domingo, 30 de marzo de 2008

Sudamérica y la ofensiva de la reacción

Las muestras de descontento que tienen lugar en Argentina y Bolivia, encabezadas por grupos tradicionalmente privilegiados en ambas naciones, se incrustan en una cadena de acciones en contra de gobiernos considerados progresistas en distintos países del Cono Sur, detrás de las cuales puede entreverse un mismo objetivo: la desestabilización política.

En el caso de Argentina, la presidencia de Cristina Fernández enfrenta el descontento de los empresarios agrícolas por el incremento en los impuestos a las exportaciones de soya y girasol. La crispación ha sido capitalizada por la derecha de esa nación austral, que en su momento constituyó el sostén de la dictadura militar que gobernó esa nación entre 1976 y 1983, y que actualmente es adversa a las políticas seguidas por el gobierno de Fernández y de su antecesor, Néstor Kirchner.

Por lo que hace a Bolivia, el presidente Evo Morales ha hecho frente, desde su llegada al poder, a una ofensiva oligárquica que, para mermar la labor del gobierno, anteriormente había aprovechado los conflictos regionalistas, y que ahora es apuntalada por el descontento empresarial ante la decisión gubernamental de prohibir las exportaciones de aceite comestible. En protesta por esa medida, que a decir de Evo Morales tiene el fin de “garantizar a la población su derecho a la alimentación”, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) instó al mandatario a “recuperar la cordura” y frenar sus supuestos ataques “contra el aparato productivo y las libertades económicas”, en tanto que los líderes transportistas amenazaron con iniciar un bloqueo de las fronteras con Chile, Argentina, Perú y Brasil, como medida de presión al presidente boliviano para que dé una tregua de 60 días en la prohibición de exportar el producto.

En forma similar, otros gobiernos de la región han sufrido, respectivamente, las embestidas de las fuerzas oligárquicas al interior de sus naciones. Tal es el caso de Ecuador, donde el presidente Rafael Correa ha denunciado ser objeto de una campaña de desestabilización, en la que participan los “medios de comunicación de la derecha”, que busca deponerlo para colocar en su lugar a un “títere de Washington”. Por su parte, los grupos oligárquicos de Venezuela han mantenido un acoso sistemático en contra del presidente Hugo Chávez, que incluso logró separarlo del cargo durante unas horas, por vía de una intentona de golpe de Estado en 2001.

Significativamente, el denominador común de los gobiernos referidos es que se han distanciado, de una forma o de otra, de las políticas económicas propias de la doctrina capitalista y, por el contrario, han insertado medidas orientadas a atender las necesidades de las clases populares en sus respectivos países y reducir en alguna medida la insultante brecha de desigualdad y los regímenes de privilegios que propiciaron la concentración de riqueza en unas cuantas manos.

Finalmente, es de destacarse que, como lo han denunciado en su momento los gobiernos de Ecuador, Bolivia y Venezuela, los conflictos referidos hayan sido alentados por Estados Unidos. El hecho de que Washington asuma un nuevo rol protagónico en apoyo a una ofensiva generalizada de la reacción contra los gobiernos progresistas de Sudamérica vendría a confirmar que su pretendido papel de defensor y promotor mundial de la democracia y los derechos humanos continúa siendo una mera simulación o, cuando mucho, una postura que asume a conveniencia.
Editorial de LA JORNADA

viernes, 28 de marzo de 2008

La segunda fase del Plan Colombia en accióm

Raúl Zibechi
(De LA JORNADA, México DF).

Es muy probable que el bombardeo del ejército colombiano contra el campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en suelo ecuatoriano haya sido la primera acción de envergadura del Plan Colombia II, estrenado hace un año con un gigantesco presupuesto que multiplica por cinco los fondos destinados al Plan Colombia I. El objetivo de la segunda fase consiste en una Estrategia para el Fortalecimiento de la Democracia y el Desarrollo Social para el periodo 2007-2013. Las inversiones se elevan de 10 mil 700 millones de la primera fase a 43 mil 800 millones para la segunda, una cifra alucinante que sólo podrá ser compensada por las expectativas de las multinacionales –las grandes beneficiarias– de conseguir grandes ganancias en Colombia.

Más allá de las declaraciones, todo indica que la segunda fase del Plan Colombia no estará dirigida hacia lo que declaran sus promotores, como ya sucedió con la primera fase. Un buen ejemplo es lo que viene sucediendo con los cultivos de coca. Es cierto que el volumen de cultivos parece haber disminuido en Colombia, pero se mantiene estable en los últimos años, y en una década las exportaciones de cocaína a Estados Unidos no han decrecido y registraron un récord en 2007.

Según diversos análisis, lo que está sucediendo es una difusión de los cultivos a otras regiones y a otros países. Más aún, las técnicas de los exportadores se vienen perfeccionando con la construcción de decenas de semisubmarinos que pueden transportar hasta 12 toneladas de cocaína cada uno. La Guardia Costera estadunidense informa que este año espera capturar hasta 120 submarinos de los narcos frente a los 23 capturados en los últimos años. La proclamada guerra contra las drogas es un fracaso inocultable.

Por otro lado, la prensa colombiana informa estos días que los paramilitares están de retorno luego de unas breves vacaciones. El grupo más activo se denomina ahora Águilas Negras. Cuenta con unos 4 mil efectivos procedentes de paramilitares que no se acogieron a la desmovilización auspiciada por el gobierno de Álvaro Uribe y por nuevos efectivos reclutados por los narcotraficantes, con los cuales estos grupos tendrían especial afinidad. Días atrás lanzaron amenazas de muerte contra los movimientos sociales convocantes de la marcha del 6 de marzo en homenaje a las víctimas del paramilitarismo. Una parte considerable de esos grupos actúa cerca de la frontera con Venezuela.

Respecto de la guerrilla, aunque debilitada está lejos de ser derrotada, y aunque ha sido duramente golpeada en varias regiones, su principal retaguardia, en las selvas del sur, se mantiene intacta. Ahí fracasó estrepitosamente el Plan Patriota, que pretendió desalojar a las FARC de una región que conocen y controlan hace tiempo. En resumidas cuentas, el Plan Colombia I consiguió algunos resultados, pero está lejos de ser un éxito, por lo menos en función de los objetivos declarados. Sin embargo, tanto el Plan Colombia I como su segunda fase están dando muy buenos resultados en dos aspectos no declarados y ni siquiera mencionados lateralmente en la propuesta: los negocios marchan viento en popa y la desestabilización de la región ha escalado varios pasos.

En efecto, el llamado “clima de negocios” que se respira en las principales ciudades del país, que se resume en las inversiones extranjeras directas, revela que Colombia se ha convertido en uno de los destinos preferidos de las multinacionales de la minería, los hidrocarburos y el agronegocio. Hoy se coloca sólo detrás de México, Brasil y Chile en su capacidad de captar inversiones. Se asegura que la mayor seguridad es lo que explica esta afluencia de capitales. En realidad, gracias a la intensificación de la guerra promovida por el Plan Colombia hay ya 4 millones de desplazados, 10 por ciento de la población del país, que están siendo expulsados precisamente de aquellas zonas apetecidas por el negocio multinacional. Puede decirse que la política del desplazamiento forzado es funcional, y necesaria, para el aterrizaje de las multinacionales.

