrocediendo un poco en el tiempo, recordemos lo que sucedió en El Salvador. Centroamérica empezaba a mirar con buenos ojos al ALBA: Nicaragua formaba parte de él; Honduras se deslizaba rápidamente hacían ese espacio del espectro político con “Mel” Zelaya a la cabeza del gobierno; Costa Rica y Guatemala solicitaban el ingreso a Petrocaribe y en El Salvador los municipios en los que gobernaba el FMLN había proyectos energéticos con Venezuela y ese mismo partido amenazaba con ganar las elecciones. Hubo que arremangarse y poner manos a la obra: el golpe de estado en Honduras revirtió la tendencia y atemperó los posible ánimos revolucionarios en El Salvador. El candidato que salió electo, Mauricio Funes, propuesto por el FMLN, también se hizo rodear de asesores “lulistas”, es decir, moderados, aceptables a los ojos de aquellos que temen cambios más asociados a lo que la izquierda tradicional buscaba.

Analistas norteamericanos dicen que, en América Latina, tenemos hoy dos tendencias en el marco de los gobiernos que buscan deslindarse de las políticas neoliberales que prevalecieron durante más de 15 años: la de la izquierda “correcta” o buena (the right left) y la de la izquierda “equivocada” o mala (the wrong left). Cualquiera mínimamente enterado de lo que sucede en nuestro continente, no necesitará muchos datos para deducir que, los que caen bajo la incidencia de los malos equivocados son Chávez, Evo, Correa y Ortega, mientras que los aceptables, correctos y buenos son los procesos que se desarrollan en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil.

La certificación fáctica de esta percepción del hermano mayor norteamericano nos lo dio el reciente periplo de Barak Obama por América Latina: Chile, Brasil y El Salvador fueron los países visitados. En Centroamérica, Costa Rica se sintió ofendida por no haber sido la elegida para ser hollada por los pies del presidente norteamericano. Pero, siendo como es, sempiterna aliada de los Estados Unidos, convenía más hacerse presente en donde la mesura era vista como un logro no necesariamente “natural”, como sí lo es en Costa Rica.

Viniendo de donde viene, los Estados Unidos de América, tal visión debe ser tomada con pinzas, es decir, con cuidado. Independientemente del nivel de radicalidad que tengan los cambios que se están llevando a cabo en cada uno de los países latinoamericanos mencionados, existen percepciones comunes que los han llevado a adelantar iniciativas históricas, que deben asociarse con la desiderata de encontrar caminos inéditos para construir sociedades más justas. Se ha podido avanzar, además, en la conformación de organismos que buscan respaldar el trabajo unido, partiendo de análisis que no tienen el entorpecimiento de la distorsionante presencia norteamericana.

Ante esta situación, la derecha continental, con los Estados Unidos de América vanguardizándola, busca encontrar los resquicios que le permitan romper y revertir esa tendencia latinoamericanista, con el fin de hacer prevalecer nuevamente las posiciones panamericanistas que tan de capa caída se encuentran. Véase, si no, la situación de la OEA. La división entre izquierdas buenas e izquierdas malas es uno de sus argumentos más llevados y traídos.

No hay que dejarse engatusar.

Impudicias de la derecha peruana

Los resultados del pasado 10 de abril indican que ese pueblo peruano -humilde, sencillo, trabajador, explotado, empobrecido- es listo, no tiene miedo, no cree en calumnias ni en fantasmas.

Artículo relacionado: “Perú, en las puertas de un viraje geopolítico”, de Raúl Zibechi

Abner Barrera Rivera / AUNA-Costa Rica

(Fotografía: Ollanta Humala, candidato presidencial de Gana Perú)

Luego del triunfo electoral el 10 de abril de Ollanta Humala candidato de Gana Perú, la prensa oligárquica de Lima ha empezado a derrochar en sus columnas mucho resentimiento y odio contra el pueblo peruano, tildándolo de ignorante, tonto y anti moderno, por haber votado por el candidato nacionalista quien está acuerpado por importantes movimientos sociales y políticos de la izquierda peruana.

El hecho de que cerca de cinco millones de peruanos hayan votado por Ollanta Humala en lugar de apoyar a los candidatos de derecha, apadrinados todos por Alan García (quien reiteradamente violó el artículo 346 de la Ley Orgánica de Elecciones, que prohíbe a toda autoridad política o pública practicar actos que favorezcan o perjudiquen a un partido o candidato) ha llevado a que otra vez los peruanos asistan a ver en los grandes medios cómo los políticos de derecha y sus publicistas han perdido todo tipo de decencia, mostrando su incapacidad para aceptar al otro, al diferente como ganador.