El Plan Colombia II pretende actuar de modo decisivo sobre las dos fronteras calientes: Venezuela y Ecuador, además de profundizar la penetración en la región del Cauca, donde opera el movimiento indígena colombiano, el único actor social capaz de plantarle cara a la guerra y a las multinacionales. Ello augura un futuro inmediato más que complejo para el subcontinente. La acción militar del primero de marzo puede ser apenas la primera de una serie destinada a desbordar la guerra interior más allá de las fronteras, siguiendo los pasos de los cultivos de coca. No se trata de una desviación sino de un efecto deseado. La política hegemónica de Washington pasa por la desestabilización de los gobiernos de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, pero también por acotar las iniciativas provenientes del Mercosur. De ahí la reciente propuesta de Brasil de crear un Consejo de Seguridad de Sudamérica, que incluye sólo a los 10 países de la región.

Según el ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim, se trata de una iniciativa brasileña que de forma explícita excluye a Estados Unidos. La iniciativa comenzó a ser diseñada durante la crisis militar entre Ecuador, Venezuela y Colombia y se propone el control de las fronteras, la lucha contra grupos ilegales y la posibilidad de participar en operaciones de paz como las que encabeza Brasil en Haití, en la que participa un amplio contingente militar de la región. Otras versiones aseguran que la creación del Consejo de Seguridad regional fue pactado en la reciente visita de Condoleezza Rice a Brasil, ya que Washington seguiría interesado en que el país de Lula modere los ímpetus de Venezuela y Bolivia.

Aún es pronto para saber cuál de las dos lecturas es la más cercana a la realidad. Sin embargo, ya sabemos que la segunda fase del Plan Colombia está destinada a barrer con aquellos que desde los movimientos y los gobiernos se oponen, aun parcialmente, a la política de “dominio de espectro total” diseñada por las multinacionales y el imperio.

http://www.jornada.unam.mx/2008/03/28/index.php?section=opinion&article=023a1pol

martes, 25 de marzo de 2008

Operación estratégica de EU contra Venezuela y América Latina

Luis Gutiérrez Esparza *
Adital


La ofensiva de Estados Unidos contra el gobierno de Venezuela es, a fin de cuentas, una operación estratégica que afecta a todos los países latinoamericanos. Independientemente de la saña con la que Washington ha decidido hostigar y cercar a Hugo Chávez, sus propósitos no se detienen incluso ante la promoción de una guerra regional, como lo acaba de demostrar la reciente crisis andina.

Así lo plantean analistas y académicos convocados por el Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI), un organismo no gubernamental de análisis, estudio y reflexión, con sede en la ciudad de México.

Los expertos del CLAEI señalan que, antes de que estallara la crisis andina, cuya rápida solución se debió en buena medida a la actitud conciliadora y sensata del propio Chávez y a los buenos oficios, ejercidos con ejemplar discreción, del Presidente de México, Felipe Calderón y del líder cubano Fidel Castro, Washington, a través del Departamento de Estado, había puesto en marcha una nueva estrategia dentro de Venezuela para desestabilizar al gobierno.

Los operadores estadounidenses han recurrido a organizaciones no gubernamentales y religiosas para imprimir una nueva dinámica a su ofensiva contra Chávez, ahora en pos de una penetración cultural, social e ideológica, que convoque a los representantes de la oposición, principalmente en las áreas de mayor pobreza y marginación dentro del país.

El énfasis está dirigido a dividir al pueblo y hacerlo dudar de la necesidad y la conveniencia de las reformas impulsadas por el gobierno, en particular aquellas consideradas como radicales.
Con recursos proporcionados principalmente por medio de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID, por sus siglas en inglés) del gobierno estadounidense y de algunas ONG de ese mismo país, se distribuye dinero lo mismo entre las ONG venezolanas, que directamente a comunidades marginadas. Un grupo misioneros mormones -cuyos efectivos se estiman en más de 200--, que llegó a Venezuela en 2005, procedente de Estados Unidos, ha sido uno de los más activos en esta campaña, que a la par que entrega dólares, intenta desacreditar al gobierno de Chávez.

Cabe resaltar asimismo la presencia en diferentes regiones de Venezuela, cuya importancia crece día con día, de una ONG poco conocida fuera del país, Liderazgo y Visión, encabezada por Gerver Torres, un personaje ubicuo e influyente, enconado adversario de Chávez, quien durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez encabezó el ahora desaparecido Fondo Venezolano de Inversiones (FVI) y fue representante de Venezuela ante la OPEP y el FMI.

Liderazgo y Visión participó activamente en el intento de golpe contra Chávez en 2002 y actualmente recibe una sustanciosa ayuda financiera estadounidense, que le ha permitido, además de mantener sin restricciones su programa nacional de "formación de nuevos líderes" y ocupar varios inmuebles costosos y muy bien equipados, editar un libro, "Un sueño para Venezuela", del cual afirman que se han distribuido por lo menos 750 mil ejemplares, con énfasis en las áreas de mayor pobreza.

Para tener una idea de la capacidad económica de Liderazgo y Visión, subrayan los expertos del CLAEI, basta con pasar una rápida revista a sus actividades durante 2007: dos mil foros de discusión política en los 17 estados del país; eventos diversos en 200 sedes; invitación a visitar la sede central de la ONG, para más de 200 mil venezolanos. El financiamiento estadounidense que reciben Torres y su grupo, se canaliza primordialmente por medio del Banco Venezolano de Crédito.

Torres y Liderazgo y Visión no ocultan su objetivo final: movilizar a la sociedad civil contra el gobierno de Chávez y debilitar el papel del Estado. Los medios de comunicación venezolanos han dado a conocer que Estados Unidos financia muchos programas en Venezuela, con el propósito de penetrar en aquellos núcleos de la población que apoyan a Chávez.

Es interesante hacer notar que todas las ONG venezolanas que tienen el visto bueno de Washington, coinciden en su crítica a Chávez, acusándolo de las dificultades económicas del país, de la escasez de algunos alimentos, de la corrupción, etc.

En su momento, responsabilizaron asimismo al presidente de una posible guerra entre Ecuador y Colombia; pero cuando la etapa más riesgosa de la crisis andina fue resuelta en la cumbre del Grupo de Río en Santo Domingo, con una decisiva intervención pacificadora de Chávez, tuvieron que modificar sobre la marcha sus falaces argumentos.

Mientras tanto, la atención principal de Liderazgo y Visión y otras ONG venezolanas alineadas con Washington, explican los especialistas del CLAEI, se enfoca sobre un distrito del área metropolitana de Caracas, Petare, donde vive más de un millón de personas. La AID financia un proyecto para preparar cuadros de activistas políticos que trabajen directamente en los consejos comunales; y las tareas de dichos cuadros son reforzadas por una radiodifusora que, financiada asimismo por la AID, difunde mañana, tarde y noche, una agresiva propaganda antigubernamental.

La oposición venezolana tiene puestas sus esperanzas durante 2008, en los fondos que el Congreso estadounidense aprobó, para ser transferidos a Venezuela, a la campaña antichavista, por medio de la AID. Se trata de tres mil 600 millones de dólares que, esperan en Washington, bastarán para incendiar a Venezuela.

Ante este panorama interno y el espectro de una guerra regional, los expertos del CKAEI hacen un llamado a la comunidad latinoamericana, para defender a los gobiernos que siguen un camino independiente y buscan alejarse de la hegemonía que pretende imponer Washington. Ni desestabilización interna, seguida de golpe militar, como se intentó en Venezuela en 2002 y se llevó a cabo exitosamente, por ejemplo, en Chile en 1973; ni golpes de mano, como los de Panamá o Grenada. Mucho menos, una guerra latinoamericana que selle con sangre los sueños imperiales de Estados Unidos.

* Presidente del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI) / Latin American Circle for International Studies (LACIS) - México, DF (México)

Tomado de: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=32247

lunes, 24 de marzo de 2008

Un nuevo modo de estudiar la historia

Entrevista a Enrique Dussel, Doctor en filosofía

"Quiero hacer una filosofía desde el bloque de los oprimidos”.

En su nuevo libro, Política de la liberación, historia mundial y crítica, el pensador se propone superar una serie de límites teóricos, entre ellos el helenocentrismo, el occidentalismo, el eurocentrismo y la exclusión de América Latina en los orígenes de la antigüedad

Luis Hernández Navarro (LA JORNADA)

En su libro más reciente, Enrique Dussel ha emprendido la demolición de la visión eurocentrista y helenocentrista de la historia, la política y la filosofía. En su lugar, ha emprendido la elaboración de una posible historia de los pueblos a partir de “una reconstrucción epistemológica desde los vencidos, desde las víctimas de la modernidad”.

Política de la liberación, historia mundial y crítica es el primer tomo de una serie de tres volúmenes de un contrarrelato crítico que tiene en los “condenados de la Tierra” su punto de partida. El segundo fue ya entregado al editor y el tercero está en camino de ser terminado. A través de sus 587 páginas y sus 2 mil 422 notas a pie de página propone un nuevo modo de estudiar la historia.

El libro, como parte de la política de la liberación, se inscribe en el mismo espíritu de época que animó pensamientos críticos como la teología de la liberación, la ética de la liberación, la filosofía de la liberación y la teoría de la dependencia, todas ellas corrientes en las que el profesor Dussel ha desempeñado un papel central.

“La filosofía de la liberación –dice el pensador en entrevista con La Jornada– es filosofía, y no teología. Nació entre un grupo de profesores dentro de un mismo contexto, y dialogando sobre la metodología de esa teología, pero siendo filosofía. Su experiencia consiste en el descubrimiento del hecho masivo de la dominación.”

La filosofía de la liberación tiene como fundamento la pobreza creciente de la mayoría de la población latinoamericana y la existencia de tipos de opresión que exigen como praxis una liberación encaminada a la libertad.

El pensamiento de la liberación, explica, “pone en cuestión revolucionariamente el presente; es un movimiento que tiene responsabilidad en la construcción de un nuevo orden”.

La obra, como se señala casi al final, utiliza el método crítico, tal como lo define Hermann Cohen. “Consiste en colocarse en el espacio político de los pobres, las víctimas, y desde allí llevar a cabo la crítica de las patologías del Estado.”

“Giro descolonizador”

Dussel está en contra del colonialismo teórico de la filosofía política, como se practica en América Latina. Apuesta por tomar en serio “el giro descolonizador en el que está empeñada desde hace años la filosofía de la liberación”.

El texto, agrega, viene de atrás: “Nació en 1962, leyendo un libro de Leopoldo Zea que decía que América Latina está fuera de la historia. Y lo peor es que nosotros lo repetimos. Pero, ¿qué tal si esa visión de la historia es una pura invención de los románticos alemanes del siglo XVIII? ¿Que Hegel hizo filosofía?”

Política de la liberación, historia mundial y crítica se propone superar una serie de límites teóricos: el helenocentrismo, el occidentalismo, el eurocentrismo, la periodización de la historia según los criterios europeos, el secularismo tradicional de las filosofías políticas y la exclusión de América Latina en los orígenes de la antigüedad.

El doctor en filosofía, nacido en Argentina en 1934 pero exiliado en México desde 1975, explica: “en filosofía política, en teoría política somos completamente eurocéntricos (tendencia emocional que hace de la cultura europea el criterio exclusivo para interpretar los comportamientos de otros grupos, razas o sociedades).

“En filosofía partimos siempre de Atenas, todo pasa por Atenas. Hablamos de la democracia ateniense. Yo me pregunto: ¿cuál democracia ateniense? La palabra demos viene de Egipto. Significa aldea. La política no nació en Grecia. Prácticamente todas las instituciones políticas en Grecia son fenicias, caldeas o egipcias. La palabra dique, que es justicia, es caldea.

“En las facultades de filosofía todos son helenocéntricos. La figura que representa la Facultad de Filosofía de la UNAM es una mujer con casco griego. Eso es una corriente filosófica. Pero está la filosofía china, que es inmensa, que es mucho más actual que la griega, porque ha seguido viviendo. La gente en China lee a Confucio. Está la filosofía India. Está el mundo islámico.”

Para el hombre que nació en un pueblo argentino que, según él, podría ser parte de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, resulta lamentable que no se estudie Bizancio.

“Europa nos ha vendido que fue el centro del mundo, pero eso es cierto tan sólo desde hace 200 años. El europeo estaba tan aislado en la Edad Media...”

Bagdad, asegura, fue durante 500 años el centro de las principales conexiones políticas del mundo. “Había cientos de caravanas que salían de todo el mundo a Bagdad. Allí estaba el Instituto Tecnológico de Massachusetts del siglo IX. Estaban muchísimo más avanzados que los europeos.”

Tenemos, afirma, una visión distorsionada de historia. Y eso es grave, entre otras razones, porque la historia es el horizonte de las ciencias sociales. “Se habla del feudalismo cuando sólo existió en Europa. En el mundo árabe nunca hubo feudalismo.”

¿Cómo procesó el doctor Dussel la elaboración de este libro de largo aliento? Es un trabajo, expresa, que escudriña los orígenes de la modernidad. Ésta es la parte histórica. “Hace 50 años que estoy en el tema. Mi tesis doctoral en Madrid fue sobre problemas de filosofía política. En 1997 envié la Ética de la liberación al mismo editor. Un año después se publicó un libro grande, de 700 páginas, que daba los fundamentos de una ética. Desde ese momento comencé a hacer la política. Me puse a releer los clásicos, me puse a leer los filósofos más importantes actuales y el tema se fue agrandando.”

Enrique Dussel es un conocedor profundo de la filosofía clásica, del mundo hebreo y de la historia latinoamericana. Nacido de la convicción de que hacen falta categorías para explicar lo nuestro, Política de la liberación, historia mundial y crítica propone, desde América Latina, una visión diferente del problema filosófico, político, pero con la pretensión de ser mundial. El primer tomo es una historia mundial. “No tiene sentido –advierte– hablar de antigüedad, medieval y moderno.”

Asegura: “ha sido un trabajo arduo de revisar la filosofía política contemporánea y desde allí pensar lo que está pasando en América Latina, y desde allí dar una filosofía política. Este primer tomo es el lugar desde donde hago la deconstrucción y la reconstrucción teórica. Primero hago una historia mundial, luego entro a América Latina, entro a los movimientos populares.
“Quiero hacer una filosofía política desde lo que Gramsci llama el bloque social de los oprimidos. No sólo de la clase obrera, del proletariado, del sujeto histórico tradicional, sino el pueblo.”

Con Política de la liberación, historia mundial y crítica Dussel afirma estar “rompiendo una cantidad de esquemas que permiten la posibilidad de nuevas visiones”. Y pone de ejemplo el del actual presidente de Bolivia. “Evo Morales dice: de lo que se trata es de un poder obedencial. Esa visión es central en una nueva teoría política. Desde los centros se dice: los que mandan, mandan mandando. Aquí se dice: Los que mandan, mandan obedeciendo. Es otro concepto de poder. Eso sí que es crítica de la modernidad.”

El nuevo modo de estudiar la historia propuesto por Dussel es, también, un lente distinto para asomarse a lo que actualmente sucede en nuestro continente.

http://www.jornada.unam.mx/2008/03/24/index.php?section=politica&article=008e1pol

viernes, 21 de marzo de 2008

Nueva derrota latinoamericana para Bush


Ángel Guerra Cabrera
La Jornada


El grito de independencia y fraternidad latinoamericana del Grupo de Río resonó y se impuso el 17 de marzo pasado entre las paredes de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, capital del imperio decadente. Las presiones estadunidenses se derritieron como mantequilla frente a la resistencia de los cancilleres de América Latina y el Caribe, quienes reiteraron en las entrañas del monstruo y en las narices de sus representantes, el pronunciamiento contra la agresión a Ecuador acordado en Santo Domingo.