Una forma de desaprobar al adversario es usando adjetivos descalificativos contra él. Así, la derecha sostiene que Ollanta Humala es un demonio político para los peruanos, una especie de lobo arropado de cordero que pretende devorarse a caperucita (el Perú). No han cesado en atacarlo, relacionándolo con otros escenarios y personajes dentro y fuera del país. A lo interno, por tener en su lista al Congreso a parlamentarios de izquierda de larga data, de lucha a favor de los recursos naturales, el respeto a los derechos humanos y la defensa de la soberanía del país. En el afán de desaprobar a Humala, la derecha no titubeó en señalar –sin ninguna prueba-, que estábamos incluso ante un defensor de Abimael Guzmán.

A lo externo se esforzaron por relacionarlo con los presidentes de Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador; especialmente hicieron que apareciera fotografiado al lado de Hugo Chávez, indicando con grandes titulares, que quiere cambiar la Constitución para reelegirse (aún no es presidente, pero la derecha ya habla de reelección), que va a estatizar la economía, que va a controlar el Congreso (cosa que sí hizo el fujimorismo en diez años), que va a prohibir la libertad de expresión y que un gobierno nacionalista traería corrupción (característica ésta del actual régimen de Alan García), etc.

Pero los resultados del pasado 10 de abril indican que ese pueblo peruano -humilde, sencillo, trabajador, explotado, empobrecido- es listo, no tiene miedo, no cree en calumnias ni en fantasmas. Es un pueblo que quiere un cambio y que sabe por propia experiencia, que si bien en estos últimos años, la economía peruana creció, éste no los ha beneficiado; el crecimiento económico ha sido próspero para los ricos, pero las tres cuartas partes de la población sigue siendo pobre, careciendo de derechos humanos elementales.

El otrora antiimperialista Alan García Pérez, hoy debiera tener pudor declararse discípulo de Haya de la Torre; el entreguismo barato al coloso del norte no fue una característica del fundador del aprismo. En el reciente lustro del gobierno de García, éste se convirtió en una de las marionetas preferidas de Washington; su función consistió en rematar el país al capital extranjero. García y sus acólitos de la derecha peruana creyeron que el éxito económico (para los ricos) sería extendido un lustro más con un triunfo electoral que creían seguro con alguno de los candidatos de la derecha, pero la sensatez del pueblo peruano pudo más y con total confianza el pasado 10 de abril dijo no más y votó por un cambio en Perú. Los miedos, calumnias y fantasmas creados por la derecha peruana (los mismos que se repiten en América Latina contra cualquier candidato anti sistema), no pudieron hacer mella con la voluntad y sabiduría del pueblo.

El 05 de junio será la votación de la segunda vuelta presidencial en Perú. La derecha no ha aprendido la lección: en lugar de repensar los resultados electorales de la primera vuelta y comprender los cambios que la mayoría de peruanos demanda, se muestra otra vez tozuda y necia, calumniando al candidato de Gana Perú y apostando por el fujimorismo, que es sinónimo de corrupción, crímenes, impunidad y violación de los derechos humanos.

Honduras, Panamá y el control de Centroamérica

No es casual que dos regímenes abiertamente neoliberales y antipopulares, como los de Honduras y Panamá, sean utilizados por Estados Unidos como eje de sus operaciones militares y antidrogas.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

(Fotografía: Los presidentes de Panamá y Honduras, Ricardo Martinelli y Porfirio Lobo, respectivamente).

En medio de un clima de opinión pública marcado por el temor a la violencia social (consecuencia de la violencia material y simbólica del sistema económico) y saturado por el discurso de la guerra contra el narcotráfico, que casi todos los gobiernos de la región asumen como programa político, dos anuncios recientes han confirmado la vital importancia que mantienen Honduras y Panamá en el posicionamiento y proyección de los llamados intereses norteamericanos en Centroamérica y el Caribe.

En Honduras, durante una visita del jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, se informó de la inminente instalación de una tercera base militar norteamericana en las Islas de la Bahía (Caribe hondureño), que se sumaría a la histórica base de Palmerola y a la de Taracasta, en la frontera con Nicaragua (Departamento de Gracias a Dios), establecida hace un año (www.alterinfos.org, 18-04-2011).