Como para recordar a los vecinos del sur la peculiar diplomacia que les reserva, Estados Unidos envió al frente de su delegación a John Negroponte, uno de sus más conspicuos expertos en desestabilización y organización de escuadrones de la muerte, cuyo historial delictivo se extiende desde Centroamérica hasta Irak, donde actuó al estilo de un gauletier en la Europa ocupada por los nazis. No en balde tuvo entre sus más estrechos colaboradores en el tráfico de armas por drogas contra la revolución sandinista a los terroristas de origen cubano Félix Rodríguez Mendigutía y Luis Posada Carriles, ambos, por cierto, huéspedes distinguidos en Miami del gobierno que se proclama campeón mundial de la lucha contra el terrorismo.

En el debate y entre bambalinas, Negroponte intentó que la reunión, a la manera de Israel contra los palestinos, justificara la agresión de Bogotá invocando su derecho a la “autodefensa”: codificar jurídicamente en nuestro continente la llamada doctrina Bush de la guerra preventiva . Inútil tentativa. Al parecer algún gobierno débil de los situados al sur del río Bravo cedió inicialmente a las pretensiones estadunidenses, pero lo sustantivo es que a la postre venció rotundamente la determinación latinoamericana, unida una vez más en torno a la firme posición del gobierno del presidente Rafael Correa en defensa de la soberanía ecuatoriana y del derecho internacional.

Es muy grave el precedente que trató de sentar Estados Unidos con la masacre fríamente calculada contra el campamento de las FARC en territorio de Ecuador, no sólo en lo tocante al desprecio por las soberanías nacionales, sino al respeto a la vida de los seres humanos. La operación de exterminio, donde en un flagrante crimen de guerra fueron rematados los sobrevivientes, guerrilleros y civiles desarmados, prefigura el proyecto deliberado de instalar en América Latina la receta aplicada indiscriminadamente por Washington a los musulmanes. Con aducir simplemente que son terroristas, basta para lograr el silencio cómplice o el aplauso mediático, así sea que se les torture o asesine. Es la misma lógica que lleva a la prensa dominante a permanecer inmutable ante el millón de muertos ocasionados en Irak por las armas yanquis o a su repugnante linchamiento de la estudiante mexicana herida y sus compañeros asesinados.

El imperialismo y sus medios de (des)información desarrollan a todo trapo la preparación sicológica de una contrarrevolución en Venezuela, Bolivia y Ecuador, que permita aislar a Cuba, y luego rematarla –como si fuera tan fácil– igual que a los heridos en el campamento de las FARC. Bush, que rumia por la magna crisis económica y por ser derrotado hasta en la OEA, horas después de la reunión de cancilleres descargaba su bilis contra Hugo Chávez, vinculándolo al terrorismo con las supuestas evidencias encontradas en las computadoras a prueba de bombas de Raúl Reyes.

No es gratuito. Venezuela, con mucho petróleo, sostiene la bandera antimperialista y es pieza clave en el ajedrez continental a favor de la independencia, la soberanía, la integración y la paz entre los pueblos, y Washington sueña con imponer allí de nuevo un gobierno servil como los anteriores a Chávez. La agresión contra Ecuador demuestra la amenaza que representa un Bush, apaleado y desprestigiado, pero con abundantes arsenales bélicos y mediáticos, para seguir matando y envenenando las mentes de millones.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=64942

lunes, 17 de marzo de 2008

Lecciones de una cumbre latinoamericana

Augusto Zamora R.
Público*


No fueron pocos los que, en el mundo, observaron entre perplejos y atónitos el desenlace de la XX Cumbre de Río, durante la cual los presidentes de Colombia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua intercambiaron durísimas palabras, a raíz de la crisis abierta por la incursión militar colombiana en territorio de Ecuador. El panorama que precedió a la cumbre anunciaba –para quien desconociera la región– fuego y plomo. Quienes conocían la diplomacia regional sabían que, salvo una catástrofe impensable, la sangre no llegaría al río. Que la crisis podría prolongarse en el tiempo, pero, con el tiempo y aplicando los mecanismos políticos y jurídicos interamericanos, se resolvería pacíficamente y el ruido de sables quedaría en eso. En ruido.

Leyendo lo publicado sobre la crisis andina podía medirse el desconocimiento que sigue habiendo sobre Latinoamérica. Como ocurre con tantas cosas, sin conocer historia y antecedentes es imposible situar en su perspectiva la dinámica de los hechos.

Comencemos por el foro. El Grupo de Río fue creado en 1986, como hijo directo de aquel inmenso esfuerzo mediador que fue el Grupo de Contadora, nacido en 1983 para impedir una invasión de EEUU contra la Nicaragua sandinista y promover un acuerdo entre los países centroamericanos. Creado por Panamá, México, Venezuela y Colombia, en 1985 –tras el fin de las dictaduras militares– se sumaron Perú, Argentina, Brasil y Uruguay. Se trataba del mayor esfuerzo político realizado por Latinoamérica desde la independencia, para enfrentarse unida a EEUU, cuya política en Centroamérica podía provocar una catástrofe que arrastraría a la región. Contadora fracasó, por el boicot de EEUU, en lo referente a lograr un acuerdo de paz, pero triunfó en cuanto a detener los planes estadounidenses. Las guerras continuaron, pero no hubo invasión.
Pese al fracaso parcial, la experiencia de Contadora marcó un hito regional. Los países latinoamericanos tomaron conciencia, tanto de su peso como región si actuaban coordinadamente, como del valor de mantener el sistema de reuniones para tratar los propios temas, sin presencias extrañas (léase EEUU). En la reunión de 1986, en Río de Janeiro, los ocho países decidieron hacer del Grupo de Contadora “un mecanismo permanente de consulta y concertación política” para, entre otros objetivos, “propiciar soluciones propias a los problemas y conflictos latinoamericanos”. Reducido, en sus inicios, a ocho, se fue ampliando con los años, hasta incluir hoy a todos los países.

En otro ámbito, los países centroamericanos envueltos en conflictos armados de distinto tipo pusieron fin a los mismos, en los años noventa. Nicaragua, en 1990; El Salvador, en 1992 y Guatemala, en 1996. El único país que se ha sustraído a la dinámica de paz ha sido Colombia, que sigue arrastrando una guerra civil centenaria como Sísifo su piedra.

Desde su fundación, varias han sido las situaciones que el Grupo de Río ha desactivado. La X Cumbre, celebrada en Cochabamba, en 1996, permitió la primera visita de un presidente chileno a Bolivia en 43 años, países enfrentados desde la Guerra del Pacífico de 1879, que privó a Bolivia de su salida al mar. La XI Cumbre de 1997 resolvió la contradicción entre Brasil y Argentina por el puesto de Latinoamérica en el Consejo de Seguridad, acordando demandar dos puestospara la región.

La crisis más grave que ha sufrido la región ha sido el conflicto territorial conocido como Guerra del Cenepa, que enfrentó a Ecuador y Perú entre el 28 de enero y el 2 de marzo de 1995. Como había ocurrido en anteriores ocasiones, el inicio de los combates fue seguido, de inmediato, por una intensa movilización de la diplomacia regional, que logró poner fin al conflicto. Decididos a no permitir nuevos choques, los países latinoamericanos lograron el compromiso de Ecuador y Perú para delimitar, de una vez y para siempre, la frontera, lo que quedó resuelto en 1998. Era la mejor manera de asentar que la guerra no tenía ya sitio en el ámbito latinoamericano.

Los conflictos de diversa índole, políticos y también territoriales, han seguido presentes en las relaciones regionales. Lo relevante no es eso, sino el hecho de que Latinoamérica viene gozando, desde hace casi dos décadas, de un periodo de paz inédito en su historia, merced, entre otras cosas, al fortalecimiento de los sistemas democráticos y al ascenso irresistible de las fuerzas de izquierda. Los conflictos políticos se resuelven políticamente y los contenciosos territoriales se someten a la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Por vez primera en la historia, ocho Estados de la región se encuentran litigando en el tribunal mundial. Nicaragua y Colombia, por las áreas marinas y submarinas en el mar Caribe; Argentina y Uruguay, por las papeleras en la ribera del fronterizo río Uruguay; Costa Rica y Nicaragua, por los derechos de navegación en el río San Juan; Perú y Chile, por la línea divisoria marítima en el océano Pacífico.

Latinoamérica respira paz y la voluntad de cooperación e integración regional, con todas las dificultades que puedan existir, rebasa las expectativas más optimistas. De ahí el shock que provocara la inesperada e ilegal acción militar de Colombia en Ecuador. Por eso el rechazo general de los Estados de la región y la reacción de Venezuela y Nicaragua, países que mantienen controversias políticas y territoriales con Colombia. No era en absoluto admisible que un país se arrogara el derecho de atacar el territorio soberano de otro, en contra de las normas más sagradas del Derecho Internacional. Más cuando ese ataque armado a territorio ecuatoriano era derivación de un conflicto interno anacrónico, que se arrastra desde hace casi 200 años.

En Santo Domingo el presidente Álvaro Uribe debía escoger entre el aislamiento regional o la rectificación. Que optara por la segunda vía fue obra del conjunto de presidentes latinoamericanos. Porque en la región, de la misma manera que han quedado desterradas las dictaduras militares, debía quedar claro que también está desterrada la amenaza y el uso de la fuerza. Colombia vive una anomalía regional, pero toca a los colombianos salir de su laberinto. Les queda, ahora, seguir el ejemplo centroamericano y abrir las puertas a la paz. Puede que, en algún momento, Colombia necesite su propia versión del Grupo de Contadora.

Augusto Zamora es embajador de Nicaragua y profesor de Derecho Internacional Público en la UAM

Reproducido por Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=64724

sábado, 15 de marzo de 2008

Lo que el Caribe ha dado al mundo

Alejo Carpentier

El Caribe ha desempeñado un papel privilegiado y único en la historia del continente americano y del mundo.

En primer lugar, allí se realiza el descubrimiento del paisaje americano, de la realidad de otras vegetaciones y de otras tierras que aparece en el diario de viaje de Cristóbal Colón. Con ese libro y con las cartas que Colón manda a los Reyes Católicos narrando sus viajes sucesivos, se instala América en las nociones del hombre y este tiene por primera vez una noción cabal del mundo en que vive. Ya conoce su planeta, ya sabe que es redondo, lo va a explorar ahora a sabiendas de a dónde va. Por primera vez en la historia sabe él en qué mundo vive.

Este acontecimiento es tan trascendental y tan importante que hemos de decir que es el acontecimiento más importante de la historia. Porque existe en la historia universal un hombre anterior al descubrimiento de América y un hombre posterior al descubrimiento de América.
Ha sido descubierta América y, de repente, por una serie de circunstancias, nuestro suelo, y muy particularmente el suelo caribe, se vuelve al teatro de la primera simbiosis, del primer encuentro registrado en la historia entre tres razas que, como tales, no se habían encontrado nunca: la blanca de Europa, la india de América, que era una novedad total, y la africana que, si bien era conocida en Europa, era desconocida totalmente de este lado del Atlántico. Por lo tanto, una simbiosis monumental de tres razas de una importancia extraordinaria por su riqueza y su posibilidad de aportaciones culturales y que habría de crear una civilización enteramente original.
Ahora bien, apenas se ha llevado a cabo el descubrimiento y empieza a conocerse este Nuevo Mundo, como le llamaban, se produce un elemento negativo, que va a ser compensado con un elemento positivo.

Empecemos por el elemento negativo: la noción de coloniaje nace con el descubrimiento de América. Ya se sabe que antes de venir a América los españoles, esos otros navegantes extraordinarios que fueron los portugueses habían llegado a los confines de Asia, habían explorado lo que llamaban “las islas de las especias”. Pero esos navegantes, portugueses principalmente, algunos ingleses y franceses, que pronto llegaron hasta la India y navegaron a lo largo de África, jamás pensaron en crear colonias en el sentido propio de la palabra. Ellos creaban unos almacenes de intercambio comercial, iban a buscar mercancías y ofrecían mercancías a cambio. Negociaban, comerciaban, podía haber puntos donde hubiera diez, doce, quince familias de colonos, que eran familias de los mismos empleados de ese comercio, pero no había una noción de colonización.

España sí entra en América con esa noción. Y el primer gran colonizador que entra en América después del descubrimiento es el hijo primogénito de Cristóbal Colón, don Diego Colón, que llega nada menos que con su esposa, doña María Toledo, que era sobrina del Duque de Alba. Él funda una pequeña corte renacentista en Santo Domingo, en cuyas calles paseaba a menudo aquel intelectual que era Gonzalo Fernández de Oviedo, que iba a ser el próximo cronista de Indias, y pronto se fundan universidades y se representan piezas teatrales.

Esta idea de colonización parece ya perfectamente afianzada, instalada. Pero la historia tiene sus sorpresas, y no se contaba con un elemento imprevisto: el de los esclavos africanos. Traído del continente africano, el negro que llega a América aherrojado, encadenado, amontonado en las calas de buques insalubres, que es vendido como mercancía, que es sometido a la condición más baja a la que puede ser sometido un ser humano, resulta que va a ser precisamente el germen de la idea de independencia. Es decir que, con el transcurso del tiempo, va a ser ese paria, ese hombre situado en el escalón más bajo de la condición humana, quien nos va a dotar nada menos que del concepto de independencia. Esto merece una explicación.

Si tuviéramos un mapa donde pudiera encenderse un bombillo rojo dondequiera que ha habido sublevaciones de esclavos negros en el continente, encontraríamos que desde el siglo XVI hasta hoy siempre habría un bombillo encendido en alguna parte. La primera gran sublevación comienza en el siglo XVI en las minas de Buría, en Venezuela, con el alzamiento del negro Miguel, quien crea nada menos que un reino independiente que tenía incluso una corte y hasta un obispo de una Iglesia disidente creada por él.

Muy poco después, en México, se produce la sublevación de la Cañada de los Negros, tan temible para el colonizador que el virrey Martín Enríquez se cree obligado a imponer castigos tan terribles como la castración, sin contemplación de ninguna índole, sin juicio, para todo negro que se hubiera fugado al monte. Poco tiempo después surge el Palenque de Palmares, donde los negros cimarrones del Brasil crean un reino independiente que resistió a numerosas expediciones de colonizadores portugueses y mantuvo su independencia durante más de sesenta años.