Si ya el lanzamiento del Plan Centroamérica –hermano del Plan Colombia y la Iniciativa Mérida- en Tegucigalpa, el pasado mes de febrero, enviaba un poderso mensaje sobre el rol que le asignaba Washington al régimen hondureño posgolpista de Porfirio Lobo, este nuevo emplazamiento militar despeja cualquier duda sobre la cuasi ocupación a la que está siendo sometido el país. Y ocurre, además, en momentos en que las denuncias sobre represión política y violaciones a los Derechos Humanos son ya inocultables.

Dos miembros de la Comisión de la Verdad para Honduras, Nora Cortiñas, fundadora de Madres de Plaza de Mayo, y Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, en una entrevista publicada por el diario argentino Página/12, relatan el delicado estado de situación que vive la sociedad hondureña: “La represión al pueblo hondureño sigue porque el gobierno de Lobo, un gobierno constitucional entre comillas, está reprimiendo a los maestros, a los sindicatos fuertes y a los periodistas. Tiene un blanco claro: cuanto más combativo es un grupo, más lo reprime”, explica Cortiñas. Y Pérez Esquivel agrega: “Desaparecidos, asesinados, torturados en cárceles. Hay periodistas golpeados, perseguidos, intimidados. Es una avanzada sobre la democracia en América Latina para imponer las democracias entre comillas, restringidas y proclives a los centros de poder” (www.pagina12.com.ar, 17-04-2011).

Por su parte, la inauguración en Panamá, el 18 de abril, del Centro Operativo de Seguridad Regional, presentado como un proyecto del Sistema de Integración Centroamericano (SICA) para articular las tareas de inteligencia de policías y ejércitos en la guerra contra el narcotráfico, ha terminado por revelarse como un eslabón más de la estrategia militar norteamericana: está ubicado en la antigua base naval de Rodman y se mantendrá conectado “a la Fuerza de Tarea Conjunta Interagencial del Comando Sur de los Estados Unidos con sede en Cayo Hueso (Florida)” (www.diariocolatino.com , 19-04-2011).

Como ocurre en Honduras, el gobierno panameño de Ricardo Martinelli, confeso opositor de los “populismos latinoamericanos” (según la malintencionada expresión divulgada por la derecha latinoamericana), exhibe una cuestionada reputación en diversos ámbitos: intromisión en los distintos poderes de la República, violación de Derechos Humanos (10 muertos y 700 heridos en la represión de trabajadores en Bocas del Toro), corrupción en la administración pública, destrucción de la naturaleza por la vía del desarrollo extractivo minero y la amenaza permanente a los territorios y culturas indígenas (www.rebelion.org , 20-04-2011). El sociólogo Marco A. Gandásegui describe la situación en una contundente frase: Panamá es el escenario de una guerra de los ricos contra los pobres.

No es casual que dos regímenes abiertamente neoliberales y antipopulares (en el sentido de que van en contra de los intereses de los pueblos), sean utilizados como eje de operaciones militares y antidrogas. Por el contrario, es la afirmación de una constante histórica de la presencia de Estados Unidos en Centroamérica. Precisamente, es en la débil legitimidad social y en la erosionada imagen a nivel nacional e internacional de estos gobiernos, donde radica su potencial como socios estratégicos, dóciles y maleables, del poder hegemónico estadounidense.

Es cierto que la nuestra es una región vulnerable, expuesta a la acción de grupos criminales organizados y eso tiene un indudable impacto social y cultural; pero también lo es el hecho de que Estados Unidos aprovecha la actual coyuntura en beneficio propio. De manera sistemática, los informes del Departamento de Estado vienen presentando a Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Panamá y Guatemala como países “traficantes principales” en el negocio internacional de las drogas (www.elfaro.net , 04-03-2011); el Comando Sur califica a Guatemala, El Salvador y Honduras como “la zona más letal del mundo fuera de las zonas de guerras activas”, y el Comando Norte, por su parte, le “recomienda” al gobierno mexicano que considere a Centroamérica como un nuevo frente en su guerra antinarco (www.jornada.unam.mx , 06-04-2011).

La suma de estos factores y construcciones políticas y discursivas, es lo que justifica, desde la perspectiva norteamericana y de un sector de las elites gobernantes de la región, unos niveles cada vez mayores de “cooperación en seguridad”, que abren las puertas, irremediablemente, al injerencismo descarnado.

En la Centroamérica del siglo XXI, atravesada por contradicciones y esperanzas frustradas, las tendencias que empujan hacia la militarización y la adopción de políticas de “seguridad regional” fabricadas por fuerzas extranjeras, expresan dos dimensiones de un mismo proceso: la profundización del control y la dominación de los Estados Unidos sobre un territorio estratégico en el diseño de su política exterior para América Latina.