En Surinam, a fines del siglo XVII, se produce el levantamiento de los tres líderes negros: Sant Sam, Boston y Arabí, contra el cual se rompen cuatro expediciones holandesas. Hubo la Rebelión de los Sastres, en Bahía; hubo en Cuba la que encabezó Aponte, pero merece mención particular por su trascendencia histórica el Juramento de Bois Caiman.

un lugar llamado Bois Caiman, o sea Bosque del Caimán, se reunieron en una noche tormentosa las dotaciones de esclavos de la colonia francesa de Saint-Domingue, hoy Haití, y juraron proclamar la independencia de su país, independencia que fue completada y llevada a plena realidad por el gran caudillo Toussaint Louverture. Con el juramento de Bois Caiman nace el verdadero concepto de independencia. Es decir que al concepto de colonización traído por los españoles a Santo Domingo, en la misma tierra se une el concepto de descolonización, o sea el comienzo de las guerras de independencia, de las guerras anticoloniales que habrán de prolongarse hasta nuestros días.

Me explico: cuando tomamos la gran Enciclopedia, la famosa enciclopedia redactada por Voltaire, Diderot, Rousseau, D’Alembert a mediados del siglo XVIII en Francia y cuyas ideas tanta influencia tuvieron sobre los caudillos de nuestras guerras de independencia, nos encontramos con que en esa gran enciclopedia el concepto de independencia tiene un valor todavía meramente filosófico: se dice independencia del hombre frente al concepto de Dios, frente al concepto de monarquía, se habla de libre albedrío, de hasta qué punto llega la libertad individual del hombre, pero no se habla de independencia política. En cambio, lo que reclamaban los negros de Haití —precursores en esto de todas nuestras guerras de independencia— era la independencia política, la emancipación total.

Yo sé que muchos podrán objetar diciendo que el Juramento de Bois Caiman tiene lugar en 1791 y que mucho antes había habido la independencia de los Estados Unidos. Nadie lo niega. Pero no hay que olvidar que cuando las trece colonias norteamericanas se emancipan de la autoridad del rey de Inglaterra y pasan a ser un país independiente que ya no es tributario de la Corona británica, no ha habido un cambio de estructuras en la vida de esas colonias: los terratenientes siguieron viviendo como antes. A nadie le entró en la cabeza que pudiera haber habido una emancipación de esclavos. Para llegar a ella habrá que esperar la Guerra de Secesión. Es decir, que en los EE.UU. todo siguió igual después de la proclamación de la independencia.

Pero en América Latina no ocurrió lo mismo. Porque a partir de las revueltas de Haití, que fueron seguidas muy poco después por las guerras de independencia que lograrían su triunfo final en 1824, con la victoria de la batalla de Ayacucho, las estructuras sociales y de la vida variaban de una manera total por la aparición en el primer lugar del escenario histórico de un personaje que políticamente no había sido tomado en cuenta aunque humanamente existía. Ese personaje es el criollo. La palabra criollo aparece en viejos documentos americanos a partir del año mil quinientos setentitantos.

¿Quién era el criollo? Grosso modo el criollo era el hombre nacido en América, en el continente nuevo, bien mestizo de español e indígena, bien mestizo de español y negro, bien sencillamente indios o negros nacidos en América pero conviviendo con los colonizadores. Eso eran los criollos entre los cuales, desde luego, el mestizo habría de ocupar una posición privilegiada. Sin embargo, el criollo se sentía postergado. Simón Bolívar, el Libertador, en ese documento trascendental que es la Carta de Jamaica uno de los documentos más importantes que nos ha dejado la historia de América, habla de la condición del criollo, incluso de clases acomodadas, en las épocas anteriores a las guerras de independencia que él promovió. Dice Bolivar:
"Jamás éramos virreyes ni gobernadores, sino por causas muy extraordinarias, arzobispos u obispos pocas veces, diplomáticos, nunca; militares sino en calidad de subalternos; nobles sin privilegios reales. No éramos, en fin, ni magistrados ni financistas y casi ni aún éramos comerciantes".

La historia de América toda tiene una característica muy importante, y es que no se desarrolla sino en función de la lucha de clases. Nosotros no conocimos guerras dinásticas por sucesiones al trono, como las de Europa; no conocimos guerras de familias enemigas como la Guerra de los Cien Años, que fue una lucha de feudos; no conocimos guerras de religión en el sentido estricto de la palabra. Nuestra lucha constante de varios siglos fue primero de la clase de los conquistadores contra la clase del autóctono sojuzgado y oprimido; luego, lucha del colonizador contra el conquistador, porque los colonizadores, que llegaron después, trataron de crear una oligarquía, de ejercer la autoridad, y lograron destruir la clase de los conquistadores que terminaron, casi todos, pobres, asesinados, desterrados. Muy pocos tuvieron un fin feliz.

El colonizador se volvió la aristocracia, la oligarquía en lucha contra el criollo. Finalmente, con las guerras de independencia, fue la sublevación del nativo de América contra el español. Pero el criollo vencedor crea una nueva oligarquía contra la que habrán de luchar el esclavo, el desposeído y una naciente clase media que incluye casi la totalidad de la intelligentsia: intelectuales, escritores, profesores, maestros, en fin, esa admirable clase media que va creciendo durante todo el siglo XIX hasta desembocar en el nuestro.

Y en esa fase de la lucha que habrá de prolongarse hasta mediados de este siglo y sigue aún, habrá de afianzarse el sentido nacional de los países americanos. Es decir que el criollo, al vencer en todo el continente, empieza a buscar su identidad particular, nacionalista, y, más adelante, con los movimientos crecientes de independencia en las Antillas, surgirá la conciencia de ser jamaicano, martiniqueño, curazaoleño, en fin, de las distintas islas que forman nuestro vasto mundo caribe y que ya han adquirido caracteres propios con conciencia de poseerlos.

Cuando consideramos el ámbito del Caribe quedamos atónitos ante la galería de grandes hombres que nos ofrece a lo largo de los siglos y que han forjado nuestra historia. Y ellos vienen a demostrar que existe lo que podríamos llamar un humanismo caribe. Nuestros grandes hombres jamás limitaron su acción, su pensamiento, su ejemplo, al ámbito propio, sino que se proyectaron hacia los pueblos vecinos. Hubo intercambio de hombres como hubo interpenetración de ideas.
El almirante Brion, que era de Curazao, apoyó a Simón Bolívar en su gesta de independencia de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Petión, presidente de Haití, pidió a Bolívar, a cambio de la ayuda moral y material en su guerra, la abolición de la esclavitud en Venezuela. Máximo Gómez, que alcanzó la independencia de Cuba, era dominicano. Los padres de los hermanos Maceo, que combatieron en las luchas independentistas de Cuba, habían peleado en la guerra de independencia de Venezuela. El lugarteniente favorito de Maceo era venezolano. Y un cubano, Francisco Javier Yanes, firma el acta de independencia de Venezuela. El inmenso José Martí, apóstol de la independencia de Cuba, cuya trayectoria política e histórica se desarrolla en el ámbito todo del Caribe, dejó páginas emocionadas, llenas de veracidad y de hondo amor sobre Venezuela, sobre Guatemala, sobre México, sobre los países del Caribe en general.

Por ese intercambio de hombres y esa comunidad de ideas las zonas continentales de México y las zonas de la tierra firme de Venezuela y de Colombia, que fueron habitadas por esclavos africanos traídos del continente en el mismo proceso de colonización, como los hallamos en el Perú, en Guayaquil, en el Brasil, vienen por extensión a formar parte de ese conglomerado caribe que empezamos a ver en su conjunto y a entender en su conjunto, confrontando lo que nos une y lo que nos distingue, lo que nos hace semejantes y a la vez lo que nos singulariza, lo que es genuinamente de unos y lo que es patrimonio de todos.

El correo de la UNESCO¸ diciembre de 1981.
(Reproducido por: http://www.lajiribilla.cu/2008/n358_03/358_08.html )

viernes, 14 de marzo de 2008

Estrategia continental

Boaventura de Sousa Santos
(Página 12, reproducido por Rebelión)

Acerca de la incursión del ejército colombiano en territorio de Ecuador, para eliminar a un grupo de guerrilleros de las FARC, parece estar todo dicho; más aún si aparece como un caso cerrado, exitosamente cerrado. Pero la verdad es que no es así. Lo que se revela sobre la situación es tan importante como lo que se oculta.Primer ocultamiento: los procesos políticos en América latina cuestionan el control continental que EE.UU. necesita para garantizar el libre acceso a los recursos naturales de la región. Se trata de una amenaza a la seguridad nacional de EE.UU. que, ante el fracaso inminente de las respuestas "consensuadas" (libre comercio y concesiones para las bases militares), busca tener una respuesta firme y unilateral. Es decir, la guerra global contra el terrorismo llega al continente –llegó con el Plan Colombia pero la incursión en Medio Oriente provocó algún atraso– y asume aquí las mismas características que ha adquirido en otros continentes: utilizar un aliado privilegiado (sea éste Colombia, Israel o Pakistán), a quien a lo largo del tiempo se provee con la ayuda militar e información de espionaje sofisticado que lo pone al abrigo de represalias y le permite acciones dramáticas de bajo costo y un éxito certero; se incita al aliado al aislacionismo regional como precio a pagar por la alianza hegemónica.

La guerra contra el terrorismo incluye acciones muy visibles y otras secretas. Entre las últimas están los actos de espionaje y de desestabilización; Bolivia, Venezuela, la triple frontera (Paraguay, Brasil, Argentina) son los blancos privilegiados. En Bolivia, becarios norteamericanos de la Fundación Fulbright son llamados por la Embajada de EE.UU. para dar información sobre la presencia de cubanos y venezolanos y movimientos indígenas sospechados; mientras, los separatistas extremistas de Santa Cruz son entrenados en la selva colombiana por los paramilitares. Nuevos hechos: en las acciones de desestabilización pueden participar empresas militares y de seguridad privada, contratadas por EE.UU. bajo el paraguas del Plan Colombia que, además, las dota de inmunidad diplomática y por lo tanto impunidad ante la Justicia nacional.Segundo ocultamiento: la verdadera amenaza no son las FARC. Son las fuerzas progresistas y, en especial, los movimientos indígenas y campesinos. De hecho, la permanencia de las FARC es fundamental para mantener la justificación de la guerra contra el terrorismo y generar un clima de miedo y una lógica bélica que bloquea el ascenso de las fuerzas progresistas, denominadas Polo Democrático de Colombia.Por la misma razón, la intervención humanitaria a favor de los rehenes tuvo que ser desmantelada para que no obtuviera rédito político Hugo Chávez. Las fuerzas políticas progresistas amenazan la dominación territorial de EE.UU. a través de medidas que buscan fortalecer la soberanía de los países sobre los recursos naturales y alterar las reglas de la distribución de los beneficios de su explotación.Pero la mayor amenaza proviene de aquellos que invocan derechos ancestrales sobre los territorios donde están esos recursos, o sea, de los pueblos indígenas.
En relación con esto es elocuente el informe Tendencias Globales-2020, producido por el Consejo Nacional de Información de EE.UU., sobre los escenarios de amenaza a la seguridad nacional del país. En el informe se afirma que las reivindicaciones territoriales de los movimientos indígenas "representan un riesgo para la seguridad regional" y son uno de los "factores principales que determinarán el futuro latinoamericano". Tomando como ejemplo las luchas indígenas de Chiapas, Ecuador, Bolivia, Chile y sur de Argentina, se dice que "en el inicio del siglo XXI existen grupos indígenas radicales en la mayoría de los países latinoamericanos que en 2020 podrán crecer exponencialmente, obteniendo la adhesión de la mayoría de los pueblos indígenas... Estos grupos podrán establecer relaciones con grupos terroristas internacionales y grupos antiglobalización... que cuestionarán las políticas económicas de los liderazgos de origen europeo".

A la luz de esto no sorprende que el presidente del Perú se pregunte "si no habrá una internacional terrorista en América latina". Tampoco sorprende que actualmente centenares de líderes indígenas de Perú y de Chile hayan sido imputados al abrigo de leyes antiterroristas promulgadas en estos y otros países (por presión de EE.UU.) por defender sus territorios. La estrategia queda entonces delineada: transformar a los movimientos indígenas en la próxima generación de terroristas y, para enfrentarlos, seguir las recetas señaladas en el informe: tolerancia cero, refuerzos para gastos militares, estrechamiento de las relaciones con EE.UU. La responsabilidad de las fuerzas políticas progresistas es lograr que esta estrategia fracase.

José Ignacio López Vigil: "La radio, en especial la latinoamericana, ha servido como intercomunicador de grandes zonas de silencio".

Carlos Rafael Diéguez. B*

Mi entrevistado José Ignacio López Vigil, un hombre de la radio y la comunicación social en Latinoamérica ha dicho en más de una ocasión: “La responsabilidad social de los medios es ser espacios donde se construyan los nuevos valores ciudadanos.” Con esta máxima abordé al destacado profesional, maestro de radialistas en América y el mundo en un intercambio de preguntas y respuestas a través del correo electrónico gracias a las nuevas tecnologías. López Vigil es fundador de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMAR) que este año cumple su aniversario veinticinco. http://www.amarc.org/

P ¿Qué impresiones recuerda de la fundación de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias al cumplirse 25 años?
LV: Yo estaba en Managua en 1988 cuando se realizó la tercera Asamblea Mundial de AMARC. Ahí fue que conocí a AMARC. Era una sensación nueva y grata porque intercambiabas con radialistas de todo el mundo. Hasta de Alaska vinieron esa vez. De Australia, de África, de todas partes. A pesar de las lenguas diferentes, había una gran comunicación. AMARC se había fundado en 1983 y todavía estaban frescos y entusiastas los ideales de aquel inicio. Ahora ya son 25 años. Ya es adultez. Confío en que el primer amor, lejos de haberse perdido, haya madurado.

P: ¿Qué fortalezas y debilidades presentan las Radios Comunitarias al arribar al primer cuarto de siglo?
LV: Lo que pasa es que decir "radios comunitarias" es ambiguo porque son realidades muy distintas en continentes como África a las radios canadienses que dieron origen a la articulación del movimiento. En América Latina los nombres han cambiado mucho: radios educativas, populares, participativas, comunitarias... Ahora se emplea mucho el concepto de radios ciudadanas.
Las fortalezas son la juventud que sostiene a muchas experiencias. Fortaleza es también que se ha avanzado en el concepto de radio comunitaria (al menos en América Latina) superando "purismos" (como que en una radio comunitaria no se pueden pasar anuncios comerciales o que no se puede tocar música moderna). Fortaleza es también el trabajo en red que muchas están haciendo.
Creo que la mayor debilidad hoy no es, como se suele decir, el problema económico y de sustentabilidad, sino la desorientación "política" de muchas de estas experiencias. El mundo cambió. Cuando tenían las respuestas, les cambiaron las preguntas.

P: AMARC reúne más de 3500 miembros repartidos en 118 países ¿Qué actividades de bien público y de mejoramiento humano promueve hoy la radio a nivel mundial?
LV: Bueno, la radio, en especial la latinoamericana, ha servido como intercomunicador de grandes zonas de silencio, de teléfono al aire libre, de escuela sin paredes, de sindicato sin tribuna. Nuestras radios han hecho lo más importante: devolver al pueblo silenciado durante tanto tiempo la palabra robada. Nada humaniza más que la palabra. Y nada ciudadaniza mejor que la palabra pública. Y las radios comunitarias han dado la voz a mayorías silenciadas.

P: Según su experiencia ¿Cómo la radio en Latinoamérica pudiera fortalecer la incidencia social del medio en la lucha contra la pobreza y la injusticia?
LV: En la medida en que la gente habla, reclama sus derechos, protesta, opina...se fortalece lo que hoy es más urgente en América Latina, la democracia participativa. De "representantes" estamos ya bastante saturados. Necesitamos que el pueblo ejerza su ciudadanía a través de medios con responsabilidad social. En la lucha contra la pobreza, lo más importante es que las pobres y los pobres asumen su indispensable protagonismo. Y para eso, el camino más directo es la "intermediación social" que puede lograrse a través de la radio.

P: ¿Qué valoraciones UD puede ofrecer a la discusión si la radio es arte o no?
LV: En la palabra radialista se encuentra todas las letras de la palabra "artista". Porque la buena radio es arte, claro. Y un arte delicado porque trabaja con un sentido (el oído) que es caprichoso, que se aburre pronto, que no tolera las palabras rebuscadas ni las sofisticaciones ni las tonteras. El oído es muy exigente y nos obliga a ser artistas de la palabra.

P: En uno de los capítulos de su libro “Manual urgente para radialistas apasionados” UD revelaba la cantidad de radio receptores por habitantes que existían en algunos países de América ¿pudiera actualizar esos datos?
LV: No puedo actualizarlos porque, hasta dónde sé, no se cuenta con estadísticas fidedignas. CIESPAL, por ejemplo, no las tiene. Lo que sí sabemos es que siguen y siguen aumentando las radios, especialmente en FM. Y radio ilegales, no porque sean piratas, sino porque no les dan las licencias a las que tienen derecho.

P: ¿Sigue siendo un defensor de la radio interactiva?
LV: Por supuesto. No es pensable una radio que no sea participativa, interactiva. La radio es comunicación. Y la comunicación, si no es de doble vía, no es. La moda actual de buscar un software para que automatice la programación es matar a la radio. Convertirla en un equipo de sonido al viento. La gracia de la radio está en la interacción con un público que más que público es interlocutor.

P: He visto en la Internet varias agrupaciones que se denominan “Capítulos en defensa de la humanidad” ¿Puede la radio comunitaria asumir uno de estos capítulos?
LV: No conozco estos capítulos. Pero una radio sensible a la injusticia que padecemos en la humanidad tiene que asumir su papel. La radio no es espectadora, sino actora. Como tal, tiene que participar en la construcción de un mundo donde a nadie le sobre y a nadie le falte.

P: ¿Qué significan las nuevas tecnologías para la radio y como pueden contribuir a un desarrollo local sostenido?
LV: Hablar de la revolución digital sería no acabar nunca. Asistimos a la mayor transformación tecnológica nunca vista por la humanidad. No se compara a nada anterior. Para la radio es una oportunidad maravillosa para repensarse de forma "multimedial".
Las nuevas tecnologías significan la posibilidad real (nunca antes ni sospechada) de construir una verdadera sociedad del conocimiento. El Internet es un cerebro colectivo. Confiemos en que USA nunca logre lo que desea, que es privatizar el Internet.

P: ¿Hábleme de la Radioteca? (http://www.radioteca.net/quienes.php)
LV: La radioteca es un portal libre de intercambio de audios. Vamos bien, tanto por la cantidad de audios subidos como por la gran cantidad de audios que están bajando los radialistas de lengua latina especialmente.
Se decía que a las radios sólo les interesaban las noticias. Noticias y más noticias. Esto es falso. El mejor argumento es el uso que están dando a la Radioteca.
En la Radioteca buscamos programas con perspectiva ciudadana y con vigencia. Y nos están llegando tantos que no damos a basto para digitalizarlos y subirlos.

P: ¿Pudiera contarnos algunos de sus actuales proyectos y sueños futuros?
LV: Un sueño que acabo de concluir es la producción de la serie (100 capítulos) titulada Otro Dios es Posible. Es una serie "herética". La ficción literaria es la segunda venida de Jesucristo a la tierra para conocer qué han dicho y hecho en su ausencia y en su nombre.
El otro sueño en que ando empeñado es potenciar tanto Radialistas como Radioteca y lograr que estos portales crezcan y sirvan cada vez más a los radialistas, especialmente de nuestra Patria Grande.

P: ¿Se imagina a José Martí en la era de la Internet y las computadoras?
LV: Martí hubiera disfrutado estas enormes posibilidades. Las hubiera aprovechado al máximo. Todo buen revolucionario se maravilla antes el "poder ciudadano" que se puede construir desde estas tecnologías. Pero somos tímidos, somos miopes. Martí, con sus luces largas, se hubiera empleado a fondo para optimizar el uso del Internet.

* Tomado de Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=64615

sábado, 1 de marzo de 2008

Balance negativo en el agro después de 14 años de TLCAN: académicos

- El tratado detonó la migración; es “válvula de escape” para mantener la paz social.
- A partir de 1994 se perdieron 2 millones de empleos en el campo

Gabriel León Zaragoza (LA JORNADA, México D.F.)

A 14 años de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) el país registra bajo crecimiento económico y mayor migración legal e indocumentada hacia la frontera norte, cuya tendencia provocará, en menos de 20 años, una caída de la población laboral en el campo y agravará nuestra dependencia de las importaciones alimentarias, sostuvieron especialistas del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Al hacer un balance sobre el acuerdo comercial lamentaron que en los pasados tres lustros México sólo ha logrado exportar mano de obra calificada, misma que se ha convertido en el sustento de un sector importante del actual desarrollo económico de Estados Unidos.

En conferencia de prensa, Emilio Romero sostuvo que en materia agropecuaria el país se encuentra en proceso de despoblamiento, desempleo y empobrecimiento, lo que ha detonado el fenómeno de la migración, que opera como “válvula de escape” para mantener la paz social.
Como parte de los saldos negativos del TLCAN, dijo que en el periodo 1994-2007 se perdieron más de 2 millones de empleos en l campo y se produjo la migración anual de más de 400 mil mexicanos del sector rural. Expuso que hasta 2007 el producto interno bruto nacional sólo ha crecido a un promedio de 1.7 por ciento anual.

A su vez, José Luis Calva comentó que en 14 años de vigencia del tratado, el crecimiento de la economía es inferior al observado en el periodo que va de la Revolución hasta 1982, en el cual la economía creció anualmente 6.1 por ciento en promedio, y con el tratado se redujo a 3 por ciento.
Reconoció que en materia agropecuaria sí hemos crecido, pero no al ritmo de nuestros vecinos del norte en materia de productividad y tecnología, ya que México pasó de producir 1.7 toneladas por hectáreas a dos y Estados Unidos de siete a 8.9 toneladas; además, en nuestro país existen 3.8 tractores por cada 100 trabajadores agrícolas, mientras en suelo estadunidense hay 1.7 de estas máquinas agrícolas por cada trabajador del campo.

El investigador dijo que existen intereses políticos que buscan evitar la renegociación del TLCAN, porque “hay una suerte de fundamentalismo de mercado de cierto segmento tecnócrata”; pero más allá de esta consideración, sostuvo que el tema clave debe ser qué hacemos como país.
Al respecto, se pronunció por acudir a las salvaguardas que contempla el acuerdo comercial, por constituir una bolsa trinacional de recursos para ayudar en la transformación de las regiones con mayor atraso en México, y por liberalizar el flujo de mano de obra a través de los tres países para permitir la mejora de los salarios. Este proceso, acotó, sería similar al que opera entre las naciones que la integran la Comunidad Económica Europea.

http://www.jornada.unam.mx/2008/03/01/index.php?section=politica&article=014n1pol